Читать книгу Historia de la República de Chile - Juan Eduardo Vargas Cariola - Страница 24

LA AGRICULTURA EN CHILOÉ RODOLFO URBINA BURGOS

Оглавление

Las autoridades chilenas que llegaron a hacerse cargo de la provincia de Chiloé en 1826, después de la firma del Tratado de Tantauco, la hallaron pobre, mal explotada y subsistiendo con dificultad con un desventajoso comercio de trueque. A juicio de los nuevos funcionarios, el clima y los suelos improductivos hacían infructuoso cualquier adelanto en la agricultura, que también era entorpecido por el arcaísmo de la cultura campesina insular. Pedro José Barrientos apunta, sin embargo, que el gobierno central, fundado en esos primeros informes, omitió hacer esfuerzos por mejorar la agricultura chilota213.

Hasta 1859 no hubo cambios importantes en la actividad. La agricultura se reducía a cortas superficies cultivadas en los terrenos ondulados de la franja costera norte y este de la Isla Grande y adyacentes, las mismas tierras despejadas durante la colonia que describieron los cronistas del siglo XVIII. Allí vivían 45 mil habitantes en 1840 y 95 mil en 1880, y el esquema de utilización del espacio no varió, como tampoco el modo de vida asociado al bordemar, con la pesca, la recolección de mariscos, la tala del bosque para la construcción y la calefacción, y una agricultura trabajada con métodos rudimentarios y que, además, carecía de un mercado de cierta envergadura.

Las superficies agrícolas extendidas desde la península de Lacuy, por el norte, hasta el paraje de Huildad, en el área de Quellón, por el sur, estaban constituidas por pequeñas parcelas de dos a 10 cuadras destinadas principalmente al cultivo de la papa y, en menor escala, al trigo. Era una economía de mera subsistencia donde cada familia construía su minifundio haciendo claros en el bosque mediante el roce o a golpes de hacha, extendiendo lo ya despejado cuando crecía la familia, pero conservando un retazo de monte para proveerse de leña. Se seguía así con un modo de habitar que venía desde la colonia, que no se alejaba de la orilla del mar, valorada como despensa y camino. Un típico minifundio estaba formado por la casa familiar de madera con piso de tierra y techo de paja, el campanario para colgar las espigas de trigo, el establo y el chiquero de los cerdos. Junto a la casa, la huerta, y más allá el papal y el trigal. En la pampa contigua, el caballo, los bueyes y las ovejas. Semejante cuadro sintetiza el modo de vida rural de Chiloé en el siglo XIX.

Historia de la República de Chile

Подняться наверх