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El sufrimiento en cuatro fuentes
ОглавлениеComo recordarán, Freud enumera las tres fuentes principales de sufrimiento: el propio cuerpo, las fuerzas de la naturaleza y las relaciones con nuestros semejantes. Hay una cuarta fuente, una fuente no explícita, pero que subyace a toda la argumentación: uno mismo puede ser la causa primordial del sufrimiento. Es decir, el sujeto actuando contra sí mismo. La pandemia ha sacudido estos tres niveles —podríamos decir los cuatro, si incluimos al sujeto actuando o trabajando contra sí mismo—. En primer lugar, porque nos ha confinado en la vivencia de reducirnos a nuestro cuerpo. En algunas de las reuniones que ustedes han tenido, Vaschetto ha recordado la definición de Lacan sobre la angustia como aquello que experimentamos cuando nos reducimos a nuestro cuerpo. Efectivamente, el confinamiento ha puesto en primer plano el sentimiento de que el cuerpo cobra una presencia cada vez más indeseable. En segundo lugar, porque nos ha confrontado una vez más con la superioridad abrumadora de la naturaleza. A pesar de que los gobiernos tenían la información sobre la inminencia de una pandemia, ninguno (salvo Alemania) quiso prestar la debida atención. Nadie ha querido saber sobre la absoluta vulnerabilidad que nos caracteriza. Y yendo a la tercera fuente de la que habla Freud, la relación con nuestros semejantes, digamos que el contagio y este sintagma espantoso de la distancia social (digo espantoso porque me llama la atención lo poco o nada que se ha cuestionado esta expresión cuyo uso se ha implantado tan rápidamente en el mundo entero) han arrastrado los lazos sociales a un espacio de desconfianza y amenaza que despiertan lo peor: el fantasma del otro como un enemigo potencial.
Esa fraternidad inicial que dio la vuelta al mundo, la fraternidad de los balcones, ha dado paso a la denuncia del elemento «impuro» que hay en el cuerpo social de la comunidad de vecinos y finalmente en la comunidad de toda una nación, por supuesto. Una de las consecuencias más interesantes es que todos los días se revela un dato más sobre el fraude que en los últimos veinte años nos vendieron las grandes compañías de Silicon Valley, que fabricaron un relato que ha calado profundamente y que nos prometía una prolongación impresionante de la duración de la vida. Hasta poco antes de la pandemia, compañías muy serias anunciaban que en un plazo no mayor de diez o quince años alcanzaríamos un promedio de vida de ciento treinta o ciento cuarenta años. Todo es avalado por innumerables estudios supuestamente científicos, realizados por prestigiosas universidades, en los que se anunciaba la inminente erradicación absoluta de la mayoría de las enfermedades. Todo esto ha demostrado ser una estafa. Estamos a años luz de ver cumplidas todas estas supuestas promesas. Toda esta creencia en la omnipotencia tecnológica ha saltado en pedazos, y ha quedado en evidencia que un microscópico virus es capaz de producir una catástrofe de magnitudes inimaginables, sin que la tecnología pueda hacer absolutamente nada.
Voy a culminar con un comentario anecdótico, pero que me parece oportuno. Como saben, en los últimos años se habló mucho del famoso coche sin conductor. El New York Times acaba de publicar una investigación donde se demuestra que eso es absolutamente falso. Faltan muchas décadas para que se pueda fabricar todo lo que se había promocionado. Google tiene dos grandes empresas: Alphabet, dedicada a invención y fabricación de aparatos, que había anunciado cosas que están muy lejos de producirse, y Calico, dedicada a la investigación en ciencias aplicadas a medicina. Una gran parte de los proyectos que anunciaba como de inminente realización, también ha resultado ser una gran mentira, en especial lo referido a la erradicación de las enfermedades y la prolongación de la vida. Creo que allí tenemos una fuente que Freud evidentemente no podía prever, y sin desconocer las ventajas innumerables que la tecnología nos puede ofrecer, nos damos cuenta de que no existe ninguna tecnología que sea neutral. Toda tecnología tiene una carga ideológica importantísima, y no es necesario ahondar mucho para descubrir cuál es y cuál va a permitirle a las grandes tecnológicas potenciar tu beneficio económico.
Bueno voy a dejar aquí para conversar un poco. Por supuesto que lo de «El malestar en la cultura remasterizado», el título de esta charla, tiene algo de chiste, pero es la propuesta de que podamos construir entre todos una nueva lectura guiada por la enseñanza de Lacan.