Читать книгу El Hispano - José Ángel Mañas - Страница 25
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Оглавление—Por cuestión de edad —dijo Leukón—. Es natural que el primogénito enlace con la primogénita. Ávaros insiste en que sea así. Es una de las condiciones que impone. Quiere ver casada a la coja primero.
Idris le mantuvo la mirada. Pensó que en lo muy profundo a Leukón aquello le satisfacía.
—De todas formas, no te debo ninguna explicación —continuó Leukón—. Como jefe de Numancia te digo lo que ha de ser y tú obedeces. Te casarás con Anna y tu hermano con Aunia.
—No me casaré con ella, no.
—¿Qué acabas de decir?
Leukón no esperaba que el polluelo le replicase. Era la primera vez que Idris le plantaba cara y le miró con incredulidad.
—He dicho que no me casaré con ella —dijo Idris—. No me casaré con Anna. Y no por coja, sino porque es a Aunia a quien quiero.
Leukón hizo como si no le hubiese oído. Repitió marcando cada sílaba que era una decisión tomada. Era una orden suya avalada por el consejo de ancianos tras una negociación complicada. Pero Idris por primera vez en su vida no agachó la cabeza y mantuvo una actitud retadora.
El resultado fue que la mano del padre se disparó y golpeó al joven, quien, aturdido, permaneció en el suelo.
Hasta ese momento cada vez que su padre le golpeaba Idris bajaba la cabeza y aceptaba el castigo.
Sin embargo, aquel día en su interior se revolvieron todos los demonios. Tras levantarse, miró a Leukón y cargó contra él con toda la rabia acumulada desde niño. Lo empujó con ambas manos. Leukón tropezó. Con los ojos inyectados en sangre, el hijo agarró su báculo. Le golpeó. Lucharon por el báculo. Y quién sabe en qué habría terminado todo aquello si no se hubieran interpuesto Stena y Retógenes.
—¡Vete! —El jefe echaba espumarajos por la boca—. ¡Fuera de mi vista, muchacho infame! ¡Te casarás con quien yo te diga y harás lo que yo te ordene! ¡Y si no, te irás mañana mismo de esta ciudad! ¡Desaparece de mi vista! ¡No quiero tenerte más bajo mi techo!