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Soy un hombre feliz

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Durante meses sus correligionarios dan por cierto que Mijaíl ha muerto y lo incorporan a la iconografía de mártires revolucionarios («apenas acababa de llorar a nuestro amigo Bakunin», se lamenta Proudhon en carta a Herzen). Recién en noviembre del 51 sus hermanos Nicolai y Tatiana son autorizados a visitarlo. «Oh, amo a Misha con toda la fuerza de mi alma», cuenta Tatiana a Pavel tras confesar que no ha querido informarle de algunas desavenencias que por entonces dividen a la familia.

En febrero de 1854 le permiten escribir tres cartas a sus hermanos. En ellas da cuenta de su deplorable estado de salud: «Se trata, creo, de hemorroides, complicada por otras cosas que ignoro; los dolores de cabeza no me abandonan ya casi ni un momento; mi sangre está en total rebelión, me sube al pecho, a la cabeza y me ahoga y me dificulta la respiración durante horas enteras, y oigo casi siempre en mis oídos un ruido semejante al producido por el agua al hervir; dos veces al día, sin falta, tengo fiebre, antes de mediodía y por la tarde, y durante el resto del día me atormenta un malestar interno que me quema el cuerpo; [...] la única ocasión en que he podido verme en un espejo, me encontré horrorosamente feo». Se debate con ferocidad ante el aburrimiento y la inmovilidad, relata su intención de sobrellevar con dignidad las horas de encierro, pero confiesa que quisiera morir veinte veces cada día. Tiene dos objetivos que lo ocupan de modo constante: la libertad o el suicidio.

Un mes más tarde es llevado a la fortaleza de Schlusselburgo, donde las condiciones no mejoran sustancialmente, aunque ahora le permiten que su hermano le lleve algunos libros, y lo dejan dar un paseo diario y tomar un vasito de vodka antes de cada comida. Lo desespera la falta de tabaco, y pronto será víctima del escorbuto, lo que le provoca terribles dolores y la pérdida de toda la dentadura.

A comienzos de 1855 y tras la muerte de Nicolás I, sube al trono de Rusia el zar Alejandro II. La familia Bakunin se apresura a pedirle al monarca el indulto para Mijaíl, pero el zar lo descarta de plano. Las peticiones se suceden una tras otra sin la menor fortuna; él le ruega a su hermano que, en caso de no serle concedida la libertad, le haga llegar veneno a la cárcel. Recién en marzo de 1857 el emperador conmuta la pena de prisión por el exilio de por vida en Siberia. Unas semanas más tarde es llevado a Tomsk, una región fabril donde conoce a una familia polaca, los Kwiatkowski, que trabajan en la industria del oro. Mijaíl da clases de francés a las dos hijas. Una de ellas se llama Antonia, y el 28 de marzo de 1858 él escribe a su madre una breve esquela: «Dame tu bendición, quiero casarme. La joven que ha aceptado unir su suerte a la mía es instruida; es buena y noble; te envío su retrato».

Tiempo después el matrimonio se establece en la ciudad de Irkutsk, en la Siberia oriental. Desde allí escribe a su viejo amigo Herzen, en Londres. Le cuenta que hace ya dos años que se ha casado, que es un hombre feliz, pero que está dispuesto a arrojarse a sus viejos pecados en cuanto se presente la ocasión. «Puedo repetir las palabras de Fausto: soy demasiado viejo para contentarme con jugar, demasiado joven para haberme quedado sin deseos».

En junio del 61 deja la ciudad por unos días, con el pretexto de hacer un viaje de estudios por el mar de Amur. Apenas llega al puerto sube a una pequeña embarcación, y cerca de la costa logra abordar un velero americano a punto de poner proa a Japón. Cuando las autoridades se percatan de lo sucedido, envían un vapor en su persecución, pero ya es muy tarde. El luchador está en altamar llenando sus enormes pulmones de un aire nuevo y liberador.

En octubre llega a San Francisco. Atraviesa California rumbo al sur, cruza Panamá, se embarca hacia Nueva York y antes de fin de año arriba a Boston. Se contacta allí con algunos conocidos. Es un invierno muy frío, pero la luz del Atlántico lo conmueve y lo llena de ansiedad. Por fin, en la mañana del 27 de diciembre desembarca en Liverpool y antes de caer la noche está en Londres. Allí lo recibe Herzen. Allí Mijaíl quiere recomenzar su lucha. Siente que ha nacido por segunda vez.

Las mil cuestiones del día

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