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LA MINERÍA DEL ORO

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Fue notoria la disminución de la producción aurífera después de la emancipación. Las 67 minas en producción en el país en 1802, según Juan Egaña, con más de 130 trapiches, no llegaban a 10 a mediados del siglo. Esta situación, ligada probablemente al auge de la plata desde el descubrimiento del mineral de Arqueros, no impidió que se continuara la extracción del mineral, aunque con rendimientos muy reducidos. En Atacama se explotaron los minerales de Jesús María, al sur de Copiapó, y en Coquimbo los yacimientos de Andacollo —además del cobre, el oro, que se trabajaba desde el siglo XVII, se extraía de los placeres de La Coipa y La Coipita, y de las minas de Churumata y del Toro337—; del Torno, 30 kilómetros al oriente del mineral de La Higuera, en Coquimbo, con minas y placeres338; de Illapel, asiento minero surgido de los lavaderos de oro del lugar y donde se trabajaron durante el siglo XIX varios yacimientos, el principal de los cuales fue el grupo de la Chamuscada, y de Petorca, en cuyos cerros se descubrieron vetas de oro entre 1740 y 1745, los que exhibieron mayor continuidad. Allí, por ejemplo, el mineral de Las Vacas comenzó a explotarse en 1829, para paralizar en 1845 por haberse inundado las labores. Pero también se explotaron los placeres de Punitaqui, cerca de Ovalle, cuando había agua para ello; de Casuto, al sureste de la caleta de Chigualoco y al noreste de Los Vilos, donde se descubrió abundante oro en el último tercio del siglo XVIII, y que se volvió a poner en operación en 1843 con buenos resultados, aunque tres años más tarde empezó a decaer al inundarse las labores subterráneas; de Catapilco, en las ramificaciones del cordón de la cuesta de El Melón; de las quebradas de Malcara y Alvarado en la provincia de Valparaíso; de Llampaico, en el valle de Casablanca; de Tiltil, también trabajados desde el siglo XVIII; de Niblinto, al este de la ciudad de Chillán y los riquísimos de la Montaña Negra, en el departamento de Lebu.

En octubre de 1869 comenzó la explotación del oro en el río del Carbón, que flanqueaba entonces el poblado de Punta Arenas, y el gobernador Óscar Viel inició el otorgamiento de pertenencias, que a esa fecha alcanzaron a 15. El lavado se hacía con platos de madera o chayas y con longtons, canaletas de madera en que se echaba el material que a continuación se lavaba. “Hasta aquí —informaba en diciembre de ese año— no se ha sacado nada de oro en polvo, pues, con el imperfecto modo de lavarlo se desperdicia todo el oro de esa clase, contentándose solo con pepitas más o menos grandes”339. En la memoria correspondiente al periodo octubre de 1868-mayo de 1871 se dejó constancia de haberse enviado a Valparaíso e Inglaterra 10 mil 500 gramos de oro, por valor de 25 mil pesos. En la memoria que cubrió abril de 1871-abril de 1872, Viel informó de la extracción de al menos 15 kilos de oro. La llegada, en febrero de 1875 del ingeniero de minas inglés John G. Hamilton y de Federico Shanklin, de igual nacionalidad, originó un estudio del potencial aurífero del ahora llamado río de las Minas. El gobernador Diego Dublé Almeida informó en 1876 de la constitución de una sociedad para efectuar trabajos de canalización para una explotación cabal de las arenas. La iniciativa, sin embargo, no tuvo éxito340.

Sostuvo Vicuña Mackenna que el descubrimiento de placeres auríferos en California en 1848 desvió un importante contingente de mano de obra a ese lugar, lo que pudo haber influido en el deterioro de la minería del oro en Chile341. En verdad, el número de emigrantes, muy distante de las cifras exageradas que se han dado342,

difícilmente pudo haber determinado el descenso de la producción aurífera. Parece más razonable suponer que el desplazamiento de la mano de obra fue impulsado por la plata de Atacama. Una explicación más convincente sobre el deterioro de la minería del oro parece estar, una vez más, en la naturaleza de la actividad. Esta, cuando se practicaba en los placeres auríferos, es decir, en terrenos arenosos ricos en oro en polvo y en pepitas, exigía capital solo para la alimentación del minero —labor en que participaban muy a menudo mujeres y niños— y la paciencia de este para lavar en la chaya las arenas auríferas. Fue, pues, un trabajo eminentemente individual y de escasa productividad, sin perjuicio de lo cual se estimaba en el siglo XIX que más del 80 por ciento del oro producido en el mundo tenía ese origen343. Y, como es evidente, concluida la búsqueda en un placer determinado, terminaba la extracción. Las labores en minas para obtener menas de cuarzos auríferos de gran dureza requerían de considerables capitales, de trapiches y de hornos, y cabe sospechar que entre los mineros existía mayor preferencia por invertir en yacimientos consolidados y de más elevados rendimientos, como eran los de plata de Chañarcillo o Tres Puntas. Debe advertirse que muy a menudo la minería del cobre estaba asociada al oro, lo que originaba el problema técnico de separar dichos metales.

Hubo en Chile empresas que intentaron el lavado por medio de la presión hidráulica, como fue el caso de la compañía La Ligua Mining Company, tras la cual estaba el empresario norteamericano John Flager, y que inició sus actividades en 1877 para tratar los cascajos auríferos de Catapilco344. El sistema pretendía llegar a placeres sepultados por gruesas capas de sedimentos, mas la reducida ley de oro de dichos cascajos hizo fracasar la operación.

Son pobres, por limitaciones metodológicas —al fácil contrabando del metal se debe agregar que del extraído en Punta Arenas no se llevaba una cuenta oficial, por haber libertad aduanera en la colonia—, las estimaciones sobre la producción aurífera durante el siglo XIX. La información estadística más confiable comienza en 1860, pero es útil para mostrar la decadencia de la minería del oro. Así, desde 1860 hasta 1881, límite temporal de este volumen, las producciones más elevadas correspondieron a los años 1862, con 53,2 kilos y 1876, con 52,2 kilos. Y para 1870 se anotan 300 gramos. Entre estos extremos, pues, osciló la producción de oro en Chile. Parece inútil recordar que, por la misma naturaleza de la actividad, la cantidad total de oro extraído no pudo ser recogida por las estadísticas oficiales345.

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