Читать книгу Psicopoética - Raúl Ernesto García - Страница 62

Asombro

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En psicopoética ocurre que la nave del diálogo que partió de un punto a otro parece regresar invirtiendo valores, traicionando su cometido original. Avanza retornando constantemente llena de fantasmas, locos, excluidos, herejes, salvajes, putas, muertos y olvidados. En los abatimientos de su ruta se impacta contra su propia idealidad. Propende al sabotaje de su propia estrategia discursiva. La nave vuelve sobre su propio mundo, pero es un retorno que no termina nunca. Regresa siempre, pero nunca llega al punto de partida, como si fuera un holandés errante, o un Ulises sin retorno, tal como sugiere Serres. En este sentido, psicopoética constituye un viaje extraordinario. ¿Qué significa esto? A partir de la reflexión del propio Serres108 intento ofrecer una respuesta: a) se trata de un viaje que acaece en el espacio simbólico, físico, cósmico o imaginativo y/o en un tiempo cualquiera, pasado, presente, futuro, ayer-mañana; un recorrido que va de un punto dado a otro deseado, pero no ubicado con precisión; en consecuencia, su primer itinerario es generalmente circular: se busca un lugar no conocido; b) suele ser un viaje más o menos enciclopédico, porque recorre ciclos del saber; implica y requiere conocimientos y experiencias previas, y c) deviene viaje iniciático porque rebasa la dimensión espacio-temporal y la condición enciclopédico-técnica para involucrar una condición apasionada y extraña; un interés por la imprevisibilidad, la risa y el asombro. De modo que si las prácticas dialógicas de la intervención profesional en las disciplinas vinculadas a la psicología promueven viajes ordinarios (esto es, viajes de interlocución de carácter diagnóstico, técnico, utilitario, reflexivo, normalizante o asistencial), psicopoética promueve viajes extraordinarios (esto es, viajes de interlocución de carácter estético, productivo, inútil, subversivo, imprudente, vivencial o entusiasta).

¿Y cómo llamar ese viaje detenido por pruebas y plagas, lluvia de sangre y nubes de langostas, travesía por el desierto y sorteo de pozos, aislamiento en alta montaña y traslado más allá de las aguas, ese viaje que termina con la contemplación deslumbrada del país prometido, vivificado por una red de venas líquidas y respirando la fortuna?109

El diálogo interventivo remite a normas de realización y protocolo, a la economía expresiva, a la búsqueda de lucidez y claridad. Sus líneas de avance son la pertinencia, la relevancia, el ordenamiento de afirmaciones acorde a estrategia más o menos prefijada. Psicopoética, en cambio, remite a banquete gratuito: sexo, rito, danza, ceremonia, delirio, injuria, cromatismo, broma, festín, magia, muerte, tragicomedia, feria, tabaco, aullido, quebranto. Su lugar no será tanto la pulcra sala de reuniones, el consultorio, escritorio o diván para un análisis, sino la mesa junto a la fruta y el vino: los olores de la carne asada desbordándose por la ventana, la música, el llanto, la carcajada repentina en días y noches que huyen apresuradamente. Lo reitero: psicopoética nunca será objeto de una demostración experimental: no se puede “poner en funcionamiento” preparando para ello uno u otro dispositivo de trabajo. Tal vez resulte posible estimular ciertas condiciones de surgimiento, pero ello tampoco garantizaría nunca la emergencia controlada del diálogo psicopoético. Este aparece de pronto; acaece en formas insospechadas. Podemos, en todo caso, evocarlo, dejar que surja en su evanescencia; sobre todo en el momento de resistirnos, con expresiones desobedientes, a los embates normalizadores de la prescripción técnico-profesional de las disciplinas psicológicas.

Psicopoética

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