Читать книгу El hospital del alma - Lourdes Cacho Escudero - Страница 38

Оглавление

Densidad

Los humores de Hipatia salieron de mi cuerpo en febrero. El miedo fue de pronto una herejía e implantó su mandato en la órbita de la ternura. El sol se convirtió en extraño; la densidad del tiempo comenzó a depender del peso de las palabras y el volumen de la vida se ponía ante el astrolabio de mis pupilas. La doctrina de la prohibición tomaba entre sus manos la primera piedra y observaba de frente su amenaza; el paño que manchado entre mis piernas me nombraba mujer alertaba también de la rebeldía de mis caderas o del cuerpo desnudo de un amor que ya no era el impuesto. Los años me tendían su trampa, la túnica secreta de la luna me cubría los hombros, la piel de mi niñez era desollada por el vértice marchito del silencio… Aún no conocía el mar y la estrategia de las mareas se acomodaba en mi vientre con su reflujo, con su seductora fuerza, con su voz incansable. Creí que moriría, de pronto las muñecas pasaban a ocupar otra quietud y era inquieto el espejo en donde me miraba. Un ciclo me tenía en la puerta de cada estación: eran frías y lejanas las nanas deshojadas en una cuna, la muerte comenzaba a ser una posibilidad y mientras en mi piel, la primavera tejía su coartada, el miedo, acalorado, se ruborizaba entre mis piernas. Pero los planetas, mantenían su equilibrio alrededor del sol y describían su voz, como de costumbre. Caminé asustada entre la multitud por una Alejandría desconocida y en el templo de lo que no había que decir el aprendizaje de las constelaciones sedujo a la sensualidad de la noche que acababa de llegar y el amanecer secreto de una niña mudaba su piel en una tierra desconocida…

El hospital del alma

Подняться наверх