Читать книгу Psicopoética - Raúl Ernesto García - Страница 56
Apariciones
ОглавлениеUn diálogo psicopoético es aquel que trata de lo que acontece antes de lo que debería ser. Promueve sentidos que no se implican con ningún objetivo o finalidades a realizar, sino que subrayan un arraigo momentáneo, un mundo que se vive y que ha sido vivido en el instante, un mundo que se agota en el acto mismo de su enunciación. Recupera en su sensibilidad un apego por la condición divertida de lo cotidiano; manifestado, por ejemplo, en la ironía para con cualquier dispositivo de control o dominación, en lo humorístico del debate anodino o estúpido, en la participación desordenada de los movimientos corporales al hablar. Se trata de una interlocución inmersa por momentos en una intensa poética de lo inmanente. Elude las secuencias lineales en el intercambio, cambia de registro abruptamente y se constituye como un ejercicio discontinuo de afirmaciones variadas que no pretenden controlarse ni potenciarse en efectos terapéuticos o de desarrollo personal para los participantes. Acude a la presentación más que a la representación de realidades y, en todo caso, avala cierto desasosiego, cierto reconocimiento emocional de lo no permanente. Más que demostrar ideas, quiere mostrar el mundo. No pretende salvar a nadie ni promover la salud de nadie; antes bien propende a hundirse irreflexivamente en una especie de ebriedad primaveral y corpórea, que se vive muchas veces en el camino de la despreocupación.
Psicopoética constituye así una experiencia de interlocución en la que cada tema u objeto involucrado puede ser la ocasión de una epifanía; una experiencia que disfruta de las pequeñas cosas como apariciones inusitadas del vivir compartido. “La substancia deja lugar a los accidentes. El advenimiento de los seres y de las cosas se vive en una sinergia holística en el momento mismo del goce: el de la belleza del mundo”.96 Psicopoética es, por tanto, mundana y no universalista. No funciona como intención apriorística, sino que emerge desordenada, imprevisiblemente en el juego de los acontecimientos vitales de la socialidad: en los encuentros rituales de cualquier orden, en las reuniones de música y bares, en los viajes en grupo, en los intersticios de solemnes encuentros académicos o políticos, en los encuentros amistosos e informales, en los paseos por la ciudad. Pero, en todo caso, reactiva una interlocución que puede producir contradicciones que no se superan (ni pretenden superarse) en términos de consenso, sino que constituyen puntos de articulación para el devenir inventivo y complejo de los plexos existenciales en cuestión. Más que buscar explicaciones, psicopoética encuentra el acontecimiento. No persigue la cosa en sí como ha intentado el espíritu de la modernidad (lo verdadero, lo correcto, lo bueno, etc.), sino que encuentra muchas articulaciones concretas en el entretejido del encuentro dialógico, en la imperfección creativa de los participantes. Elude, además, diagnósticos precisos y, con ello, elude intervenciones efectivas. Así, en concordancia con su vocación de ruptura e innovación respecto de prácticas instituidas del diálogo interventivo, psicopoética no puede ser objeto de una intención de uso artificialmente construida. No constituye una práctica controlable a llevarse a cabo en determinadas condiciones. No puede ser objeto de ningún dispositivo de aplicación en cuanto su realización involucra lo que Gaston Bachelard ha denominado una adhesión a lo invisible; una poética que permite tomarle el gusto a un destino íntimo e irrepetible en el encuentro; que impugna el mandato de lo reproductivo y que defiende el diálogo como espacio posible para el despertar de la fascinación.97 Psicopoética es, pues, inaprensible e inapropiable. Desatiende cualquier orden de captura que gire contra ella la autoridad discursiva.