Читать книгу Historia de la República de Chile - Juan Eduardo Vargas Cariola - Страница 32
LA PERSISTENCIA DE PRÁCTICAS ANACRÓNICAS
ОглавлениеComo se ha examinado en otra parte238, hacia 1826 la producción de plata había experimentado un brusco crecimiento debido al descubrimiento del riquísimo yacimiento de Arqueros, en Coquimbo. La producción de oro, en cambio, había disminuido durante la década de 1820. Por su parte, la minería del cobre, como consecuencia de la reducción de los fletes marítimos y del interés de los mercados extranjeros, exhibió un sostenido desarrollo.
Tal vez el fenómeno más interesante que se percibe en la vida económica de la nueva república y que influyó en la actividad comercial y en la minería, fue la llegada de numerosos mercaderes, en especial ingleses, que, vinculados a casas británicas de Buenos Aires, Lima o de la metrópoli, tenían una práctica del comercio y un conocimiento de sus aspectos técnicos de los que carecían los locales. Había en el país tal ignorancia sobre créditos, intereses simples y compuestos, amortización, capitalización, bancos y vales de tesorería, que en 1822 El Mercurio de Chile se impuso la tarea de explicar a sus lectores esos conceptos239. Tempranamente se establecieron muchos comerciantes norteamericanos, también dotados de herramientas mercantiles ignoradas en el país. Para los años iniciales de la república, hasta 1840, se ha determinado la presencia de 622 extranjeros en Chile dedicados al comercio de minerales y metales, varios de los cuales se convirtieron en habilitadores y en dueños de minas240. No puede extrañar, por consiguiente, que muy pronto un área tan especializada como el comercio de metales, en la que antes de la emancipación se desempeñaban los comerciantes chilenos, pasara después de ella a manos de extranjeros.
Papel relevante en la temprana demanda por cobre tuvo la India inglesa y la participación en los negocios de metales de algunos calcuteños que se avecindaron en Chile, como John Sewell, de la casa Fletcher y Alexander, de Calcuta, asociado más tarde con Thomas Patrickson en la empresa Sewell y Patrickson, que operó en la zona del Huasco, o como Eduardo Abbott, radicado en La Serena. A partir de 1830 y hasta 1870, Chile se convirtió en un importante proveedor de cobre de Gran Bretaña, tanto en forma de minerales como de barras o ejes, gracias a modificaciones tributarias en ambos países y al sostenido descenso en los fletes marítimos. El destino de buena parte del mineral era Swansea, en Cornualles, el gran centro de fundición de la isla. Sin embargo, también llegó cobre chileno, aunque en forma de barras, a Liverpool y Londres241. Otro mercado para el producto fueron los Estados Unidos, en cuyo comercio destacaron algunos puertos de la costa atlántica, como Filadelfia.