Читать книгу Águilas - Fló Guerin - Страница 38

Llama

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Hemos montado una mesa grande con los caballetes y un tablón que han traído los vecinos. Encima, están colocadas las palanganas, las garrafas de agua, la taza de metal con los cepillos de dientes dentro. En la otra punta, el hornillo, el cazo y la sartén, los víveres y los platos de plástico.

Los muchachos han dejado la cama en el centro de la habitación, es gigantesca, parece sacada de un cuento de hadas, o de una película de terror. Hemos apilado varias capas de mantas en el somier de alambre, con los macutos medio vacíos nos hemos hecho almohadones. Cuando todo se quedó muy quieto, salí a la calle con la linterna y busqué piedras grandes y planas para pegar varias velas juntas. Sus llamas se reflejan entre sí y brillan más fuerte, como Federica y yo cuando nos amamos.

Ahora ella duerme y yo miro las sombras bailar entre sus piernas. Reposa de perfil frente a mí, tapa su sexo con una mano ahuecada, aprovecha su calor. Cuando me contó cómo iba lo del baño, volvieron sus carcajadas, sus vocales abiertas. Dijo: «Cal para la mierda, tierra para el pis, una palita a cada descarga. Cuando el agujero está lleno, se mueve la garita unos metros y se hace otro». A mí me pareció muy práctico.

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