Читать книгу Florecer - Martin E.P. Seligman - Страница 16

Ejercicio “Lo que salió bien” (también llamado “Las tres bendiciones”)

Оглавление

Pensamos demasiado en lo que sale mal y nunca lo suficiente en lo que sale bien en nuestra vida. Por supuesto, a veces es conveniente analizar los acontecimientos malos para aprender de ellos y prevenirlos en el futuro. Sin embargo, tendemos a pasar más tiempo pensando en lo que está mal en la vida que en lo que es útil. Peor aún, este interés en los acontecimientos negativos nos predispone a la angustia y a la depresión. Una forma de evitar que esto suceda es aprender a pensar y saborear lo que sale bien.

Por razones evolutivas de peso, la mayoría de nosotros no somos ni por asomo tan buenos para meditar en los acontecimientos favorables como para analizar los acontecimientos desfavorables. Nuestros antepasados que pasaban mucho tiempo deleitándose en los buenos acontecimientos en lugar de prepararse para el desastre no sobrevivieron a la Edad del Hielo. Por lo tanto,para superar la inclinación natural de nuestro cerebro a pensar demasiado en las catástrofes, es necesario trabajar y practicar la habilidad de pensar en lo que salió bien.

Todas las noches de la próxima semana, reserva diez minutos antes de ir a acostarte. Anota tres cosas que salieron bien ese día y por qué salieron bien. Puedes usar tu diario o tu computadora para escribir sobre estos acontecimientos, pero es importante que lleves un registro físico de que escribiste. No es necesario que las tres cosas tengan importancia primordial (“De camino del trabajo a casa, mi esposo compró mi helado favorito para el postre de hoy”), aunque pueden ser importantes (“Mi hermana acaba de tener un bebé sano”).

Al lado de cada acontecimiento positivo, responde la pregunta “¿Por qué ocurrió esto?”. Por ejemplo, si escribiste que tu esposo compró el helado, escribe: “porque mi esposo es muy detallista en ocasiones” o “porque le llamé a la oficina para recordarle que pasara al supermercado”. O si escribiste “Mi hermana acaba de tener un bebé sano”, podrías anotar como causa “porque Dios la cuidó” o “porque hizo todo lo que debía durante su embarazo”.

Al principio puede resultarte incómodo escribir por qué ocurrieron los acontecimientos positivos en tu vida, pero no dejes de hacerlo toda la semana. Cada vez te resultará más fácil. Lo más probable es que te sientas menos deprimida, más feliz y te vuelvas adicta a este ejercicio seis meses contados a partir de ahora.10

Además de ser un tipo poco ortodoxo, tomo mi propia medicina. Cuando realicé experimentos con electrochoques y perros hace cuarenta y cinco años, yo mismo me di una descarga eléctrica y probé las croquetas que los perros comían, que fue peor que la descarga. Por lo tanto, cuando pensé en el ejercicio de lo que salió bien, primero lo probé yo. Funcionó. En seguida lo probé con mi esposa y mis hijos. Volvió a funcionar. Luego lo probé con mis alumnos.

En los últimos 45 años, he dado clases de casi todos los temas en psicología. Sin embargo, nunca me he divertido tanto en las clases, ni mis calificaciones como profesor han sido tan altas como cuando doy clases de psicología positiva. En los veinticinco años que enseñé psicología anormal, no pude dejarles a mis alumnos una tarea significativa y experiencial: ¡no podían volverse esquizofrénicos un fin de semana! Todo era aprendizaje en libros, pero nunca podrían conocer la locura por experiencia propia.11 Sin embargo, cuando doy clases de psicología positiva, puedo pedir a mis estudiantes que hagan la visita de gratitud o el ejercicio de lo que salió bien.

De hecho, muchos de los ejercicios que funcionan empezaron en mis cursos. Por ejemplo, después de haber leído las publicaciones académicas sobre gratitud, pedí a mis alumnos que crearan un ejercicio de gratitud como tarea: de ahí nació la visita de gratitud que Marisa Lascher imaginó. En cinco cursos de psicología positiva, pedí a mis alumnos que practicaran en persona los ejercicios que habíamos ideado. Lo que siguió fue increíble. Nunca había visto un cambio de vida tan positivo en mis alumnos ni oído tantas veces las palabras más dulces que puede oír un maestro — me cambió la vida— para describir el curso.

Luego probé con una nueva divergencia. En lugar de dar clases a estudiantes universitarios, impartí cursos de psicología positiva a profesionales de la salud mental de todo el mundo. Impartí cuatro cursos telefónicos en vivo bajo los auspicios del doctor Ben Dean,12 que ha hecho su carrera profesional impartiendo cursos telefónicos de asesoramiento para educación continua de psicólogos clínicos titulados. Cada curso era de dos horas a la semana durante seis meses, y más de ochocientos profesionales (incluidos psicólogos, especialistas en crecimiento personal, terapeutas y psiquiatras) tomaron mi curso. Cada semana daba una conferencia en directo y luego asignaba un ejercicio de psicología positiva que seleccionaba de alrededor de una docena que tenía preparados para que lo practicaran con sus pacientes y clientes, además de hacerlo en su vida personal.

Florecer

Подняться наверх