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JOEL El profeta

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Joel (laeÞAy: Yahvé es Dios, aquel, cuyo Dios es Yahvé: en griego Ἰωήλ) se distingue de otras personas con el mismo nombre, que aparecen con cierta frecuencia (cf. 1 Sam 8, 2; 1 Cron 4, 35; 5, 4; 8, 12; 6, 21; 7, 3; 2 Cron 29, 12; Ne 11,9), por el epíteto “hijo de” פּתוּאל, Pethuel (sinceridad de Dios, abierto de corazón).

Nada se conoce de las circunstancias de su vida, pues las leyendas tradicionales conforme a las cuales sería de Bethom (Βηθών o Θεβυράν, Ps. Epifanio) o de Bethomeron en la tribu de Rubén (Ps. Doroteo) tienen muy poca base. Todo lo que se puede inferir con cierta seguridad de sus escritos es que vivió en Judá, y que con toda probabilidad profetizaba en Jerusalén. La fecha de su ministerio es también muy discutida. Lo único que sabemos con cierta seguridad es que no vivió en los reinados de Manasés o de Josías, o incluso más tarde, como algunos suponen, sino que fue uno de los primeros de los profetas menores.

El mismo Amós (1, 2) comienza su profecía con unas promesas de Joel (3, 16), y la concluye con las mismas promesas, adoptando en Am 9, 13 la hermosa imagen de Joel 3, 26, donde se dice que de las montañas manará vino nuevo y que las colinas desbordarán de vino (Joel 3, 18). Por otra parte, Isaías, en su descripción del juicio venidero (Is 13) tiene a Joel en su mente, y de hecho en 13, 6 toma prestada una sentencia de su profecía (Joel 1, 15), que es tan particular que su coincidencia no puede ser algo casual. Eso significa que Joel profetizó antes de Amós (y antes que Isaías), es decir, antes de los veintisiete años de reinado contemporáneo de Ozías y de Jeroboán II. Una fecha más exacta solo podría deducirse, con algún grado de probabilidad, de las circunstancias históricas a las que se refiere en su profecía.

Los únicos enemigos que él menciona además de Egipto y Edom (Joel 3, 19), como aquellos a los que el Señor castigará por la hostilidad que han mostrado en relación con el pueblo de Dios, son Tiro y Sidón, y la costa de Filistea (Joel 3, 4); pero no cita a los sirios que planearon una expedición en contra de Jerusalén, después de haber conquistado Gat, lo que costó a Joás no solo los tesoros del templo y del palacio, sino también su propia vida (2 Rey 12, 18; 2 Cron 24, 23), a causa de lo cual Amós predijo la destrucción del reino de Siria y el destierro de su pueblo a Asiria (Am 1, 3-4).

Pero dado que esta expedición de los sirios no estaba dirigida directamente contra los filisteos, como supone Hengstenberg, sino que fue un ataque directo contra el reino de Judá, al que pertenecía todavía la ciudad de Gat, que Roboán, rey de Judá, había fortificado y que debía pertenecer todavía a Judá (cf. 2 Rey 12, 18-19). Pues bien, si hubiera profetizado después de esa guerra, Joel hubiera mencionado sin duda a los sirios, al lado de otros enemigos de Judá. Pero aunque la hostilidad de los sirios en contra de Judá no sea estrictamente conclusiva si se toma desde sí misma, ella adquiere gran importancia por el hecho de que todo el estilo y carácter de la profecía de Joel parece situarnos en unos tiempos incluso anteriores a los de Amós y Oseas.

Aquí no encontramos ninguna alusión de los pecados que Oseas y Amós condenan (desde la perspectiva de Judá), pecados que suscitaron el juicio de los asirios; tampoco encontramos un tipo de idolatría como la que prevalecía en los tiempos de Jorán, Azarías y Atalía, de forma que ni siquiera se mencionan. Por el contrario, aquí se presupone la existencia de un culto legal a Yahvé, bien regulado, con un ceremonial sacerdotal adecuado, tal como lo restauró el sumo sacerdote Yoyada, cuando Joás ascendió al trono. (cf. 2 Rey 11, 17; 2 Cron 23, 16).

Estas circunstancias nos llevan a pensar que el ministerio de Joel debió realizarse en los primeros treinta años del reinado de Joás, durante los cuales el sumo sacerdote Yoyada fue su inspirador, de manera que su libro es cronológicamente el primero de los libros proféticos. No existe ninguna objeción seria que pueda oponerse a esta datación. En contra de ello no se puede elevar la objeción de que los libros de los Profetas Menores han sido ordenados de un modo cronológico, pues no tenemos ningún fundamento para tomar como normativa esa organización cronológica, como hemos visto en la introducción general.

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores

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