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Amigdalitis (anginas), una enfermedad insidiosa

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He observado con frecuencia como las toxinas de una amigdalitis mal tratada producían secuelas mucho más graves que las mismas anginas, como otitis media, reumatismos articulares y manifestaciones de artritis. Las toxinas producidas por la infección de las amígdalas pueden llegar incluso a producir una lesión cardíaca con fallo parcial de alguna válvula del corazón. Hace poco, una paciente me contó su caso, que tiene que ver con lo descrito. Estaba sana y había tenido partos normales, hasta que una amigdalitis mal atendida dio al traste con su salud. Sus médicos coincidieron también en señalar que la lesión de una de sus válvulas cardíacas era consecuencia de la propagación de las toxinas de las anginas padecidas. Por si fuera poco, la medicación alopática terminó afectando a su estómago e intestinos. La que había sido una mujer rebosante de salud se había convertido en una enferma de gravedad.

No debemos tomar a la ligera las anginas ni descuidar su tratamiento si queremos evitar recaídas. No hay que tener prisa en salir a la calle, sobre todo si hace mal tiempo, ya que podría costarnos caro, pues las bajas presiones atmosféricas empeoran sensiblemente los efectos de la amigdalitis. Las personas con déficit de calcio y de constitución linfática son propensas a padecer esta enfermedad, lo que nos indica la conveniencia de procurarnos una alimentación rica en calcio y tomar algún preparado natural de calcio, como, por ejemplo, un compuesto de calcio y ortiga.

El pequeño doctor

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