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II. AÑOS FUNDACIONALES 1. 1928-1939

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El fenómeno pastoral del Opus Dei se inició con personas conocidas por don Josemaría, entonces un sacerdote extradiocesano, de veintiséis años, que residía en Madrid14. En los años 1929 y 1930, un estudiante que iba a comenzar la carrera de Arquitectura, un presbítero extradiocesano que tenía veinte años más que Escrivá de Balaguer y un ingeniero de ferrocarriles de su misma edad fueron los primeros en seguirle en la aventura de encarnar y difundir la Obra.

En 1932, Escrivá de Balaguer contaba ya con pequeños grupos de personas que escuchaban sus propuestas de vanguardia: algunos estudiantes conocidos, generalmente porque unos amigos invitaban a otros; hombres de diversas profesiones u oficios manuales; un puñado de mujeres –jóvenes profesionales y enfermas crónicas– tratadas en la atención ministerial del confesonario de la iglesia de Santa Isabel y en los hospitales; y sacerdotes diocesanos con los que había contactado personalmente o que le habían presentado. A todos les explicó el espíritu del Opus Dei, a veces mediante reuniones colectivas.

Con los primeros seguidores, el fundador proyectó la apertura de una academia de repaso que, en cuanto fuera posible, se transformaría en una vivienda de estudiantes. El plan fue una realidad en la Academia y Residencia DYA (1933-1936). A pesar de su breve existencia, DYA marcó decisivamente la marcha del Opus Dei, pues Escrivá de Balaguer contó con una casa de la Obra, con presencia del Santísimo Sacramento; dio responsabilidades de gobierno en la residencia y en el Opus Dei, a través de un Consejo compuesto por seis personas; formó a sus hijos espirituales en el espíritu de la Obra de acuerdo con un plan estructurado; explicó su mensaje a un amplio espectro de estudiantes y profesores de la Universidad de Madrid; afrontó diversas dificultades para crear el ambiente familiar que deseaba para la Obra; comprobó los límites insostenibles a los que había llegado su actividad con los sacerdotes diocesanos, que no creían que la fundación saldría adelante; y, en ocasiones, algunos eclesiásticos dificultaron el apostolado que llevaba a cabo.

Como DYA era un buen instrumento para irradiar el Opus Dei, a principios de 1936 Escrivá de Balaguer proyectó abrir dos residencias más, una en Valencia y otra en París. La llegada de la Guerra Civil acabó con estos sueños. Durante el conflicto fratricida, los miembros de la Obra se concentraron en salvar la vida –la del fundador estuvo amenazada gravemente por la represión anticlerical–; mantener el contacto entre ellos, de modo que no perdieran el sentido de pertenencia al Opus Dei; hacer planes de huida de la zona gubernamental, en la que no era posible vivir la práctica cristiana ni se podía transmitir el espíritu del Opus Dei; y esperar en la zona sublevada el final del conflicto armado.

El Opus Dei. Metodología, mujeres y relatos

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