Читать книгу Flores - Afonso Cruz - Страница 6
ОглавлениеME DETUVE EN UN QUIOSCO a comprar el periódico. Las noticias no eran buenas, como casi siempre, los atunes continúan extinguiéndose, el hambre sigue matando, los indios desapareciendo, los dientes cayéndose, la malaria, la tuberculosis, el cáncer, el desempleo, la gripe aviar, la volatilidad de los mercados. Por lo demás, no hace falta leer el periódico, las noticias van estampadas en la cara de la gente. Cuando entré a casa, la televisión estaba encendida y Clarisse dormía en el sofá. Pasé por el cuarto de huéspedes, la puerta estaba entreabierta, y noté algo que me perturbó terriblemente. No soy supersticioso, pero hay una cosa que, sin razón alguna, detesto: los sombreros encima de la cama. Clarisse había dejado mi sombrero en la cama. Ella sabe perfectamente que no lo soporto.
Tenemos un perchero en el cuarto y allí cuelgo mis sombreros, todos, tengo varios, que he comprado en distintos países, de fieltro, de piel, de lana, de Marruecos, de Pakistán, de Nueva York.
Lo dejé pasar, pues supuse que había sido un descuido de Clarisse y que, cuando se diera cuenta, lo quitaría de ese lugar aciago (en todo caso, no soy nada supersticioso).