Читать книгу Como si existiese el perdón - Mariana Travacio - Страница 21
Оглавление15
Aquella noche se me desordenaba en la cabeza. Quería repasarla, pero se me escurría. Un día me animé: Tano, ¿quién de nosotros lo mató? Los recuerdos me llegaban rotos. Me acordaba de Loprete apoyando el filo del cuchillo en la garganta del Tano, después el Tano que le agarra la mano y echa la silla para atrás, Juancho que saca su cuchillo, Loprete en el piso, nosotros tres alrededor, después la sangre sobre la tierra y el Tano queriendo taparle la rajadura, como si pudiera borrarla con las manos.
Fui yo, me dijo.
Yo no estaba tan seguro, los tres teníamos cuchillos, pudo haber sido cualquiera. Se lo dije. Y se ve que mi duda lo animó, porque se tocó el muñón de oreja que le quedaba y me lo contó todo de una vez. Así me enteré que el Tano sabía quiénes eran. Que los Loprete eran dueños de grandes campos y que era cierto lo que Loprete contaba aquella noche: grandes campos de agua. Y que ahí habían ido a parar mi padre y mi madre. Por trabajo. Y que ahí habían muerto los dos. Que el padre de los Loprete se había empecinado con mi madre, así me dijo: se empecinó con ella, Manoel. Tu padre aguantó todo lo que pudo. Pero un día, mientras limpiaba las caballerizas, le explotó la ira que tenía adentro. Toda la ira junta, Manoel. Y se le fue encima al patrón. Eso pasó. Y ahí nomás se acercaron dos peones, y el hijo mayor de Loprete, y se armó una cuchillada que duró muy poco. Un peón quiso ayudar a tu padre, pero no se atrevió. Fue el que después anduvo aliviando sus culpas con el viejo Antonio, cuando volvió al pueblo, ya enfermo, para morir. Dice que tu madre se interpuso en la pelea. Así murieron los dos, Manoel, en esa cuchillada.