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Diseccionado una distribución

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Ya es tiempo de mostrar algunos resultados. Por los motivos que discutimos en las páginas anteriores vamos a concentrarnos en la distribución del ingreso usando información de las encuestas de hogares.**** Más tarde, cuando notemos las limitaciones de las encuestas, sumaremos otras fuentes de información complementarias. Como en la enorme mayoría de los estudios distributivos, nos focalizamos en el ingreso per cápita familiar, es decir, el total de ingresos del hogar dividido por el número de personas en ese hogar. Cuando en la prensa leemos una noticia sobre las brechas entre pobres y ricos, la mayoría de las veces se refiere a brechas en términos del ingreso per cápita familiar de cada grupo.

Sigamos el procedimiento habitual: ordenar a las personas de acuerdo a su ingreso (per cápita familiar) y luego agruparlas en diez estratos o deciles: el primer decil incluye al 10% de menores ingresos y el último decil al 10% de mayores ingresos. Cuando dividamos a la población en cinco grupos semejantes tendremos quintiles y si lo hacemos en cien grupos, percentiles. Veamos algunos valores para Argentina. En el año 2019 un argentino en el decil 1 tenía un ingreso per cápita familiar mensual de $2.627, un valor que no alcanzaba para comprar una canasta básica de alimentos. Una persona del decil 2 tenía un ingreso per cápita de $5.204: algo menos del doble que su compatriota en el decil 1, pero todavía un monto insuficiente para escaparle a una vida de privaciones. Los ingresos van creciendo gradualmente a medida que ascendemos en la escalera; en el decil 5 alcanzan algo más de $10.000 y en el 9 llegan a $30.000. El salto se magnifica en el decil más alto: el ingreso per cápita promedio supera los $58.000. Cuando miramos para atrás en la escalera de ingresos, el decil 1 ha quedado muy lejos: la brecha con el decil superior es de 22 veces.

22 es solo un número, difícil de traducir a la realidad. Hagamos un ejercicio de introspección y pensemos que nuestro ingreso aumenta 22 veces. Esto implica que tenemos la posibilidad de aumentar 22 veces nuestro nivel de vida, alquilar un departamento 22 veces más caro que el que alquilamos, pagar vacaciones 22 veces más costosas, ahorrar 22 veces más. Todo a la vez. Imaginemos ahora la situación opuesta: dividimos nuestro ingreso en 22 porciones y nos quedamos solo con una. Si ganábamos $1.000 por mes, ahora solo serán $45. El cambio en este caso es mucho más radical y difícil de imaginar. La vida en el primer decil es seguramente algo que ninguno de los lectores de este libro ha experimentado jamás.

Pero en la realidad las diferencias son aun mayores. Cada decil agrupa un gran número de personas, con ingresos diferentes. Si dividimos a la población ahora en cien percentiles, en lugar de diez deciles, las brechas se magnifican. En Argentina en 2019 la brecha entre el percentil 100 y el 1 era de 369 veces, y la brecha entre las personas con ingreso per cápita más alto y más bajo era de 13.682 veces: ¿22 nos parecía un número grande?

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