Читать книгу La ciudad de Dios. Libros XVI-XXII - San Agustín - Страница 21
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ОглавлениеPor aquella misma época eran florecientes los imperios de los gentiles, en los cuales la ciudad de los hijos de la tierra, es decir, la sociedad de los seres humanos que viven conforme al hombre, bajo el dominio de los ángeles desertores, brillaba extraordinariamente y, en concreto, eran tres imperios: el de los sicionios113, el de los egipcios y el de los asirios114. Pero el de los asirios era mucho más poderoso y excelente. Pues aquel famoso rey Nino, hijo de Belo, había subyugado a los pueblos de toda Asia a excepción de la India. Y en este punto, con Asia me refiero no a la parte que es una provincia de aquella Asia mayor, sino a aquella que se denomina Asia completa, que algunos situaron en una parte de dos, pero la mayoría en la tercera parte de todo el orbe115, de modo que en total son Asia, Europa y África, cosa que no hicieron mediante una división equilibrada. Pues la que se denomina Asia alcanza desde el mediodía por oriente hasta el septentrión; Europa, por su parte, desde el septentrión hasta occidente, y de allí África desde occidente hasta el mediodía. De ahí que dos, Europa y África, parecen ocupar la mitad del orbe, y Asia sola la otra mitad. Pero aquellas dos partes se crearon porque entre una y otra entran desde el océano todas las aguas que bañan las tierras, y nos forman este gran mar. Por lo cual, si dividieras el orbe en dos partes, oriente y occidente, Asia estará en una, pero en la otra Europa y África. Por ello, de los tres imperios que descollaban en aquella época, el de los sicionios no estaba bajo los asirios, porque están en Europa. Pero el de los egipcios, ¿cómo no estaba sometido a ellos, bajo cuyo dominio se hallaba toda Asia, exceptuados los indios, según se dice? Por tanto, en Asiria había prevalecido el señorío de la ciudad impía; su capital era aquella Babilonia, cuyo nombre, a saber, confusión, era especialmente apropiado para la ciudad terrena. Allí ya reinaba Nino después de la muerte de su padre Belo, que había reinado allí en primer lugar durante sesenta y cinco años. Pero su hijo Nino, que sucedió en el trono a su difunto padre, reinó durante cincuenta y dos años, y llevaba cuarenta y tres en el poder cuando nació Abraham, que era en torno a mil doscientos años antes de la fundación de Roma, como una segunda Babilonia en occidente.