Читать книгу Tendencias actuales en economía circular: instrumentos financieros y tributarios - Rodolfo Salassa Boix - Страница 38
III. De la eficiencia en el uso de los recursos a la Economía Circular
ОглавлениеExiste gran incertidumbre científica sobre cuánto tiempo se puede permanecer en esta situación de riesgo de colapso de los ecosistemas, por lo que, desde hace tiempo se viene reclamando un cambio en el modelo que permita la recuperación de los ecosistemas degradados señalando que una rápida transición para salir del exceso repercute de manera positiva y significativa en la reducción de la deuda ecológica (Figura 3) buscando la senda de sostenibilidad (WWF, 2008).
Figura 3. Senda de sostenibilidad
Fuente: WWF (2008).
Esta idea puede reforzarse, además, con el hecho de que existe un gran margen de mejora en cuanto al aprovechamiento de los recursos tal y como señala el informe Circularity Gap del año 2021 ya que, de los casi 95 mil millones de materiales que ingresan en la economía mundial sólo el 8,6% provienen del reciclaje o la reutilización siendo esta cifra ligeramente inferior a la del informe anterior que se situaba en un 9,1% (CIRCLE ECONOMY, 2021). Si se continúa con esas tasas tan bajas de recuperación o reciclaje se aumentaría los residuos en un 70% para el año 2050 según las previsiones del Banco Mundial (SILPA, et al., 2018).
A nivel europeo las cifras tampoco son mejores. El análisis de flujo de materiales para el año 2018 para los veintisiete países miembros de la Unión Europea (UE) muestra que, del total de materias procesadas en la UE, sólo el 12% vuelven a incorporarse al sistema como materiales reciclados lo que apunta a llevar a cabo medidas que aumenten este porcentaje y disminuya el de la producción de residuos. En el caso de España, esta tasa es aún más baja suponiendo sólo un 5,2% de materiales reciclados13.
En los últimos años, el planteamiento de una Economía Circular (EC) ha cobrado un creciente interés no sólo en el ámbito político sino académico apuntando hacia la necesidad de implantar modelos de transición disruptivos en el que el aprovechamiento de los recursos y la reducción de los residuos sea máximo. La EC se presenta como alternativa al modelo convencional lineal de extraer-usar-tirar limitando el consumo de recursos, optimizando su uso, y considerando la producción de residuos inputs en otros procesos productivos apostando, además, por el uso de fuentes energéticas renovables.
Una visión retrospectiva sitúa sus orígenes en autores como BOULDING (1966) quien planteó la idea de una economía de ciclo cerrado que fue desarrollada, posteriormente por STAHEL Y READY-MULVEY (1976) quienes, en un informe elaborado para la Comisión Europea, introducían una economía en bucles para los procesos de producción con cuatro objetivos principales: la extensión de la vida del producto, los bienes de larga duración, las actividades de reacondicionamiento y la prevención de residuos. Además, se insistía en la importancia de la venta de servicios en lugar de productos (economía funcional).
El concepto fue impulsado por la Fundación Ellen MacArthur (EMF) definiéndolo como un modelo productivo que permite negocios sostenibles, en el que los bienes se diseñan para que puedan ser usados más tiempo, ser fácilmente reutilizados, desmontados, remanufacturados o reciclados con el fin de evitar la extracción de nuevos recursos. De esta manera, se consigue una mayor eficiencia en el uso del recurso aumentando su valor y contribuyendo a un modelo más sostenible a largo plazo. La economía circular se basa en el uso de energía renovable, la eliminación de productos químicos tóxicos, que impiden la reutilización y apunta a la eliminación de desechos mediante un diseño innovativo de materiales, productos y sistemas (EMF, 2012).
Sus fundamentos están inspirados en la ecología industrial un enfoque que, basado en una perspectiva sistémica, plantea que los sistemas industriales deberían estructurarse para hacerlos compatibles con la manera en la que funcionan los sistemas naturales. Para ello, propone ciclos industriales de producción cerrados, la reducción de los residuos, contribuyendo así a un mejor uso de los recursos y previniendo la sobreexplotación de materias primas (FROSCH y GALLOPOULOS, 1989).
