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Por otra parte, respecto al hecho de que, tras ser mencionada la muerte de Taré, padre de Abraham, se lee después: Y dijo el Señor a Abraham: sal de tu tierra, de tu familia y de la casa de tu padre94, y lo demás, no debe pensarse que este suceso, porque aparece a continuación en el relato del libro, sigue también en el transcurso de los hechos. Lo cierto es que, si es así, la cuestión será irresoluble. En efecto, tras estas palabras de Dios, que le fueron dirigidas a Abraham, la escritura habla del modo siguiente: Y salió Abram conforme le había dicho el Señor, y Lot partió con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán95. ¿Cómo puede ser esto verdad si salió de Jarán después de la muerte de su padre? Pues, como se ha indicado anteriormente, Taré engendró a Abraham cuando tenía setenta años. Si a esta cifra se le añaden los setenta y cinco años que contaba Abraham cuando salió de Jarán, hacen ciento cuarenta y cinco años. Así pues, tantos eran los años de Taré cuando Abraham salió de aquella ciudad de Mesopotamia. Efectivamente, contaba el septuagésimo quinto año de su vida y por esto su padre, que le había engendrado en su septuagésimo año, contaba, como se ha dicho, el ciento cuarenta y cinco. Por consiguiente, no salió de allí después de la muerte de su padre, es decir, después de los doscientos cinco años, durante los cuales vivió su padre, sino que el año de su marcha de aquel lugar, puesto que era su septuagésimo quinto, se infiere sin lugar a dudas que fue el ciento cuarenta y cinco de su padre, que lo engendró en su septuagésimo quinto año. Y, por ello, debe entenderse que la escritura, según su costumbre, retornó a un tiempo que ya había sobrepasado la narración, como más arriba, después de haber mencionado a los hijos de los hijos de Noé, dijo que ellos permanecieron en sus lenguas y sus naciones96, y sin embargo después, como si esto también siguiera en el orden cronológico, dice: Y toda la tierra era un solo labio y una sola voz para todos97. Por consiguiente, ¿cómo se situaban según sus naciones y según sus lenguas, si era una sola para todos, a no ser porque el relato volvió a modo de recapitulación98 a aquello que ya había acontecido? Por tanto, así también después de que se hubo dicho: Y los días de Taré en Jarán fueron doscientos cinco y Taré murió en Jarán99, a continuación la escritura, volviendo a aquello que había omitido a fin de completar lo que había empezado anteriormente sobre Taré, sigue: Y dijo el Señor a Abram: sal de tu tierra, y lo demás100. Después de estas palabras del Señor, se añade: Y salió Abram conforme le había dicho el Señor, y Lot partió con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán101. Así pues, aconteció cuando su padre contaba ciento cuarenta y cinco años de edad y entonces, en efecto, él se hallaba en su septuagésimo quinto. Y esta cuestión también queda resuelta de otra forma, de modo que los setenta y cinco años de Abraham cuando salió de Jarán se computen desde aquel en el que fue liberado del fuego de los caldeos, no desde el que nació, como si se debiera considerar más bien que había nacido en ese momento102.

Pero el beato Esteban en los Hechos de los Apóstoles al narrar estos sucesos dice: El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes de que se estableciera en Jarán y le dijo: sal de tu tierra, de tu familia y de la casa de tu padre, y ven a la tierra que te mostraré103. Según estas palabras de Esteban, Dios no le habló después de la muerte de su padre, que ciertamente murió en Jarán, donde también habitó con él su propio hijo, sino antes de que habitase en la misma ciudad, estando ya, sin embargo, en Mesopotamia. Por tanto, ya había salido de Caldea. Por consiguiente, lo que añade Esteban: Abraham salió de la tierra de los caldeos y habitó en Jarán104, no tiene relación con qué había sucedido después de que le habló Dios (pues no había salido de la tierra de los caldeos después de aquellas palabras de Dios, porque dice que Dios le habló estando en Mesopotamia), sino que cuando dice: «Entonces, es decir, desde que salió de Caldea y habitó en Jarán», se refiere a todo aquel tiempo. Igualmente, lo que sigue: Y desde allí después que murió su padre lo asentó en esta tierra en la que ahora habitáis vosotros y vuestros padres105, no dice: «Después que murió su padre salió de Jarán», sino: «Y desde allí después que murió su padre lo asentó». Por tanto, debe entenderse que Dios hablo a Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes de que habitase en Jarán, pero este había llegado a Jarán con su padre, conservado en él el mandato de Dios, y de ahí marchó en su septuagésimo quinto año y en el ciento cuarenta y cinco de su padre. En cambio, dice que su asentamiento en la tierra de Canaán, no su marcha de Jarán, se produjo después de la muerte de su padre, porque ya había muerto su padre cuando compró la tierra de la cual comenzó a ser allí dueño por derecho propio. En cambio, lo que dice el Señor una vez establecido en Mesopotamia, es decir, después de haber salido de la tierra de los caldeos: sal de tu tierra, de tu familia y de la casa de tu padre, no se dice para que saque de allí su cuerpo, cosa que ya había hecho, sino para que desligue su espíritu. En efecto, no había salido de allí de espíritu, si mantenía la esperanza y el deseo de volver, esperanza y deseo que debían ser amputados con el mandato y la ayuda de Dios y la obediencia de aquel. Ciertamente, no se considera increíble que después que Nacor hubiera seguido a su padre106, entonces Abraham cumpliera el mandato de Dios de salir de Jarán con su esposa Sarra y con Lot, el hijo de su hermano.

La ciudad de Dios. Libros XVI-XXII

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