Читать книгу La ciudad de Dios. Libros XVI-XXII - San Agustín - Страница 9
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ОглавлениеY respecto a lo que está escrito: Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos de los hombres46, esto es, no los hijos de Dios, sino aquella sociedad que vive conforme al hombre, a la que llamamos ciudad terrena, Dios no se mueve de su lugar, quien siempre está en su totalidad en todas partes, sino que se dice que desciende cuando realiza alguna acción en la tierra, que, realizada de forma admirable al margen del curso habitual de la naturaleza, muestra en cierto modo su presencia. Y no aprende viendo en un determinado momento quien nunca puede ignorar nada, sino que se dice que ve y conoce en ese momento lo que hace que sea visto y conocido. Por consiguiente, aquella ciudad no se veía así, de la manera en que Dios hizo que se viera cuando mostró cuánto le disgustaba. Aunque podría entenderse que Dios descendió a aquella ciudad porque descendieron sus ángeles, en los cuales habita, como si lo que se añade: Y dijo el Señor Dios: he aquí un solo pueblo y un solo labio para todos, y lo demás, y después se añade: venid, y al bajar confundamos allí sus lenguas47, fuese una recapitulación48, mostrando cómo se hizo lo que se había dicho: Descendió el Señor. Pues si ya había descendido, ¿qué quiere decir: venid, y al bajar confundamos (lo que se entiende como dirigido a los ángeles), a no ser porque descendía por medio de los ángeles quien se hallaba en los ángeles que descendían? Y no dice propiamente «venid, y al bajar confundid», sino confundamos allí sus lenguas, mostrando así que él actúa por medio de sus ministros, para que también sean ellos mismos cooperadores de Dios, como dice el apóstol: pues somos cooperadores de Dios49.