Читать книгу Más allá de las lágrimas - Isaac León Frías - Страница 27
9.8 La implantación de subtítulos en las películas habladas en inglés o en otras lenguas
ОглавлениеCuando el cine sonoro empieza a imponerse en la producción de los Estados Unidos, confronta de inmediato una dificultad: la comprensión (o, mejor, incomprensión) del inglés en los países no angloparlantes. Aunque pueda sonar a broma, se llegaron a estrenar películas en inglés sin subtítulos en diversos países hispanohablantes. La reacción de la industria hollywoodense no fue inmediata y tampoco podía serlo por las insuficiencias tecnológicas del momento. Ya no resultaban prácticos los intertítulos del periodo en retirada pues cortaban indebidamente el curso de la acción (también en el cine mudo, pero era más tolerable o, al menos, se hizo habitual) y no podían cubrir la totalidad de los diálogos. Pero la técnica del subtitulado aún era incipiente y de primer momento tampoco se podía proceder de manera eficiente al doblaje. Estos dos recursos tomaron un tiempo en el cual se fueron decantando las opciones. Hollywood intentó la vía de las producciones en español y en otras lenguas sin prever que los países con industria y algunos que no la tenían no se iban a quedar con la “boca cerrada”, para decirlo de una manera alusiva.
Es así que los países más poblados de Europa (Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, España) y otros más, con el respaldo de una actividad fílmica previa sostenida y con laboratorios que se abren pronto al sonido, optan por el doblaje como una manera de “preservar” la difusión de sus propias lenguas y de afirmar la riqueza y el valor simbólico de la identidad nacional, lo que va a ser particularmente significativo en Alemania, Italia y España por los regímenes ultranacionalistas de Hitler, Mussolini y Franco. También establecieron ese sistema como una línea de trabajo para los profesionales del sonido y los actores locales, inaugurando con ello de manera permanente el doblaje de voces de tan larga trayectoria en los espacios del cine.
En América Latina, en cambio, carente de una industria fílmica previa, la opción elegida es la del subtitulado de las películas en otras lenguas. Los italianos emplean la expresión traduttore, tradittore y, en efecto, toda traducción altera o, en el peor de los casos, deforma o falsea el sentido de la lengua original. Pues bien, eso lo hace principalmente el doblaje porque aquí está en juego no solo el sentido que proviene de la lengua escrita, sino el más complejo sentido de la lengua hablada, con todo aquello que la caracteriza y que no se ciñe a las palabras como tales sino también —y cuánto— a la pronunciación, a la intensidad, al tono y a la cadencia verbales. En ese sentido, el subtitulado es el “mal menor” y permite que, aunque no se entienda, se pueda escuchar la sonoridad de la lengua original. Podemos, por lo tanto, sentir alivio ante lo que ha sido en nuestros países un hecho contundente que, no obstante, corre peligro en estos tiempos del nuevo milenio en el que se expande el doblaje de las voces en muchas películas y salas, contrariando las prácticas a las que el cine hablado en inglés y en otras lenguas nos tenía habituados.
La implantación del subtitulado a comienzos de los años treinta favoreció el impulso de la producción local. Por un lado, porque una parte importante de la población en toda la región era analfabeta o le costaba trabajo la lectura rápida. Y, por otro, incluso en el caso de los que leían, la novedad de escuchar la propia lengua en la pantalla y con los matices verbales locales era estimulante, más aún en tiempos de acentuación nacionalista. Pese a que hubo políticas industriales de neutralización de los acentos idiomáticos propios en México, Argentina y en otros países, y que el habla local no se suelta del todo hasta después de 1960, el factor de identificación y autoestima a través de las voces cuenta mucho en el apoyo del público. Más aún en el caso de la pronunciación mexicana, muy clara y “arrastrada”, o de la argentina, bastante acentuada y bien modulada. Otro hubiese sido el caso, probablemente, de los acentos caribeños o de otros países sudamericanos.