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XII

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Querer y amar son dos sentimientos distintos. Arquitecta quiere a Marido pero ama a otra mujer. Una mujer que se fue y parece que sigue aquí, bien adentro del pecho. Piensa en todas las parejas infieles que vivirán en el nuevo bloque de apartamentos, creyendo, tal vez, que existen los finales felices en la sociedad actual.

Me duelen las despedidas en esa calle cuando yo me subo al taxi y tú te quedas atrás. La última vez fue la más triste de todas. Nos abrazamos en silencio. Sonreíste y los rizos negros cayeron por su propio peso, ocultando la mirada culpable de quien siente mucho pero no lo suficiente. En aquel momento me pregunté qué pasaría cuando la nieve tiñera tu melena al despertar y el deseo solo fueran canas en el café. Intenté imaginar quién acariciaría tus ruinas, los restos de tu cuerpo al sucederse la juventud en noches con madrugadas eternas.

Te deseo lo mejor.

Aquella calle siempre fue solitaria, pero hoy hasta mi casa surge más vacía que ayer. Se retroalimenta. Coches y luces, velocidad que se rebobina en el recuerdo. Confundo las constelaciones con las farolas porque sigo siendo de la distancia y jamás aprenderé a orientarme si no persigo otros pasos distintos a los míos.

No sé qué decir ni qué hacer.

Me bato en retirada.

No paro de pensar, de acordarme de cada instante perdido, de las palabras que faltaron. Nos sobrepasaron las circunstancias. Nadie me esperará ya enfrente de la ventana y podemos continuar fingiendo que la vida va a seguir igual, pero si fuéramos tan honestas como cuando estuvimos abiertas de piernas al mundo, quizás sabríamos que no es verdad.

Ventana abierta a nadie

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