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De la teoría de la felicidad auténtica a la teoría del bienestar

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Antes pensaba que el tema de la psicología positiva era la felicidad, que la norma de oro para medir la felicidad era la satisfacción con la vida, y que la meta de la psicología positiva era aumentar la satisfacción con la vida. Ahora pienso que el tema de la psicología positiva es el bienestar, que la norma de oro para medir el bienestar es florecer, y que la meta de la psicología positiva es aumentar el florecimiento. Esta teoría, que llamo teoría del bienestar, es muy diferente de la teoría de la felicidad y la diferencia requiere explicación.

La teoría de la felicidad auténtica tiene tres defectos. El primero es que la connotación popular y dominante de “felicidad” está inextricablemente ligada a estar alegre. La emoción positiva es el significado más elemental de la felicidad. Los críticos sostienen de manera convincente que la teoría de la felicidad auténtica redefine la felicidad de modo arbitrario y preventivo, ya que inserta la desiderata del compromiso y el sentido para complementar la emoción positiva. Ni el compromiso ni el sentido se refieren a cómo nos sentimos, y aunque deseemos el compromiso y el sentido, no son ni pueden ser parte de lo que “felicidad” denota.

El segundo defecto de la teoría de la felicidad auténtica es que la satisfacción con la vida ocupa un lugar demasiado privilegiado en la medida de la felicidad. La felicidad, en la teoría de la felicidad auténtica, se mide con base en la norma de oro de la satisfacción con la vida, una medida de autoinforme ampliamente investigada, que pide calificar en una escala del 1 al 10 el grado de satisfacción con la propia vida;20 dicha escala va de terrible (calificación de 1) a ideal (10). La meta de la psicología positiva se desprende de la norma de oro: aumentar la satisfacción con la vida en el planeta. Sin embargo, resulta que la cantidad de satisfacción que informamos está determinada por lo bien que nos sentimos en el preciso momento en que nos hacen la pregunta.21 El promedio de muchas personas indica que el estado de ánimo en el que uno se encuentre determina más de 70 por ciento de cuánta satisfacción con la vida siente y lo bien que uno considera que va su vida en ese momento determina menos de 30 por ciento.

Por lo tanto, la norma de oro de la psicología positiva se relaciona de manera desproporcionada con el estado de ánimo, que es la forma de felicidad que los antiguos, con cierto esnobismo, pero también con mucha razón, consideraban vulgar. Mi razón para negarle un lugar privilegiado a un estado de ánimo no es esnobismo, sino liberación. Considerar la felicidad desde el punto de vista del estado de ánimo condena a la mitad de la población mundial que tiene “poca afectividad positiva” al infierno de la infelicidad. Aunque carezca de alegría, esta mitad alicaída puede tener más compromiso y sentido de la vida que las personas vivaces. Los introvertidos son mucho menos alegres que los extrovertidos,22 pero si la política pública se basa (como investigaremos en el último capítulo) en maximizar la felicidad en su acepción de estado de ánimo, los extrovertidos obtienen muchos más votos que los introvertidos. Si la decisión de construir un circo en vez de una biblioteca se basa en la cantidad de felicidad adicional que dicha construcción producirá, tal decisión tomará más en cuenta a quienes son capaces de ese estado de ánimo festivo que a quienes son menos capaces. Una teoría que toma en cuenta los incrementos de compromiso y sentido, además de los incrementos de emoción positiva, es liberadora en el aspecto moral y más democrática para la política pública. Resulta que la satisfacción con la vida no toma en consideración el sentido de la vida ni el grado de compromiso que tenemos con nuestro trabajo o con las personas que amamos. La satisfacción con la vida mide, en esencia, el estado de ánimo festivo, por lo que no puede ocupar un lugar central en ninguna teoría que aspire a ser más que una “felicidología” .23

El tercer defecto de la teoría de la felicidad auténtica es que la emoción positiva, el compromiso y el sentido no agotan los elementos que las personas escogen por sí mismos. La frase importante es “por sí mismos”: para ser un elemento básico en una teoría, lo que uno escoge no puede servir a otro amo. Éste fue el cuestionamiento de Senia; ella afirmó que muchas personas viven para lograr algo sólo por el gusto de hacerlo. Una mejor teoría especificará de manera más completa los elementos de lo que las personas eligen. Por consiguiente, a continuación presento la nueva teoría y cómo resuelve estos tres problemas.

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