Читать книгу Como si existiese el perdón - Mariana Travacio - Страница 20
Оглавление14
Seguía extrañando el olor de la tierra seca y las tardes de ginebras en lo del Tano. Quería volver a estar sentado en esas mesas, a la hora del resplandor, cuando empezaba la noche. Pero era inevitable pensar que, aunque volviéramos, ya no podríamos estar ahí, solo viendo pasar las horas, como antes. No dejaba de pensar en Juancho y en el viejo Antonio. Un día le pregunté al Tano qué hubiera pasado si en vez de venirnos nos hubiésemos quedado. El Tano se quedó callado, después sacudió la cabeza como si se quisiera sacar de encima algo que lo incomodaba y me dijo que él también pensaba seguido en eso. Yo pensaba en eso y también pensaba que ya quería volver. No me animaba a decírselo, pero quería volver. Me costaba quedarme en este pueblo, sin saber lo que había pasado allá, donde habíamos dejado nuestras cosas, cuando nos vinimos.