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IV.1. Una nueva etapa: la superación de los estereotipos de género
ОглавлениеConviene partir de un mapeo de las características que presenta el mundo rural para, después, a partir de ahí, añadir las particularidades que se presentan en cuanto al papel de la mujer en un contexto de transición ecológica.
En primer lugar, las características específicas que presenta el sistema productivo y del empleo del mundo rural, en comparación con el mundo urbano, conllevan unas claras desventajas: economía muy dependiente de pocos sectores; relevancia del sector agroalimentario; relevancia de las ayudas, subsidios y subvenciones; predominio de pequeñas empresas; alto peso del empleo autónomo en comparación al asalariado; tasas más bajas de actividad femenina; escasas oportunidades para personas con nivel de formación medio/alto; dependencia económica y de servicios de núcleos urbanos. Asimismo, en segundo lugar, las características de la población en el hábitat rural son específicas frente a núcleos urbanos: baja densidad de población; por regla general, deficiente sistema de comunicaciones con núcleos cercanos; mayor grado de masculinización; índice de mayor envejecimiento; además, en tercer lugar, el mundo rural presenta unas características especiales de trabajo: menor oferta de trabajo público; menor proporción de empleo, excepto en las áreas turísticas; importancia de la empresa familiar; gran dependencia de la actividad económica de un único sector (agrario, pesquero); gran estacionalidad de los trabajos; alta participación de la mujer en el trabajo total como consecuencia de su participación en el trabajo agrario y en la industria alimentaria. En cuarto lugar, a su vez, los problemas que han encontrado las mujeres en el inicio y gestión de sus negocios han sido del tenor de miedo a la inversión y a asumir la responsabilidad como empresaria; temor a no poder atender bien a la familia (cuidado a hijos pequeños y atención a personas mayores); desconocimiento del proceso de gestión de un negocio; falta de normativa clara en algunas actividades (turismo rural, restauración); difícil acceso a la formación continua43. Estos cuatro aspectos citados permiten entender el contexto del entorno rural a partir del cual hay que diseñar las estrategias del papel de la mujer con relación al desafío de la transición ecológica actual.
Las funciones que tradicionalmente han venido desempeñando las mujeres en el ámbito rural han sido las de colaborar en la gestión de actividades agrícolas o explotaciones ganaderas, en las que primaba la figura masculina, y donde la mujer complementaba la ayuda a tales tareas con su labor principal, que era el cuidado de la casa y de la familia. Se trataba de una actividad improductiva, en la que el cónyuge o los hijos eran quienes cotizaban y recibían remuneración44. El trabajo de la mujer no era considerado ni socialmente, ni estadísticamente, ni políticamente. Por otro lado, su función en el ámbito de los cuidados, en entornos rurales con municipios pequeños, donde no se cuenta con toda la red de servicios públicos de núcleos urbanos (geriátricos, residencias de personas mayores, actividades extraescolares, guarderías, centros de educación especial) ha hecho que la atención a todas esas necesidades haya recaído en las mujeres45. A pesar del desempeño de estas funciones tradicionales, con el consiguiente desgaste que suponen estas tareas para las mujeres, la red de asociaciones de mujeres en el ámbito rural es amplia: actividades culturales, de ocio, formativas, encuentro con otras organizaciones. Ello permite revitalizar la tradición cultural, artesanal y gastronómica de estos núcleos rurales46. Con todo, muchas veces, estas actividades siguen perpetuando los tradicionales roles, haciendo más difícil su modificación.
Progresivamente, la mujer en el mundo rural ha ido encontrando nuevas oportunidades de empleo en otras actividades, tales como: turismo rural; agricultura ecológica; transformación artesanal de productos agroalimentarios; servicios y cuidados a las personas de proximidad; trabajo a domicilio en el mundo rural (confección, orfebrería), abriéndose al turismo en todas sus amplias posibilidades (rural, turismo activo47, turismo histórico-artístico –como el de fiestas y recreaciones históricas–48, turismo inteligente), a la actividad empresarial en el mundo rural, y otros muchos empleos que, con el actual sistema de teletrabajo, las mujeres vienen desarrollando49.
Por ello, la actividad económica que emana del entorno rural y que finaliza o se reduce drásticamente con motivo de los cierres obligados por la transición ecológica, no debe trazarse exclusivamente diseñando nuevas oportunidades como una forma de compensar al varón, considerándole como el más afectado por la pérdida de empleo, sino que a la mujer50 –junto con los jóvenes y personas en riesgo de exclusión que son tomados en consideración en tales programas–, debe hacérseles partícipes de esas estrategias que permitan llevar a cabo tal transición justa.