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7. Jueves 9 de agosto de 2046

Temprano inicié la exploración de mi plan B, para lo cual recurrí a un compañero de trabajo que también conocí muy bien hace algunos años. Él trabajaba en la segunda cadena de televisión más importante del país, aunque en la parte de redacción, y decidí llamarlo.

—César, ¿cómo estás, amigo? Habla Daniel Padilla.

—A tus órdenes mi querido Daniel, ¿todo muy bien por acá y tú?

—Excelente. Quiero ver la posibilidad de que me puedas conseguir una reunión con Rigoberto Amezcua, me imagino que sigue como director de deportes con ustedes.

—¿Será relacionado al tema de moda, el Torneo Mundial de Ligas de Futbol?

—Correcto, César, quiero ver la posibilidad de plantearle una propuesta de trabajo de investigación, y ver si está interesado.

—Claro que sí, aunque debo decirte que vas un poco tarde. Entiendo que la mayor parte de los recursos ya se asignaron, pero no perdemos nada con intentarlo, ¿no crees?

—Sería un gran gesto de tu parte si me ayudaras con esto.

—Claro, Daniel. Dame el día de hoy y te aviso para cuándo se puede tener esta reunión. No te desesperes, sabes que estamos trabajando a marchas forzadas con todo este tema.

—Gracias, César. Quedo en espera.

Para mi sorpresa, ese mismo día, por la tarde, recibí un correo de Rigoberto Amezcua, el cual desplegué desde mi muñeca izquierda. El texto decía:

Estimado colaborador:

Me han informado sobre la investigación que quieres realizar con nosotros, pero no estamos interesados en este momento. Los temas son bastante delicados, y lo que pretendemos no es desinformar a nuestra audiencia. Lo que queremos es despejar todas las dudas que se tienen acerca del torneo, hacer la cobertura de los acontecimientos que se llevarán a cabo en los próximos meses y hasta que inicie la justa, y, finalmente, cerrar con la transmisión del evento en sí. Agradezco tu interés por trabajar con nuestra televisora.

¡Saludos cordiales!

Rigoberto Amezcua

Me quedé atónito. No le había platicado a César cual sería la vertiente de mi investigación. ¿Cómo le pudo haber informado al Sr. Rigoberto? La única persona que sabía era mi amigo Édgar Fuentes, pero trabajaba en la televisora con la que competía, aunque es bien sabido que, entre rivales de cadenas, normalmente suele existir una gran amistad entre directivos, y la puesta teatral de competir por la audiencia y de enfrentar a sus talentos es, únicamente, parte del show. Lo que sí tenía bastante sentido era que, casualmente, los argumentos de las dos televisoras iban por el mismo sendero: «es demasiado atrevido».

El fin de semana siguiente, invité a cenar a un amigo cercano que conozco desde hace muchos años. David Manríquez fue compañero mío desde que estudiamos el bachillerato, y desde esos tiempos nos volvimos muy buenos amigos. Extraña relación, ya que tenemos gustos completamente diferentes. A él le gusta mucho ir a un buen restaurante y comer de forma espectacular, y a mí no tanto; a mí me gusta beber y la fiesta, y a él no tanto; a mí me encantan los deportes, y él los odia. David es el tipo de amigo que está siempre para escucharte, regañarte y aconsejarte de acuerdo a lo que él cree sensato y correcto, y, aunque uno piense que no tiene idea de lo que uno le platica porque desconoce del tema, siempre tiene un buen comentario que transmitirte y, normalmente, atinado. En fin, tiempo después cada quien formó su vida, pero disfrutamos mucho de la compañía cuando nos vemos.

Finalizando la cena, me comentó acerca de sus planes para retirarse a los sesenta años, ya que me decía que su labor era muy desgastante y no tenía el tiempo suficiente para disfrutar lo que había logrado. Por otro lado, yo le comenté acerca de lo que había vivido recientemente, desde que se anunció el Torneo Mundial de Ligas de Futbol (del cual, por cierto, él no entendía un carajo), hasta mi entrevista con Édgar, con César, y el correo de Rigoberto Amezcua. Al finalizar mi relato, yo me quería centrar en el tema del porqué un amigo mío de una cadena televisiva le había avisado a otro directivo de la emisora con la que competía, pero para David lo importante fue cuestionarme el cómo iba a conseguir entonces los recursos para mi investigación.

Después de tan agradable velada, y de los cuestionamientos y consejos de David, decidí que era momento de buscar la forma de poder realizar mi investigación sin un «patrocinio» de algún medio de comunicación, ya que, al parecer, mi propuesta no cumplía con los requerimientos que ellos deseaban, pero tampoco podría financiar de mi bolsa algo tan costoso, tomando en cuenta que los implicados y la información, mayormente, se encontraban en Europa, y los presidentes en cada una de sus confederaciones, por lo que tenía que encontrar otra alternativa.

2048: El juego final

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