Читать книгу ¿Podemos vivir en una civilización sin dios? - Emilio Vaschetto - Страница 43
Una clasificación posible
ОглавлениеLa idea de la tesis surgió a partir de mi trabajo en una cárcel durante algunos años. Entrar a una cárcel supone necesariamente encontrarse con tatuajes, es inevitable encontrar que todos están tatuados. Particularmente, la relación entre esas marcas y el nombre propio fue lo que trabajé y quedó plasmado en mi libro. Los internos están tatuados de diferentes maneras, no todos los tatuajes tienen una misma función, ni responden a una misma lógica. Al inicio no encontraba un sentido a aquellas marcas que veía, las cuales no dejaban de captar mi atención. Mi trabajo fue ubicar las escasas referencias en Freud y Lacan para poder encontrar un cierto orden a lo que veía. A partir de allí pude establecer las siguientes categorías:
En primer lugar los tatuajes vinculados a lo identificatorio. Las referencias son el «tótem» en Freud y el «rasgo unario» en Lacan. Allí ingresa quien se tatúa algún equipo de fútbol, por ejemplo de River Plate o de Boca Juniors —si nombramos dos de los más conocidos—. Es decir, aparece cierta cuestión de pertenencia a un determinado grupo. Pero también, si uno lo piensa en el campo de las instituciones cerradas y de los delitos, existen tatuajes que vinculan a su portador con el pasaje por dichas instituciones. Son aquellos tatuajes que los presos llaman «escraches». Los realizan de manera muy desprolija en cuanto a su terminación, con bordes irregulares, ya que son hechos con agujas de coser y con tinta de bolígrafo. Al introducir ese pigmento, el tatuaje queda con un color gris azulado, con una definición poco uniforme. A partir de una serie televisiva se hizo conocido un tatuaje muy frecuente entre los presos; se trata de los cinco puntos de la cara de un dado que suelen hacérselo en la mano, generalmente en la tabaquera anatómica, cuyo significado es muy preciso. Para quien lee los tatuajes, quien sabe leerlos, esto tiene una significación especial. Por ejemplo, ese tatuaje significa que cuatro policías hicieron «caer» a un preso, y luego esto se revierte, quedando cuatro presos encerrando a un policía. Explicación que me dio en algún momento un interno. Es muy frecuente ver esto y también ver el tipo de pertenencia a lo delictual en otros grupos, por ejemplo, los «yakuzas» en Japón o las «Maras» en Centroamérica. Son formas de pertenencia a una determinada agrupación delictiva. La primer categoría pues —para ordenar los tatuajes— serían estos tatuajes ligados a lo identificatorio.
En segundo lugar se encuentran aquellos tatuajes ligados a lo estético o a lo erótico. La función de estos últimos resulta más evidente. Menciono algunas referencias para quien quiera buscarlas. En el seminario 5 es donde Lacan trabaja la relación entre el deseo y la marca. En el seminario 10 menciona a Lévi-Strauss y su referencia a los colonos que llegaban a América y veían a las mujeres con sus cuerpos desnudos totalmente tatuados y ornamentados, lo que provocaba un efecto de fascinación en los europeos. En el seminario 11, hay otra referencia —además de la que mencionamos—, donde habla de la anamorfosis: se refiere a un pene tatuado que pasaría del estado de reposo al estado de erección y la fascinación que eso provocaría. Se trata de una «trampa para el ojo» (trompe-l’oeil).
Volvamos a la cita del seminario 11 para poder completarla y ver como en ella Lacan ubica los dos costados que comentaba anteriormente. Antes cité una parte: «…el tatuaje, la escarificación. La incisión tiene precisamente la función de ser para el Otro». Y continúa diciendo: «…señalando su puesto en el campo de las relaciones del grupo, entre cada uno y todos los demás».
En una misma cita aparece la lógica que permite ordenar esos tatuajes con los que me encontré. Esta clasificación me servía de marco, de anclaje para abordar un tercer tipo, uno que no encajaba en aquel listado. No me dediqué a esos tatuajes, sino al tatuaje del nombre propio, veía personas privadas de su libertad, que se tatuaban su propio nombre en el cuerpo. Empezaron a surgir preguntas: ¿qué quiere decir esto? ¿A qué obedece este tipo de tatuaje? ¿Qué función cumplen? Lo primero que surgió, (así aparece propuesto por Lacan) es que ese tatuaje parecía una etiqueta, equivalente a aquellas que en la escuela primaria se ponen en el cuaderno. Esas etiquetas identifican la pertenencia, entre otras cosas, para que no se pierdan. Lacan habla del «marbete» y es una indicación clínica muy interesante.
Una pregunta empezó a insistir: ¿por qué alguien se marcaría con su propio nombre el cuerpo? Les adelanto mi hipótesis: este tatuaje resulta una segunda marca que suple a aquélla primordial. Ahora bien, lo que tendríamos que situar es esa primera marca y cuál fue su operatoria. De ahí también se desprenderá si se trata realmente de una segunda marca en sentido estricto. ¿Por qué una segunda marca? Porque algo de esa primera marca que debería haber operado, evidentemente no se inscribió, algo que se tendría que haber inscripto no funcionó, no operó y esta marca en el cuerpo vendría a suplir aquello que no funcionó. Sabemos que la función paterna, la función del padre es siempre fallida. Entonces, el asunto a dilucidar es si el tatuaje del nombre propio es una marca que oficia como primera o segunda.
En alguno de estos casos ni siquiera esa falla [de la función paterna] parece haber operado, dando como efecto un cuerpo con un funcionamiento muy particular. Un comentario resulta pertinente, y es que el cuerpo dentro de una institución cerrada como la cárcel, funciona de una manera muy particular. Pensaba en situaciones específicas: alguien que como forma de protesta se cose la boca, o quien para salir de un determinado pabellón adonde podría correr riesgo, se traga una hoja de afeitar y así concurrir al hospital. Es muy distinto como funciona el cuerpo en general a como funciona el cuerpo en la cárcel.
Mi idea es que este tatuaje en particular funcionó como un anudamiento, como aquello que permite que el cuerpo, entre otras cosas, tenga cierta consistencia.