Читать книгу Cocaína - Александр Скоробогатов - Страница 19
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Mi mujer, como abatida, se dejó caer en el sillón.
—Mamá. —Mi hija sonrió cariñosa mientras se llevaba los brazos a la tripa—. Debe pasar dentro de un mes…
«Ahí lo tienes», pensé.
Mis vacaciones son dentro de un mes y tenía intención de descansar como es debido, distraerme un poco, quitarme de encima el cansancio y las tensiones. ¡Y va mi hija y se le ocurre ponerse a parir!
Colorada, mi hija sacó un papelito del bolsillo del vestido.
—¿Qué tienes, cariño? —preguntó su madre.
—Es él —susurró ella y le tendió la fotografía—. Mi pequeño.
—¿Yo también puedo? —pregunté—. ¿Puedo mirar?
Algo en esa captura fotográfica hizo que me pusiera en guardia enseguida. Mientras contemplaba a su primogénito, hacía penosos intentos por comprender mis sensaciones. Gorra de uniforme, una chaqueta clásica a juego. ¿Dónde había visto todo esto? ¿Un policía? La suposición me atravesó. ¿El héroe que había salvado las ratas en la avenida? No, no era él.
Un cuello no muy limpio de una camisa rodeaba el cuello flacucho con pliegues secos, parecido al pie de una seta desecada; la cara amarillenta estaba mal afeitada, como si estuviera cubierto de gusanos diminutos, la mirada de los ojos pequeños y oscuros era hostil y soberbia; en la cabeza sobresalía un clavo negro, como la antena de un extraterrestre… El fiscal estaba detrás de una pequeña valla de madera y sujetaba un gorro que se parecía al mío como dos gotas de agua.
Qué se podía decir.
Era un desconocido.
Corona
El lector ya, claro está, todo
hace tiempo que lo adivinó, mientras
que el autor todavía
no.
Para el lector, en general, existir es más
sencillo que para el escritor. El lector, por ejemplo,
con
facilidad
puede
dar la vuelta
a otra página
adelantar, ver qué va a pasar,
pero
al autor le falta esta
agradable
posibilidad.
Fin de la corona
De la corona el fin
Esta posibilidad
agradable
le falta al autor
pero
qué va a pasar después, ver y adelantar
a otra página
dar la vuelta
puede
facilidad
con,
por ejemplo, el lector. Para el escritor más
sencillo es en general existir que para el lector.
No
todavía el autor, mientras
todo ya lo adivinó hace tiempo
claro está, el lector.
Corona