Читать книгу La ciudad de Dios. Libros XVI-XXII - San Agustín - Страница 5
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ОглавлениеResulta difícil descubrir con claridad a partir de lo que dicen las escrituras si después del diluvio han continuado las huellas de la ciudad santa en su avance o si se han visto interrumpidas por el transcurrir de los tiempos de impiedad, de tal manera que no existiera entre los seres humanos ningún adorador del único Dios verdadero, porque después de Noé, que con su esposa y sus tres hijos y sus otras tantas nueras mereció librarse de la devastación del diluvio por medio del arca, no encontramos en los libros canónicos proclamada de forma evidente la piedad de nadie por testimonio divino hasta Abraham, excepto en el hecho de que Noé hace valer a sus dos hijos, Sem y Jafet, con su bendición profética, intuyendo y previendo lo que había de suceder mucho después.
De ahí resultó también que a su hijo mediano, es decir, más joven que el primogénito y mayor que el último, que había pecado contra su padre, lo maldijo, no en su persona, sino en la de su hijo, nieto suyo, con estas palabras: Maldito sea el niño Canaán, será esclavo de sus hermanos1. Canaán, por su parte, había nacido de Cam, que no había cubierto la desnudez de su padre mientras dormía, sino que, por el contrario, la había puesto en evidencia. De ahí también que a continuación añadió una bendición de los dos hijos, el mayor y el menor, diciendo: Bendito sea el Señor Dios de Sem, y Canaán será su esclavo; engrandezca Dios a Jafet, y habite en las moradas de Sem2, así como también la plantación misma de la viña de Noé, la ebriedad causada por su fruto, la desnudez de este mientras dormía, y todo lo demás que allí sucedió y fue puesto por escrito está cargado de significados proféticos y oculto por un velo3.