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¿Desigualdad de qué?
ОглавлениеEn el capítulo anterior argumentamos que, para muchos, el concepto de equidad social está más vinculado a la igualdad de oportunidades que a la igualdad de ingresos. De hecho, si las oportunidades fueran de verdad parejas, cierto nivel moderado de desigualdad de ingresos sería perfectamente compatible con la idea de plena equidad distributiva. Desafortunadamente, medir y comparar oportunidades no es nada sencillo. Pese a que se han producido avances, el aparato analítico y estadístico que existe hoy para evaluar la igualdad de oportunidades es frágil, incompleto y fragmentado. Por esa razón los investigadores, los gobiernos, los organismos internacionales y la prensa usualmente sitúan a las medidas de desigualdad del ingreso en el centro de las discusiones sobre inequidad económica, aun reconociendo sus falencias y limitaciones conceptuales. La medición de la inequidad económica es un área donde lo posible le gana a lo perfecto. Nos gustaría medir y debatir sobre desigualdad de oportunidades, pero por ahora en gran parte terminamos discutiendo sobre las medidas de desigualdad de ingresos.**
Por fortuna, existe una relación más o menos estrecha entre las dos. Un país donde las desigualdades de oportunidades son profundas es seguramente un país donde las brechas de ingreso son anchas. El ingreso puede tomarse entonces como una variable que aproxima la idea de oportunidades. Como toda aproximación, no es perfecta, pero nos sirve para hacernos una idea cercana de la magnitud del fenómeno que idealmente quisiéramos medir.