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Protección frente a las secuelas de las enfermedades infecciosas

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Las toxinas que quedan en el organismo como consecuencia del padecimiento de enfermedades infecciosas deben ser eliminadas cuanto antes para que no puedan dañar nuestra salud. Así, por ejemplo, unas paperas (parotiditis) mal curadas pueden dar lugar a una posterior inflamación del páncreas. Así mismo, una escarlatina reprimida puede ser responsable de una infección purulenta en el oído medio y una amigdalitis mal tratada puede acarrear complicaciones cardíacas como miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) o una endocarditis (inflamación del endocardio) capaz de producir lesiones valvulares y, en algunos casos, ocasionar una pericarditis. También pueden verse afectados los riñones. Las peligrosas toxinas que han quedado en el organismo por una amigdalitis mal tratada pueden dar lugar a un reumatismo articular. Las toxinas no eliminadas pueden ser causa de numerosas dolencias posteriores.

Por lo tanto, ante toda enfermedad infecciosa se hace totalmente necesario eliminar las sustancias tóxicas producidas, actuando a tres niveles:

1. Derivar (conducir) hacia la piel, activando la sudoración, aplicando duchas calientes o envolturas calientes u otros procedimientos similares, incluyendo los de tipo Kneipp.

2. Derivación hacia los riñones con la ayuda de algún remedio, como las tisanas de vara de oro, perejil o algún otro estimulante de los riñones que tengamos a mano. También las cataplasmas de cebolla constituyen una buena ayuda. Siempre es importante estimular la actividad renal.

3. Derivación intestinal. A consecuencia de las fiebres padecidas, el intestino puede haberse secado un poco. Podemos activar el tránsito intestinal con remedios sencillos y naturales, como el mucílago de lino, la zaragatona, las tisanas de tallos de maná26 y con higos o ciruelas secas previamente maceradas. También resulta apropiado un ayuno a base de zumos naturales de fruta. En el curso de las enfermedades infecciosas conviene evitar totalmente los alimentos proteicos, mientras que los zumos de frutas y hortalizas resultan fundamentales.

Si aplicamos a rajatabla estas tres derivaciones, podremos librarnos de las numerosas secuelas que las enfermedades infecciosas pueden acarrear.

El pequeño doctor

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