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Después, tras edificar allí un altar e invocar a Dios, Abraham marchó de allí y habitó en el desierto, y de allí se vio obligado por el apremio del hambre a ir a Egipto. Cuando dijo que su esposa era su hermana no mentía en absoluto117, pues lo era también por ser pariente de sangre, como también Lot por el mismo parentesco, al ser hijo de su hermano, fue llamado hermano suyo. Por tanto, dejó de mencionar su calidad de esposa, no la negó, encomendando a Dios la protección de la castidad de su cónyuge, y cuidándose como hombre de las asechanzas humanas. Porque si no se hubiera cuidado del peligro cuanto había podido cuidarse, más bien hubiera tentado a Dios en lugar de haber esperado en Dios. De esta cuestión ya hablamos suficientemente contra las calumnias de Fausto el maniqueo118. En definitiva, sucedió lo que Abraham presupuso del Señor. Pues el faraón, rey de Egipto, que había tomado a esta como esposa, después de haber sido severamente castigado, se la devolvió a su marido. En este punto, lejos estemos de creer que fue mancillada por una unión adulterina, ya que resulta mucho más creíble que al faraón no le fue permitido hacerlo por sus graves sufrimientos.

La ciudad de Dios. Libros XVI-XXII

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