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¿Y quién puede poner en duda que los hombres, tras la multiplicación del género humano, pudieron cruzar hasta islas deshabitadas con una embarcación? Pero la cuestión se plantea acerca de todas las especies de animales que no están bajo el cuidado de los seres humanos y no nacen de la tierra como las ranas55, sino que se propagan únicamente mediante el cruce del macho y la hembra, así como los lobos y las restantes similares, cómo después del diluvio por el que aquellas que no estaban en el arca fueron todas destruidas, pudieron también hallarse en las islas, si no fueron reintroducidas salvo a partir de aquellas cuyas especies conservó el arca en uno y otro sexo. Puede ciertamente creerse que cruzaron a las islas a nado, pero a las cercanas. En cambio, hay algunas situadas a tan gran distancia de las tierras continentales que no parece que hubiese podido nadar hasta ellas bestia alguna. Y si los seres humanos las llevaron consigo tras haberlas capturado, y de ese modo introdujeron las especies de aquellas allí donde habitaban por su afición a la caza, no resulta increíble que hubiese podido suceder; aunque no debe negarse que fueran trasladadas incluso por obra de los ángeles por mandato o permiso de Dios. Pero si nacieron de la tierra según el primer origen, cuando Dios dijo: Produzca la tierra alma viva56, se muestra con mucha más claridad que todas las especies estuvieron en el arca, no tanto para reintroducir los animales como para simbolizar las diversas naciones por causa del misterio de la iglesia, si la tierra produjo muchos animales en las islas, adonde no podrían cruzar.

La ciudad de Dios. Libros XVI-XXII

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