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2. LA DECISIÓN DEL JUEZ O DEL CLIENTE
ОглавлениеNo hay que olvidar que el objetivo final del abogado, más allá del persuadir, es la decisión judicial o, en su caso, la decisión pragmática de su cliente; y que esto depende de que justifiquemos las valoraciones y convenzamos. Sobre la decisión y sus diferentes métodos se ha hablado mucho. Entendemos por «decisión» lo que expresa el lenguaje corriente: desear, querer, valorar, deliberar, decidirse por, preferir, actuar, hacer, etc., lo cual tiene relación con la voluntad, la libertad, la práctica, la conducta, la norma, la valoración, etc. Tratar uno de estos términos trae a colación algunas de las ideas expresadas por los otros. Es de aceptación común el considerar que se elige y decide en función de una deliberación en la que interviene la «razón» (argumentación). Ésta sopesa los pro y los contra y, sobre todo, los «valores» en virtud de los cuales se efectúa la elección-decisión.
La decisión es la idea central que acompaña implícitamente y en todo momento a la técnica de la argumentación. Esta afirmación se puede considerar intelectualista. Otros pueden decir que dicha idea forma parte de la lógica informal. De cualquier modo, la elección final del juez irá acreditada, en primer lugar, por la argumentación y, posteriormente, por la lógica formal o informal. Utilizando la expresión de Diotima (14): la sabiduría del juez se verá apoyada por la «recta valoración».
Para decidir se tienen que «elegir» entre unos hechos y su valoración y otros y la valoración de estos. Se elige lo que nos parece mejor entre dos o más hechos, valoraciones o argumentos en cada caso. También, se elige entre dos alternativas cuando se considera que una se ajusta a ciertas condiciones establecidas (valores) y otra no. Pero, lo que engloba a estas posibilidades es que no se puede hablar de decisión, sobre todo en derecho, sin hablar de elección.
Frente a las proposiciones de las partes enfrentadas y sus diferentes valoraciones, el juez se enfrenta a una tarea de «preferir y postergar» (18). Pero, preferir es diferente que elegir. Y es muy importante no confundirlos. Se prefiere un bien a otro o un valor a otro, con independencia de los depositarios, sin exigir contenidos argumentales. Se prefiere un valor común a una opinión personal o un valor útil a uno justo. Elegir, o sea, decidir es diferente. Para decidir es necesario contrastar o enfrentar y justificar (argumentar) las alternativas o ideas elegidas sobre las que se ha de tomar una decisión.
¿Cómo considera el juez o el cliente la relatividad valorativa que hace posible la licencia democrática de valorar y decidir sobre los hechos y el autor de los mismos? ¿Cómo puede esa relatividad de los valores ser tratada, corroborada o apoyada por la argumentación legal antes de decidir? Poco a poco, todas estas preguntas recibirán una adecuada respuesta en la técnica de la argumentación que voy a desarrollar a partir del siguiente capítulo.