Читать книгу ¿Podemos vivir en una civilización sin dios? - Emilio Vaschetto - Страница 31

Günther Anders, la miseria mental

Оглавление

El segundo autor al que quiero referirme es Günther Anders que, como dije anteriormente, pertenece a la misma corriente de pensamiento que De Martino. Para referirme a él he tomado un filósofo español, Ramón Alcoberro i Pericay, quien tiene un trabajo en la revista I pensament titulado «Günther Anders, conciencia de las catástrofes del siglo XX»37. Anders fue un filósofo polaco, judío laico, nacido en 1902 y muerto en 1992. Fue uno de los primeros críticos de la tecnología y probablemente uno de los pioneros en la interrogación acerca de la relación entre el hombre y la máquina. Fue periodista, luchador antinuclear y crítico de la sociedad industrial, además de alumno de Cassirer, Husserl y Heidegger. Además, fue el primer esposo de Hannah Arendt. Anders —que en alemán significa «otro» o «de otra manera»— es el seudónimo que usó desde 1930, el cual viene a ser un juego de palabras con el nombre de su primera esposa (quien se divorció de él por considerarlo un pesimista insufrible). Arendt decía que era un tipo estrafalario, difícil de soportar, que odiaba constantemente día tras día; más aún, era alguien que se sentía obligado a odiar, como si eso le sirviera de algo. Ante esa declaración él respondió: «Somos contemporáneos de los tiempos del fin».

De todas maneras, entre La obsolescencia del hombre de Anders38 y La condición humana de Arendt39, hay una profunda afinidad de fondo —aunque Anders sea mucho más moralista y Arendt se dirija de manera más clara al pensamiento político—.

Comparte con Arendt, Brecht y Benjamin, el diagnóstico de que la humanidad ha llegado a una miseria mental a la cual se suma una falsa sensación de seguridad y de riqueza. Dice que vivimos en la época oscura del totalitarismo tecnológico que tiene, además, un carácter universal, porque pese a que Hiroshima está en todas partes nos hemos vuelto inmunes al horror. La sociedad del consumo vive adormecida, dominada por mecanismos ideológicos forjados bajo el nazismo y el comunismo, pero donde la democracia no solo no los ha desarmado sino que los ha consolidado. Precisamente por eso, la humanidad de hoy es incapaz de comprender los signos que anuncian su fin siniestro. Destruida por el supuesto progreso que nos hace felices, la función de la filosofía, para él, es procurar que no se olvide esa miseria existencial humana.

Anders es casi monotemático, su obra se reduce a una larga reflexión sobre las consecuencias de la tecnología y sobre la existencia de la bomba atómica. Ese mundo, ya sin ideología —que es fantasma y matriz del presente expresado en la televisión— nos priva de la posibilidad de tener alguna experiencia inmediata del mundo. Es lo que debe ser pensado. Y debe ser pensado porque es el lugar real donde habitan los humanos, ya que la bomba no va a caer solo sobre los universitarios. La no-verdad se realiza de forma triunfal mediante la televisión y la ideología se convierte en superflua por el hecho de que las novedades, por el solo hecho de su difusión, se han vuelto reales.

En una correspondencia con Claude Eatherly, uno de los pilotos que arrojo la bomba atómica, enuncia:

[…] lo que ayer fue realidad, en la de su presupuesto, fundamentalmente no ha variado. Es igualmente posible de nuevo hoy, que el tiempo de lo monstruoso no haya sido nada más que un simple interregno. Cuando se ha perjudicado a un ser humano, resulta difícil consolarse. Pero en su caso hay otra cosa: usted tuvo la desgracia de haber apagado doscientas mil vidas, ¿dónde se encontraría la potencia de sufrimiento correspondiente a doscientas mil vidas apagadas? ¿Cómo arrepentirse de haber matado a doscientos mil seres humanos? Sea el que sea el esfuerzo que usted haga el dolor de ellos y vuestro arrepentimiento nunca estará a la altura.

¿Podemos vivir en una civilización sin dios?

Подняться наверх