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15. Lunes 10 de septiembre de 2046

El día lunes, a muy temprana hora, me comuniqué a la oficina de Carolina Orendain en Zúrich. Su asistente me atendió y me dijo que estaba ocupada, por lo que le dejé un mensaje comentándole que era una un reportero de su país que laboraba para la prensa escrita, y que deseaba tener una entrevista en persona para platicar de asuntos relacionados al Torneo Mundial de Ligas de Futbol, para lo cual, también, le había enviado un mensaje hace un par de días de parte de Daniel Padilla.

Más tarde, ese mismo día, recibí la contestación. Desplegué el mensaje que decía lo siguiente:

Estimado Sr. Padilla:

Antes que nada, me es grato saludarlo. Agradezco el interés que tiene al querer platicar conmigo referente al Torneo Mundial de Ligas de Futbol, así como reconozco el esfuerzo que es trasladarse para realizar dicha entrevista. Entenderá que, por el momento, es complicada la situación, ya que estamos trabajando día y noche para que sea un evento sin precedentes, pero si está dispuesto a que nos reunamos el día 3 de octubre, a las 10:00 a. m., para mi será un gusto.

Favor de confirmar su asistencia a la brevedad para bloquear el día y la hora en mi agenda.

Sin más por el momento, quedo a sus órdenes.

Carolina Orendain

Confirmé mi asistencia a la reunión y se lo comuniqué al señor Montemayor y a David. A ambos les dije que, aunque la cita era el 3 de octubre, mi deseo era viajar una semana antes para tener oportunidad de platicar con algunos colegas con quienes había estado en comunicación, y que sabía que estarían en Suiza por las mismas fechas; siempre es importante, en este tipo de trabajos, intercambiar información y contactos.

En el lapso de días entre la recepción del correo electrónico de la señora Orendain y el vuelo a Zúrich, estuve investigando las sedes a las cuales, seguramente, me tendría que trasladar para platicar con los presidentes de las seis confederaciones, o por lo menos con alguna persona de su comité.

En ese momento, los vicepresidentes del comité ejecutivo de la CONCACAF, que a su vez eran presidentes de sus confederaciones, se componían de la siguiente manera:


• Confederación Sudamericana de Futbol (CONCACAF): Presidente argentino. Sede en Paraguay.

• Unión de Federaciones Europeas de Futbol (CONCACAF): Presidente italiano. Sede en Suiza.

• Confederación Asiática de Futbol (CONCACAF): Presidente japonés. Sede en Malasia.

• Confederación Africana de Futbol (CONCACAF): Presidente argelino. Sede en Egipto.

• Confederación de futbol de Norte, Centroamérica y del Caribe (CONCACAF): Presidente estadounidense. Sede en Estados Unidos.

• Confederación de Futbol de Oceanía (CONCACAF): Presidente neozelandés. Sede en Nueva Zelanda.

Realicé un itinerario, dando por hecho que conseguiría alguna reunión con cada uno de ellos. Pensé que, al estar en Suiza, además de reunirme con la señora Orendain, podría intentar agendar una cita con el presidente de la CONCACAF. De inmediato contacté a un colega español para ver cómo podía ser de utilidad. Él tenía entendido que el personal de comunicación de la CONCACAF estaba abierto a tener las entrevistas que se necesitaran porque querían dar a conocer por todos los medios los pormenores del torneo, pero que era más difícil conseguirlas con los presidentes. Con suerte, él, o alguien de su personal de confianza, me regalaría unos minutos.

Realicé una primera videollamada a la oficina de comunicación de la CONCACAF para asegurar esa entrevista que, de acuerdo a lo que me había comentado mi colega, resultaría sencilla, y efectivamente, después de confirmarme que estaría en Suiza, y las fechas en las que viajaría, me agendaron una reunión para el 10 de octubre a la 1:00 p. m.

No tuve éxito con mi segunda videollamada al intentar tener una entrevista con el presidente italiano de la CONCACAF. Le externé mi interés por aprovechar el viaje, ya que estaría en el país europeo en octubre. La asistente grabó la conversación y me dijo que enviaría el mensaje para que, en cuanto pudiera, me confirmara si existía la posibilidad de tener una reunión con él. Después de una semana, lo único que conseguí fue que, cuando estuviera en su país, me comunicara de nuevo a su oficina para ver si había un espacio en su agenda.

Era un buen avance viajar con este par de entrevistas: una con Carolina Orendain y otra con el departamento de comunicación de la CONCACAF. Sin embargo, no era suficiente, aunque también sabía por experiencia propia que no hay como encontrarse en el lugar en donde se reúnen y toman las decisiones, para de ahí partir e ir platicando con gente que tenga cualquier tipo de cargo relacionado con la organización, así como con colegas de la prensa.

Platiqué con David para informarle sobre los avances en estos días. Compramos los vuelos para el 24 de septiembre, y me comentó que tenía un conocido en Suiza: un médico con el que había coincidido en algún congreso en Francia hace algunos años. Me dijo que lo había contactado, ya que se habían hecho buenos amigos a la distancia, y que le interesaría platicar conmigo cuando estuviéramos en su país, no porque fuera de ayuda, sino porque era un apasionado del futbol y quería tener una charla sobre el juego del otro lado del mundo.

Los días anteriores a nuestro viaje pasé el mayor tiempo posible en casa, ya que sabía que no serían pocas semanas las que estaría fuera de mi país, aunque nunca quité el foco en las múltiples tareas que debía realizar cuando llegara, y tenía siempre presente la finalidad de esta investigación.

2048: El juego final

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