Читать книгу Desiguales - Leonardo Gasparini - Страница 35

Clases

Оглавление

Una manera atractiva de simplificar la realidad social consiste en dividir a las personas en estratos o clases. La forma más popular es hacerlo en tres grupos: los pobres, la clase media y los ricos. El concepto es tangible e intuitivo; estas palabras inmediatamente desencadenan en nuestro cerebro imágenes e ideas que no surgen con tanta facilidad ante la mención de deciles o percentiles.

En la práctica, sin embargo, implementar una división en clases no resulta nada sencillo. ¿Dónde fijar el umbral que separa a la población pobre del resto?, ¿qué nivel de ingreso hace que una persona sea rica y no de clase media? Estas son preguntas imposibles de responder objetivamente, sin acudir a alguna arbitrariedad, a alguna convención social.

Mientras escribo estas líneas, en septiembre de 2020, en Argentina la línea de la pobreza oficial es de $ 6.081 mensuales. Naturalmente, una persona con un peso más que ese umbral ($ 6.082) no tiene ninguna ventaja en ningún aspecto relevante en comparación a otra cuyo ingreso es un peso inferior a la línea de la pobreza ($ 6.080). Esos escasos dos pesos no implican ninguna diferencia significativa en su capacidad de compra o en sus oportunidades de acceso a bienes y servicios. Y, sin embargo, las dos personas quedan ubicadas en categorías muy diferentes: oficialmente una es pobre y la otra no. El problema, naturalmente, no está en el valor de $6.081 que hoy utiliza Argentina para su línea de pobreza; cualquier otro valor generaría el mismo inconveniente. El problema central es que el ingreso es una variable continua: los ingresos van creciendo progresivamente a medida que nos vamos moviendo en la escalera distributiva. La diferencia entre dos escalones contiguos es casi imperceptible, pero cuando nos movimos muchos escalones y miramos hacia atrás las diferencias son grandes. En la realidad entonces no existen tres grupos claramente diferenciados de personas, con ingresos muy parecidos entre ellos y muy diferentes con los del otro grupo. Fijar los límites entre las tres “clases” es un ejercicio arbitrario: una convención social.

Ocurre lo mismo en muchos otros órdenes de la vida. Pensemos por ejemplo en la edad y pretendamos dividir a las personas en jóvenes, adultos y mayores. Aunque todos entendemos esos tres conceptos, es imposible que encontremos razones objetivas para fijar líneas de edad rigurosas que separen a esos tres grupos. Lo mismo ocurre con muchas variables continuas que encontramos útil categorizar. ¿Cuál es la temperatura en la que “deja de hacer frío”? ¿Cuál es la distancia a partir de la cual algo está “lejos”? El hecho de que no podamos definir objetivamente los conceptos de joven, o de frío, o de lejos, y que usemos definiciones distintas dependiendo del contexto, no significa que no sean categorías útiles para la vida diaria y para el avance del conocimiento. Lo mismo ocurre con los conceptos de pobreza, clase media o riqueza, y en general con toda división de la población en clases. Es absolutamente imposible definir objetivamente estos conceptos, pero aun así en muchas circunstancias es útil adoptar alguna convención social arbitraria para utilizarlos en el debate.

Suficiente para este repaso de instrumentos y problemas de medición. Echemos un vistazo ahora a la evidencia sobre desigualdad en América Latina.

* Más cercano en el tiempo, sumo a uno de mis escritores favoritos, Martín Caparrós, con El hambre.

** En la práctica muchos países calculan la desigualdad no sobre el ingreso sino sobre otra variable monetaria: el gasto de consumo. En América Latina el enfoque más extendido es medir desigualdades de ingreso.

*** El cálculo asume que cada uno tiene dos hijos, y que la riqueza se invierte para no perder el valor real, pero sin generar intereses reales.

**** Las encuestas de hogares no son homogéneas entre países de la región, y ni siquiera en un país a través del tiempo, por lo que el tema de la comparabilidad de los resultados es de gran relevancia. En este libro seguimos la metodología del proyecto SEDLAC (CEDLAS-UNLP y Banco Mundial) y hacemos todos los esfuerzos posibles para hacer las estadísticas comparables, utilizando similares definiciones de variables y aplicando métodos consistentes de procesamiento de los datos.

Desiguales

Подняться наверх