Читать книгу Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426) - Cicéron - Страница 38

183 (IX 15) (Finca de Formias, 25 de marzo del 49)

Оглавление

Cicerón saluda a Ático.

Después de haberte remitido una carta para hacerte saber que César estaría en Capua el 26, me trajeron otra de Capua diciendo que estará aquí el 27 y en Alba con Curión el 28. Cuando lo vea, me iré a Arpino. Si me concede el permiso que le pido, me atendré a sus condiciones; si no, conseguiré algo de mí mismo. Como me escribe Lepta, él ha colocado legiones separadas en Brundisio, Tarento y Siponto. Me parece que está cortando las salidas por mar aunque él mismo mira más a Grecia que a las provincias hispanas. Pero esto está bastante lejos.

A mí ahora me preocupa mi encuentro con él (de hecho [2] ya está aquí) y por otra parte me horroriza su primera acción. Pues querrá, creo, elaborar un decreto del senado y otro de los augures 129 (me veré arrastrado, o vejado si no estoy) con objeto de que un pretor celebre elecciones consulares o bien nombre un dictador, nada de lo cual es legal. Mas si Sula pudo lograr que se le nombrara dictador y general de la caballería por un interrex 130 , ¿por qué no va a poder éste? No encuentro ninguna salida excepto ser tratado por éste como un Quinto Mucio o por el otro como un Lucio Escipión 131 .

Cuando leas esto, quizá me haya reunido ya con él. [3]

‘¡A aguantar…!’ 132 :

ni siquiera aquello mío fue «‘más perro’». Pues había esperanza de un pronto regreso, había una lamentación de la gente. Ahora ansío marcharme, pero con qué esperanzas de retorno, no me viene a la mente la menor idea. Por otra parte no sólo no hay ninguna lamentación de los ciudadanos y los campesinos, sino que, por el contrario, todos le temen como a hombre cruel y colérico. Sin embargo nada me da más tristeza que haberme quedado y nada más ganas que volar a compartir no tanto la guerra como la huida. Y tú, que has estado aplazando todos tus planes para el momento en que conociéramos lo sucedido en Brundisio, ¿qué? Ya lo sabemos; y no estamos menos empantanados. En efecto, tengo escasas esperanzas de que me conceda el permiso, aun cuando aduzco muchas razones justas para lograrlo. Pero te mandaré enseguida toda la conversación entre él y yo recogida sin omitir palabra.

[4] Esfuérzate ahora de la forma más cariñosa en ayudarme con solicitud y prudencia. Ha venido tan de repente que ni siquiera puedo ver, como había decidido, a Trebacio 133 . Todo lo he de hacer sin preparación. No obstante, como dice aquél 134 ,

‘unas cosas tú mismo… ,

las otras un dios te dará… ’

Lo que haga, lo sabrás de inmediato. Los encargos de César a los cónsules y a Pompeyo, que me pides, no los tengo, pero Macio trajo las contestaciones, que es lo que te mandé antes 135 ; de ellas pienso que se pueden deducir esos encargos. Filipo está en Neápolis, Léntulo en Puteoli. Respecto a Domicio, sigue intentando saber, como haces, dónde está y qué piensa.

En cuanto a tu comentario de que he escrito respecto a [5] Dionisio con más dureza de la permitida por mis costumbres, fíjate qué anticuado soy. Pensé, a fe mía, que te tomarías este asunto con más preocupación que yo. Pues dejando aparte el hecho de que en mi opinión te debe afectar más la injuria que cualquiera me haga, éste además te ofendió también a ti mismo de alguna manera al tratarme tan mal. Pero a ti te corresponde juzgar la importancia que le das a esto, y desde luego no te impongo ninguna carga en el asunto. Yo por mi parte siempre lo consideré poco cuerdo; ahora lo considero además infame y criminal, y aun así no más enemigo mío que de sí mismo. Atendiste bien a Filargiro 136 . De hecho tenías una defensa verdadera y favorable: que yo he sido el abandonado, no el que abandonó.

Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426)

Подняться наверх