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6. Miércoles 8 de agosto de 2046

Una semana después de nuestro encuentro, no había recibido llamada alguna de Édgar, por lo que me atreví a llamarlo, pero no obtuve respuesta. En los días anteriores había pensado en mi plan B, C, y hasta D, de ser rechazado, pero no quería tener todavía contacto con ellos, porque confiaba en mi amigo, aunque, por otro lado, sabía que la aceptación de mi propuesta no estaba del todo con él.

Aproximadamente a las 10:00 p. m. recibí su videollamada en mi pulsera inteligente, de donde se desplegó un holograma y apareció Édgar, simplemente para comunicarme que, aunque estuvo peleando por mis recursos y, a pesar de que me reconocían como un gran profesional, la idea de investigar e incomodar a la alta esfera de la CONCACAF (así me conocían), no era conveniente para su cadena televisiva, pero que me agradecían el interés de querer trabajar con ellos.

Al finalizar la videollamada, recordé las palabras de Édgar el pasado miércoles: «tendrías muchísimo más reconocimiento y dinero si todo ese talento lo dirigieras a temas menos rebuscados, complicados y peligrosos». Siempre he sostenido que no tiene mucho sentido realizar lo mismo que la mayoría. Yo no me considero el único que intenta buscar vertientes a las noticias, pero creo que somos los menos, y eso es un sentimiento reconfortante, el saber que las personas te lo agradecerán, que no escuchan lo mismo que en cualquier canal de comunicación, que lo que reciben, de verdad, es interesante. En lo que a mí respecta, como lo he dicho siempre, lo común me aburre.

2048: El juego final

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