Читать книгу Julio Camba: Obras 1916-1923 - Julio Camba - Страница 36

El «gin» en las tabernas

Оглавление

Psicología británica.

De paso por una calle excéntrica entro en uno de estos bares que Poe llamaba «los templos del demonio gin». El demonio gin es pálido, flaco y sombrío, a diferencia de nuestro dios Baco, tan alegre, tan gordo, tan hablador y de una divinidad tan campechana. En la puerta, unos cuantos chicos andrajosos aguardan a sus madres, que beben dentro. Las que ya no pueden tenerse en pie, están sentadas sobre un banco de pino. En torno del mostrador, los parroquianos se disputan los taburetes. Todo el mundo está borracho y nadie dice una palabra, como no sea para pedir una consumición.

Yo me fijo en una muchacha, muy blanca y muy rubia, que está sentada ante el mostrador, en un extremo de la sala. De cuando en cuando se hace rellenar su vaso y bebe. Tiene los ojos azules y puros, de una pureza ideal. Me acerco a ella y la oigo decir:

—One gin, please.

Y la voz es tan dulce, tan armoniosa, tan inocente, como lo sería la de una chica que pidiese agua.

¿Es posible que esta muchacha se emborrache de gin como un cargador de los docks? Porque no cabe duda de que está borracha, y si no lo estuviera, al paso que va no tardaría en estarlo. ¿Y esa mirada tan cándida? ¿Y ese aspecto angelical? Un viejo se acerca en esto a la muchacha y regatea un rato con ella. Al cabo de un momento salen juntos a la calle. La mirada de la muchacha es la misma.

Y es que esa muchacha es realmente cándida y angelical, aunque se entregue a un comercio innoble y a una bebida degradante. Esto no se ve más que en Inglaterra. En ninguna otra parte hay estos ojos ni estas almas.

Una muchacha inglesa confraterniza en un public-house con las gentes más abyectas del mundo. Bebe. Se emborracha. Oye proposiciones infames, y, si le convienen, las acepta. Sin embargo, esta muchacha no pierde nunca la pureza de su espíritu. ¿Es una inconsciente? Yo no trataré de explicarlo, porque yo mismo no lo entiendo. Es una inglesa, y nosotros no estamos organizados para comprender a las inglesas. Tal vez si al día siguiente se encuentra uno a la misma muchacha que salió del brazo con el viejo y le dice una cosa algo atrevida, ella quizá se escandalice, diciendo:

—¡Schocking!

Y, en este caso, se nos ocurra pensar que es una hipócrita. No. Se escandaliza sincera y profundamente.

Se puede llegar a entender el inglés en más o en menos tiempo; pero a los ingleses no los entenderemos nunca.

Julio Camba: Obras 1916-1923

Подняться наверх