Desde un punto de vista conceptual, el modelo de EC está formado por flujos cíclicos. Por un lado, un ciclo biológico en el que los materiales son biodegradables y, una vez empleados, vuelven a la naturaleza y, por otro, un ciclo técnico en el que se incluyen los materiales que, una vez utilizados, no pueden ser asimilados por la naturaleza y, por tanto, tienen que ser recuperados para ser incluidos, de nuevo, como inputs en otro proceso productivo, reteniendo su valor o calidad y evitando así el despilfarro de recursos adicionales. En definitiva, el modelo de economía circular pretende desacoplar el crecimiento económico del consumo de recursos escasos a través de la eficiencia de estos, sobre todo, de energía y materiales, y fomentar el uso de energía renovable, lo que ayudará a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, por tanto, combatir el cambio climático.
La conservación de recursos y el concepto de la simbiosis industrial están implícitos en el modelo de EC. Esto significa que los residuos procedentes de una industria se convierten en inputs o nutrientes de otros manteniendo su calidad y su estatus como un recurso (upcycling). El modelo busca cerrar la cadena con un doble flujo de materiales: uno, desde los proveedores a los manufactureros y, finalmente a los consumidores y un ciclo, al contrario, desde los productos usados desde los clientes hacia las empresas para la recuperación de su valor añadido y su reutilización en otro producto o como parte de él (remanufacturación) (FRENCH AND LAFORGE, 2006; LIEDER AND RASHID, 2016). Por tanto, el consumo de recursos y las descargas en el entorno se reducen con el objetivo de mejorar la eficiencia y alcanzar un sistema libre de residuos y de emisiones (YUAN et al., 2006).
A diferencia de otros conceptos que habían surgido con anterioridad, la EC se centra en extender la vida productiva de los recursos, a través de las prácticas de reutilización, remanufacturación o reciclaje con el fin de cerrar ciclos. Por tanto, aunque es un modelo muy vinculado a la eficiencia de los recursos, da un paso más que las prácticas de eficiencia creando valor y contribuyendo a reducir el impacto ambiental y a generar impacto económico positivo.
En términos de emisiones, un estudio realizado en el año 2013 por la Fundación Ellen MacArthur, sobre la transición a la EC de tres sectores intensivos en recursos (movilidad, la alimentación y la construcción) concluía que las emisiones de CO2 en la Unión Europea (UE) se reducirían en un 48% para el año 2030 y un 83% para el año 2050 en comparación a los niveles existentes en 2012 (EMF, 2013). Por otro lado, según el Panel de Recursos Internacionales de Naciones Unidas (IRP), la adopción de procesos de retención de valor, contribuirían a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en algunos sectores entre un 79-99% para el año 2050 (IRP, 2018). Trabajos más recientes en los que se aplicaron estrategias de economía circular en cinco áreas clave como son el cemento, aluminio, acero, plásticos y alimentos demostraron una reducción del 40% de las emisiones (alrededor de 9.300 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2050). Si se incluye, además, los sistemas alimentarios, este porcentaje aumentaría al 49% (EMF, 2019).
Además de sus evidentes beneficios ambientales, la transición hacia una economía circular tiene impactos positivos en el conjunto de la economía. Se considera que el modelo contribuirá a la creación de empleos y al crecimiento económico debido al surgimiento de nuevos sectores como la producción de materiales secundarios, la reparación y remanufacturación, así como otros vinculados al sector servicios, como la economía compartida ((DUBOIS, 2015; RIZOS et al., 2017; McCARTHY, 2018). Algunas estimaciones señalan que, para el año 2030, el modelo para la UE supondrá un beneficio de 1,8 billones de euros y podría generar unos 3,4 millones de empleos en los sectores de reutilización, reciclaje y reparación de los productos, además, de los sectores relacionados con la servitización y reducirá el desempleo en 520.000 personas en toda la UE (MORGAN Y MITCHELL, 2015). Otras estimaciones encargadas por el Club de Roma y realizadas para países como Finlandia, Francia, Holanda, España y Suecia indican que el número de empleos podría multiplicarse (WIJKMAN y SKÅNBERG, 2015). Así, para el caso concreto de España, un uso de materiales más eficiente permitiría la creación de hasta 200.000 nuevos puestos de trabajo.