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4. 1962-1975

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En los años finales de la fundación –en particular, a lo largo de la década de los sesenta–, Josemaría Escrivá de Balaguer completó la definición del conjunto de normas y costumbres que realizan los socios de la Obra y dedicó muchas energías a redactar 6 instrucciones, 42 cartas pastorales, 7 entrevistas y 36 homilías. De modo particular, en las cartas recogió los distintos aspectos que configuran el espíritu del Opus Dei. A estos ciclos de textos y documentos se añadieron los grandes viajes pastorales –viajes de catequesis– de los años 1972 a 1975 por la península ibérica, América Central y del Sur, en los que el fundador transmitió a miles de personas la seguridad en la fe y en la doctrina de la Iglesia, y la cercanía de un padre de una familia espiritual de la Iglesia.

Escrivá de Balaguer afrontó dos proyectos de cierta envergadura, para los que contó con el soporte económico de los miembros de la Obra y cooperadores. Por una parte, la promoción del santuario mariano de Torreciudad junto a Barbastro, ciudad en la que había nacido. Por otra, la construcción en Roma de la sede definitiva del centro interregional y seminario del Opus Dei, llamado Cavabianca.

En esta época, los distintos niveles de gobierno y de formación estaban consolidados. Los colegios romanos de la Santa Cruz y de Santa María coordinaron los estudios de filosofía y teología de sus alumnos, y aseguraron que todos lograban un grado universitario en una ciencia no eclesiástica. Se abrieron decenas de centros de estudios para numerarios, numerarias y numerarias auxiliares en las regiones donde había un número significativo de miembros de la Obra. Los planes de formación cristiana y del espíritu del Opus Dei se adaptaron a los agregados y a los supernumerarios en los llamados cursos de estudios, de dos años de duración. De modo semejante, se reforzaron las actividades formativas de los centros de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. En todos estos organigramas ocuparon un papel nuclear los miembros de los consejos locales y las demás personas que les ayudaban –encargados de grupo y celadores– que garantizaron el seguimiento de cada persona.

Desde 1970 hubo un número semejante de mujeres y de hombres en el Opus Dei. El proceso de emancipación femenina en la cultura occidental, con la correspondiente obtención de los derechos igualitarios, fue bien acogida por el fundador. Se manifestó de modo particular en una mayor participación en la toma de decisiones de gobierno por parte de las mujeres del Opus Dei y en la profesionalización y explicación del trabajo de las numerarias auxiliares y de las empleadas del hogar.

La actividad colectiva del Opus Dei adquirió una entidad propia que marcó las décadas siguientes. Las obras corporativas crecieron en el ámbito de la enseñanza y la sanidad; los directores regionales del Opus Dei las coordinaron a través de los consejos locales que nombraban para asegurar la vivificación cristiana y, por entonces, también para dirigirlas. Respecto a las obras apostólicas promovidas por propia iniciativa por miembros de la Obra junto con otras personas –que adoptaron generalmente el nombre de labores personales–, llegaron a acuerdos con el Opus Dei para recibir capellanes y profesores de Religión que contribuían a la vivificación cristiana de los proyectos. En cambio, Escrivá de Balaguer concluyó en 1966 las obras comunes porque entendió que no podía exigir a unos socios que apoyaran proyectos de otros socios en los que se hacían comentarios de carácter político o cultural con los que podían no estar de acuerdo; además, algunos proyectos no eran económicamente autónomos y exigían aportes de dinero de las personas de la región correspondiente.

Las obras corporativas ampliaron su oferta de ayuda a la promoción social. A la Universidad de Navarra (1960) siguió la Universidad de Piura (1969), con una neta vocación de servicio al desarrollo. Algunos colegios situados en zonas de estratos sociales altos añadieron una sección nocturna para alumnos que trabajaban durante el día. En este sentido, el mayor progreso se dio con la apertura de centros de formación técnica y profesional en el ramo de la hostelería; y, en el ámbito del campo, con la red de Escuelas Familiares Agrarias en España y de otras escuelas semejantes en diversos países.

Tres grandes acontecimientos, de orden diverso, incidieron directamente en la marcha del Opus Dei durante este periodo. El primero fue el Concilio Vaticano II y el posconcilio. Los grandes documentos conciliares presentaron como doctrina común la esencia del Opus Dei: la llamada universal a la santidad y, en concreto, de los laicos y de los sacerdotes diocesanos. Escrivá de Balaguer recibió con alegría los textos aprobados en la asamblea ecuménica. En cambio, sufrió con la crisis posconciliar, que generó una notable pérdida de fe y de práctica en el pueblo cristiano. Se sintió llamado, como pastor de una porción del pueblo de Dios, a adoptar medidas de carácter doctrinal y litúrgico. Por un lado, estableció que se consultara la oportunidad de leer a autores marxistas o contrarios a las costumbres cristianas; por otro lado, indicó que solo se introdujeran en los centros del Opus Dei las reformas litúrgicas aprobadas por la autoridad eclesiástica.

El segundo fue la presencia de un total de ocho ministros que pertenecían al Opus Dei en diversos Gobiernos franquistas entre 1957 y 1975; en particular, de Laureano López Rodó, hombre que afianzó el régimen desde el punto de vista del desarrollo económico. Aunque no fuera real, creció y se afianzó en la opinión pública la idea de que el Opus Dei era una familia política y católica en la que se apoyaba Franco, de acuerdo con su particular sistema de control del Estado.

El tercero hace referencia a la situación canónica del Opus Dei dentro del derecho de la Iglesia. En 1960 –había pasado una década desde la aprobación de la Obra como instituto secular–, Escrivá de Balaguer solicitó a la Santa Sede abandonar esta figura, pues la deriva hacia la vida consagrada de la mayoría de los institutos seculares lesionaba la secularidad. Comenzó así lo que iba a ser un largo itinerario de transformación del Opus Dei en una nueva figura sancionada en los documentos conciliares y señalada como idónea por el propio fundador: la llamada prelatura personal. En 1969, la Obra abrió un congreso general especial que se cerró una vez que la Santa Sede lo erigió en prelatura personal, en el año 1982.

El Opus Dei. Metodología, mujeres y relatos

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