Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 97

13, 9-11

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9 Yo te destruiré, oh Israel. ¿Quién te podrá socorrer? 10 ¿Dónde está tu rey para que te salve en todas tus ciudades? ¿Qué de tus jueces, de quienes decías: ‘Dame rey y gobernantes’? 11 En mi furor yo te di rey, y en mi ira lo quité.

En Os 13, 9 comienza una nueva estrofa en la que el profeta revela a su pueblo, una vez más, la razón de su corrupción (13, 9-13), para evocar de nuevo la omnipotencia salvadora de Dios (13, 14) y exponer otra vez el sentido y alcance de la destrucción, como justo castigo por su pecado.

^ït.x,vi( no combina y vincula los verbos que habían aparecido en Os 13, 8, como supone Hitzig, ni 13, 9 en conjunto ofrece la razón de lo que precede, sino que shichethkhâ queda explicado por Os 13, 10, de forma que así podemos ver que con 13, 9 comienza un nuevo despliegue de pensamiento.

Shichēth no significa aquí actuar de un modo corrupto, como en Dt 32, 5; 9, 12 y Ex 32, 7, sino llevar a la corrupción, arruinar, como en Gen 6, 17; 9, 15; Num 32, 15, etc. La sentencia ^r<)z>[,b. ybiî-yKi( solo puede explicarse supliendo el pronombre אתּה, como sujeto tomado del sufijo de ^ït.x,vi( (como piensan Marck y casi todos los comentaristas modernos).

El pensamiento de fondo es descubrir que lo que lleva al gran castigo es haberme resistido a mí, que soy quien puede ayudarte (dice Dios). בעזרך, como en Dt 33, 26, pero con la ב en sentido de “contra”, como en Gen 16, 12; 2 Sam 24, 17. Sin embargo, no hubo tal oposición cuando todo Israel pidió un rey a Samuel (1 Sam 8, 5). Pues bien, aunque este deseo aparece aquí (cf. Os 13, 7) como un rechazo de todo Israel (de las doce tribus) frente a Yahvé, Oseas está hablando aquí simplemente del Israel de las diez tribus (no de todo Israel).

Ese Israel de las diez tribus se rebeló contra Yahvé, cuando esas tribus se separaron de la casa de David, y nombraron como rey a Jeroboán y, con desprecio de Yahvé, pusieron su confianza en el poder de los reyes que ellos mismos habían escogido (cf. 1 Rey 12, 16) y no en Yahvé. Pues bien, esos reyes no podían ofrecer verdadera salvación al pueblo.

13, 10 empieza con la pregunta yhiÛa/, dónde. Esa partícula, 'ehī, solo aparece aquí y dos veces en Os 13, 14, en vez de אי o איה, y es posiblemente una simple variación dialectal (cf. Ewald, 104, c) y ha sido intensificada por אפוא, como en Job 17, 15). Esta pregunta (¿Dónde está tu rey para que te salve…?), no significa sin más que en ese tiempo no había rey en Israel, y que el reino se encontraba en un estado de pura anarquía, sino simplemente que no había rey que pudiera salvar a los israelita, cuando el enemigo asirio les asaltara en todas las ciudades.

Antes de ^yj,êp.voå, tus jueces, debemos repetir 'ĕhī (dónde). Los shōphetīm, como indica claramente el uso de la palabra sârīm (príncipes) en la cláusula siguiente, no son simplemente jueces, sino consejeros reales o ministros, que resuelven los asuntos del reino, al lado del rey, y que supervisan la administración de la justicia. La petición “dame rey y gobernantes” nos recuerda la petición del pueblo en el tiempo de Samuel. Pero aquí esa petición no se refiere a la voluntad de todo el pueblo israelita, sino solo al deseo de las diez tribus, que quieren tener un rey propio, solo para ellos, lo que implica una ruptura respecto al derecho de gobierno de la casa de David, con las consecuencias nefastas que tuvo ese cambio de gobierno.

Por eso, no podemos tomar los imperfectos אתּן y אקּח de Os 13, 11 como puros pretéritos, es decir, no podemos entenderlos como refiriéndose solo a la elección de Jeroboán como rey y a su muerte. Esos imperfectos denotan una acción que se ha venido repitiendo una y otra vez, por lo que debemos emplear en la traducción el presente, refiriéndonos a todos los reyes que han recibido y mantienen el reino en contra de la voluntad de Dios.

De un modo consecuente, Dios en su ira ha dado reyes a la nación pecadora, y los sigue dando, pero lo hace con ira, con la finalidad de castigar a la nación con esos reyes. Esto se aplica no solamente a los reyes que se han venido siguiendo uno tras otro, con gran rapidez, a través de conspiraciones y de asesinatos, aunque a través de ellos el reino se fue gradualmente rompiendo, de manera que se aceleró su disolución, sino que estas palabras se aplican a los gobernantes del reino de las diez tribus, tomados como un todo.

Dios concedió a las tribus que estaban descontentas del gobierno teocrático de David y de Salomón un rey que respondiera a sus propios deseos, a fin de que él pudiera castigarles a causa de la resistencia que ellos mostraban a su gobierno, como pudo verse ya en la rebelión que se dio en contra de Roboán, el hijo de Salomón. La causa de la división del reino no fueron solamente los pecados de Salomón, como castigo por su idolatría, sino los pecados de las diez tribus, de forma que ellas, tan pronto como se separaron de la casa real de David, a la que se le había concedido la promesa de una duración eterna, se separación de la verdadera adoración de Yahvé y de su altar en el templo de Jerusalén, de manera que cayeron en manos del poder de sus reyes, que lucharon unos contra otros por el trono.

Y por esa razón Dios les quitó el gobierno, para castigarles por sus pecados, y para entregarles en manos del poder de los gentiles, expulsándoles de su faz. En ese principio se funda todo lo que sigue. La destrucción con ira del rey de las diez tribus tendrá lugar porque el pecado de Efraín debía ser castigado.

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