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9. Martes 28 de agosto de 2046

El siguiente martes envié un mensaje al Sr. Montemayor para recordarle nuestro acuerdo de poder resolver las dudas que habían quedado sobre la mesa, el cual fue contestado unas horas más tarde: «márcame a las 7:00 p. m., ya que tengo una reunión toda la tarde». Ni un minuto más, ni uno menos, llamé a su celular.

—Señor Montemayor, habla Daniel Padilla, ¿cómo está? —saludé.

—No muy bien, Daniel, pero bueno, parte del trabajo. A tus órdenes —se escuchaba agitado.

—¿Desea que le llame en otro momento?

—No, está bien, es simplemente que no tolero que siempre se quieran aprovechar de nosotros los organismos mundiales.

—No lo entiendo, señor.

—Llámame Martín, por favor. ¿Recuerdas que quedaron sin resolver algunas de las preguntas que me hiciste la semana pasada?

—Si —contesté.

—Pues ya tengo las respuestas, y vaya que te van a sorprender. La reunión de hace algunos momentos fue con amigos empresarios de telecomunicaciones, tecnología e infraestructura, con los cuales yo había platicado hace unas semanas y acordado que, para este evento, estaríamos trabajando de la mano, porque, aunque la tecnología innovadora no fuera de aquí, la parte de la infraestructura, montaje, adaptación y demás, lo manejaría con mis patrocinadores. Pero, ¿qué crees? Que la CONCACAF quiere comerse todo el pastel y quiere también, además de seleccionar un proveedor de los que casualmente ellos aprobaron, todo lo demás que te comento, pero eso sí, pagado por la confederación de cada continente. Eso sí que es no tener vergüenza.

—Te entiendo, Martín, y no se me hace justo para ustedes ni para tus patrocinadores. ¿Esto es definitivo?

—Así es, Daniel. El día de mañana tendré unas videollamadas por separado con otras confederaciones para preguntarles su sentir ante esto, y poder tener armas para mantener a mis patrocinadores, porque los estamos dejando fuera del juego, y no es poco lo que aportan esas marcas a toda la zona de CONCACAF.

—No te preocupes, te dejo para que te tranquilices, descanses y puedas pensar mejor el día de mañana.

—Gracias, Dany. Seguimos en contacto.

Era un tema muy delicado por obvias razones, pero, a la vez, después de mi experiencia en el tipo de investigaciones que realizo, no me sorprendió en nada, y no debería de sorprenderle a él tampoco. El pez más grande del mundo referente al futbol (en este caso la CONCACAF) se come a uno más pequeño (en este caso una confederación). Después, ese pez se come a uno más pequeño (que sería la federación de un país), y ese pez al siguiente (que sería la liga nacional), y así sucesivamente.

2048: El juego final

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