Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 99
13, 14
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14 De manos del Sheol los redimiré, los libraré de la muerte. ¿Dónde están tus plagas, oh muerte? ¿Dónde está tu destrucción, oh Sheol? Yo no me arrepentiré de esto.
A fin de lograr que los creyentes no se desesperen, el Señor anuncia en 13, 14 que él redimirá a su pueblo del poder de la muerte. El hecho de que este verso contenga una promesa y no una amenaza no podría haber sido pasado por alto por los comentaristas, a no ser por el hecho de que, fundándose en 13, 13 y 13, 15, hayan forzado el sentido de las palabras, poniendo la primera frase (de manos del Sheol los redimiré…) en forma de interrogativo (Calvino y otros) o como un condicional (yo les redimiría…), introduciendo la palabra si resipiscerent (si recibieran, suplida por Kimchi, Sal. b. Mel. Rosenmüller etc.).
Pero además, esas palabras suplidas son totalmente arbitrarias, por las sentencias que siguen (¿dónde están tus plagas, oh muerte?...), que obviamente indican que el infierno y la muerte serán destruidos. Además, por razón del estilo de la frase, no podemos tomar אהי como un interrogativo, en el sentido de “¿debería yo…?”. Por otra parte, ¿qué sentido de progresión tendría el texto en el caso de que la redención de la muerte fuera solo algo hipotético o se representara como algo simplemente cuestionable?
Si tomamos las palabras tal como están en el texto, es evidente que ellas implican algo más que una liberación temporal, por un tiempo, cuando la vida está en peligro, implican aún más que preservar a uno de la muerte. Estas palabras significan redimir o rescatar de la mano (del poder) del infierno, esto es, del inframundo, equivale a privar al infierno de su presa, no solo impidiendo a los vivos que mueran, sino trayendo de nuevo a la vida a aquellos que han caído víctimas del infierno, es decir, de la región de la muerte.
La cesación o aniquilación de la muerte se expresa de manera aún más intensa en las palabras triunfantes: ¿Dónde están tus plagas (tu pestilencia: ^øyr<b'd>) oh muerte? ¿Dónde está tu destrucción, oh Sheol, infierno? Teodoreto ha indicado con exactitud que aquí se está apuntando a la superación de la muerte παιανίζειν κατὰ θανάτου κελεύει. דּבריך es un plural intensivo de debher, plaga o peste, y debe explicarse en la línea de Sal 91, 6, donde aparece también como sinónimo de קטב, que es la pestilencia o destrucción.
El apóstol Pablo ha citado de manera muy precisa esas palabras en 1 Cor 15, 55, en combinación con la declaración de Is 25, 8 (la muerte ha sido devorada por la victoria), confirmando así la verdad de que en la resurrección del último día será aniquilada la muerte, de manera que aquello que es corruptible será transformado en inmortalidad. No debemos restringir la sustancia de esta promesa a la plena redención en Cristo, en la que ella recibe su cumplimiento perfecto. Los sufijos añadidos a 'ephdēm y 'eg'âlēm (~le_a'g>a, y ~DEêp.a,) se refieren al Israel de las diez tribus como los sufijos verbales de Is 25, 8. Según eso, la redención prometida como liberación de la muerte ha de estar en íntima conexión con la destrucción del reino de Israel.
Más aún, la idea de la resurrección de los muertos no se hallaba expuesta ni aceptada de un modo tan claro en Israel en aquel tiempo, como para que el profeta pudiera evocarla ante los creyentes como fuente de consuelo en el momento de la destrucción del reino. El único sentido que la promesa tenía para los israelitas del tiempo del profeta era el de mostrarles que el Señor tiene incluso poder para redimir de la muerte y para elevar a Israel de la destrucción y conducirlo a una novedad de vida, lo mismo que hace Ez 37 cuando describe la restauración de Israel a través del signo de la vida que se introduce en los huesos muertos desparramados por el campo y los eleva de nuevo, dándoles vida.
El sentido pleno y más profundo de esas palabras se fue manifestando de manera gradual entre los creyentes del Antiguo Testamento y solo en el Nuevo Testamento se reveló del todo a través de la resurrección de Cristo. Pero a fin de anticipar la hondura y las dudas que emergen con esta gran promesa, el Señor añade “el arrepentimiento está escondido de mis ojos”, es decir “yo no me arrepentiré”, de manera que el propósito de la salvación se cumplirá de un modo irrevocable.
El ̔απ. λεγ. ~x;nOà, nōcham, no significa “resentimiento” (Ewald), sino que es un derivado de nicham, y significa simplemente consuelo y arrepentimiento. El primer sentido se aplica en los LXX, pero no responde al contexto, de manera que debe aceptarse en segundo sentido: Dios no se arrepentirá de su promesa de vida.
Estas palabras han de ser interpretadas en la línea de Sal 89, 26 y 110, 4, donde Dios ratifica su promesa con juramento, diciendo ולא ינּחם, y no me arrepentiré; por su parte, לא ינחם corresponde a אם אכזּב de Sal 89, 36 (Marck y Krabbe, Quaestion. de Hos. vatic. spec. p. 47). Comparar con 1 Sam 15, 29 y Num 23, 39.