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JOEL 1, 1–2, 17 JUICIO DE DIOS Y LLAMADA AL
ARREPENTIMIENTO

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La tierra de Judá ha sido devastada por varias invasiones sucesivas de langostas, que han destruido todas las semillas, con los frutos de campos y jardines, todas las plantas y los árboles, en medio de un calor sofocante. Todo ello ha inducido al profetas a elevar una alta lamentación ante ese juicio de Dios, que no tenía paralelo en momentos anteriores de la historia de Israel, pidiendo a todo el pueblo que elevara oraciones a Dios en el templo, en medio de un intenso ayuno, lamentación y llanto, a fin de que él pudiera suspender el juicio.

El primer capítulo contiene una lamentación por la ruina de la tierra (1, 2‒20; el segundo describe el juicio como un tipo y anuncio (comienzo) del próximo día del Señor, que la congregación tiene que anticipar con un día de ayuno público, con arrepentimiento y oración (2, 1‒17). En esa línea, Jl 1 describe la magnitud del juicio y Jl 2, presenta su significado en relación con la nación de la alianza.

Tras una llamada a considerar la devastación que ha caído sobre la tierra (1, 2‒4) por la invasión de las langostas, el profeta condensa de esta forma la lamentación que sigue a causa de la calamidad: (a) Primero llama a los “embriagados”, para que despierten (1, 5‒7). (b) Después invita a la congregación en general, para que se lamente, en gesto de penitencia (1, 8‒12). (c) Finalmente pide que los sacerdotes que instituyan un servicio penitencial (1, 13‒18). Joel ofrece una razón para cada una de estas llamadas, tras haber descrito de un modo más preciso la calamidad correspondiente; finalmente, condensa su lamentación pidiendo a todos que eleven su oración para que la tierra sea liberada de la destrucción (Jl 1, 19‒20).

Hubo una inusitada oleada de devastaciones de la tierra de Judá por medio de invasiones de langostas, que destruyeron todos los semilleros de plantas, todos los frutos de campos y jardines, todas las plantas y los árboles, una oleada que estuvo acompañada por un calor sofocante, indujo al profeta a proclamar una fuerte lamentación, poniendo de relieve el juicio tan grande Dios, y llamando a todas las clases de la nación para que se reunieran en oración en el templo, con ayuno, lamentación y llanto, a fin de que él pudiera desviar y detener el juicio.

En el primer capítulo, la lamentación se refiere especialmente a la ruina de la tierra (Joel 1, 2-20); en el segundo, el juicio se presenta como tipo y señal (comienzo) de la aproximación del día del Señor, que la congregación tiene que anticipar por medio de un día de público ayuno, de arrepentimiento y oración. En esa línea, Jl 1 describe la magnitud del juicio; y Jl 2, 1-17 su significado en relación con la nación de la alianza.

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