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Estamos mal pero ¿vamos bien?

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Un controvertido ex-presidente argentino reclamaba que no se debía juzgar la situación actual, sino la dirección del cambio. Para aquietar las quejas afirmaba que “estamos mal, pero vamos bien”. Parece claro que estamos mal en términos de desigualdad en América Latina, pero ¿vamos bien? ¿Es posible que nuestra visión negativa del alto nivel de desigualdad de la región sea menos pesimista porque de a poco esas desigualdades se están reduciendo?

Por algún tiempo ese fue el caso. Durante la década del 2000 la desigualdad de ingresos se redujo en América Latina. Cayó en todos los países, con independencia de la orientación política de sus gobiernos. Las razones son múltiples: rebote de crisis anteriores, excepcionales condiciones internacionales, políticas laborales activas, expansión de programas sociales. Vamos a analizar estas razones a lo largo del libro. Ciertamente, la caída de la desigualdad en esa década no fue espectacular, pero contrasta con el aumento en las dos décadas anteriores. La Figura 2 le pone números a este fenómeno: el promedio del coeficiente de Gini del ingreso entre los países de América Latina creció de 50 en 1980 a 52,8 en 2002. En la siguiente década la caída fue significativa: en 2012 el Gini había descendido unos seis puntos, alcanzando el valor de 47, y en 2014 estaba en 46,4.

Figura 2: Coeficiente de Gini del ingreso per cápita familiar.

América Latina


Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Nota: Promedio no ponderado de dieciséis países latinoamericanos. Las estimaciones para 2020 son aún preliminares.

Pero esa “primavera” pasó rápido: la caída de la desigualdad de ingresos se desaceleró o directamente se detuvo en todos los países en la década siguiente. El coeficiente de Gini estimado promedio para la región en el año 2020 era muy semejante al de una década atrás: la década del 2010 ha sido una “década perdida” en términos de mejoras distributivas. Y por supuesto, el comienzo de la nueva década no ha sido auspicioso. Todas las estimaciones, aún preliminares al momento de escribir estas líneas, sugieren un significativo aumento de la desigualdad en la región como consecuencia del impacto asimétrico de la pandemia del COVID-19.

En resumen, si bien hubo acción en la película de la desigualdad en América Latina —acción que vamos a contar y analizar en el resto del libro— la foto hoy no es muy distinta de la de algunas décadas atrás: América Latina sigue siendo una región muy desigual, sigue ubicada en los peldaños altos de la escalera de la desigualdad mundial, sigue teniendo “exceso de desigualdad”.

Desiguales

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