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SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS

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2,14 - 7,4: Carta A (defensa de Pablo como apóstol, menos la glosa A’: 6,14 - 7,1)

2 14 Gracias sean dadas a Dios que por todas partes nos asocia en su triunfo en el Mesías, y hace perceptible por medio de nosotros el olor de su conocimiento. 15 Porque somos para Dios el buen olor del Mesías tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden. 16 Para unos, olor de muerte hacia la muerte; para otros, olor de vida para la vida. Y ¿quién resulta capacitado para esta tarea? 17 Pues no somos como la mayoría, que trafica con la palabra de Dios, sino que con sinceridad, de parte de Dios y como ante Dios, hablamos en el Mesías.

2,14 -

7,4 Hemos designado este fragmento como Carta A, o carta de autorrecomendación de Pablo. Dado que abunda en digresiones —que en general se le ocurren a Pablo como comentario a palabras clave de su apología— señalamos los pasos principales de esta defensa: 3,5.12.18; 4,5.6.7.13; 5,11-12.16-17; 6,1.2-4; 7,2-3.4.

14 Dios que por todas partes nos asocia en su triunfo: esta frase evoca la procesión triunfal de un victorioso general romano por las vías principales de Roma. Es muy posible que el evangelista Marcos se inspirara en este pasaje paulino, más otros de la Biblia hebrea que hablan de la victoria de Yahvé, para el trasfondo de su imagen de Jesús en su evangelio: el Nazoreo como guerrero victorioso de Yahvé que lucha contra Satán. Pero esta asociación aparentemente triunfal podría también tener otro sentido: que Pablo se vea como el guerrero derrotado condenado a muerte; es decir, el «general» Jesús, derrotado en apariencia, lo hace partícipe de su muerte. en el Mesías: este sintagma aparece unas sesenta veces en las cartas de Pablo. Significa vivir con el pensamiento y sentir de Jesús (Flp 2,6) hasta llegar a una comunión absoluta con el Mesías. Vivir y ser en el Mesías y en su Espíritu es la contrapartida de vivir y ser en la carne (Gal 5,16-17). La participación exclusiva en la vida mesiánica es el objetivo al que apunta la fe, que recibe con gozo la proclamación y la declaración de justo por parte de Dios. La vida «en el Mesías» y la participación en su cuerpo místico es en Pablo el culmen de la vida del converso a la espera de la resurrección y del Juicio. Véase Rm 3,24; 8,2. 16-29; 1 Cor 1,2; 4,15. Es muy discutido, sin embargo, si las expresiones «en el Mesías», «con el Mesías» y similares son realmente místicas, es decir, si tienen por objeto la unión con una entidad divina o no. Y se ha argumentado que, en especial el primer sintagma, ha de entenderse con valor de agente («por/a través de/gracias al Mesías»). Es cierto. Pero hay que tener en cuenta que es tan fuerte el sentido de participación en la vida con el Mesías resucitado y exaltado, que es difícil negarse a la sensación de que quien utiliza tantas veces este sintagma en tan pocas páginas es un verdadero místico, pues vive sin vivir en él, y vive solo en el Mesías. La llamada de Dios a Pablo (Gal 1,12) fue una experiencia mística como otras que podemos suponer en otros profetas de la época o anteriores. Igualmente, las visiones de 12,1-4 son sin duda arrebatos místicos con revelaciones.

15 buen olor: hace alusión a los aromas e incienso que se dispensaban generosamente durante la procesión triunfal. Puede referirse también a una metáfora sacrificial: el cuerpo de Pablo, derrotado, sacrificado como lo fue el Mesías, que despide el olor del sacrificio.

15-16 para los que se salvan... la vida: estas frases pueden entenderse como referidas a la libertad humana ante el evangelio. Sin embargo, otros las interpretan a la luz de una teología de la predestinación, parecida a la de los esenios: desde toda la eternidad Dios tiene determinado quiénes se condenarán y quiénes se salvarán. La clave está en el vocablo hikanós, «capaz»/«capacitado», pues en 3,5 afirma Pablo que su capacitación (hikanótes) viene de Dios. Por tanto, la capacitación para salvarse, o la «no capacitación» que lleva a la condena, vendrían de Dios. El sentido es, pues, dudoso y depende de cómo se entienda lo que viene a continuación.

16-17 vida. Y ¿quién resulta capacitado para esta tarea?: esta versión ofrece un sentido un tanto oscuro, aunque sigue la puntuación del texto griego según N-A28 (con un punto tras zoén y luego una frase interrogativa: eis zoén. Kaì prós taúta tís ikanós). Pero como la puntuación no es a menudo una cuestión de los manuscritos, sino del editor, podría entenderse también sin punto y como frase normal, no interrogativa, con el sentido siguiente: «Para unos, olor de muerte hacia la muerte; para otros, olor de vida para la vida según que cada uno resulta capacitado para esto». Con este sentido la frase no respondería tan claramente a una teología predestinacionista.

3 1 ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos? O ¿acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación ante vosotros o de vosotros? 2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. 3 Es manifiesto que sois una carta del Mesías redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones carnales.

3 carta del Mesías: mientras que los misioneros que han aparecido en Corinto predicando otro evangelio, distinto al de Pablo, llevan cartas de recomendación —de alguna otra comunidad judeocristiana, o menos probablemente de Jerusalén—, Pablo no necesita recomendación alguna: la fe de los corintios que anida en sus corazones, gracias al evangelio proclamado por Pablo, es su verdadera carta de recomendación. Y es una «carta del Mesías», porque Pablo ha predicado el auténtico mensaje sobre este que los corintios han asumido. escrita no con tinta... de corazones: al manifestar su orgullo por la conversión de los de Corinto, Pablo hace una referencia clara a las tablas de piedra de la «antigua» alianza, jugando con el sentido de carta escrita en un material pétreo (pizarra, por ejemplo)/carta escrita espiritualmente en los corazones. Aprovecha entonces para hacer una alusión a una manera doble de entender la Ley y la Alianza utilizando como trasfondo un conocido texto de Jr 31,31-33: «He aquí que vienen días... en los que yo (Yahvé) pactaré con la casa de Israel una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres..., que ellos rompieron... sino que esta será la siguiente alianza...: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo». Se observa en este pasaje una contraposición entre las leyes del Sinaí en tablas de piedra y esas mismas leyes grabadas en el corazón de los creyentes; en lenguaje paulino y para quien entiende su mensaje: hay una contraposición entre Ley entendida según la letra/Ley entendida según el Espíritu. Como Jeremías, Pablo habla repetidas veces de dos alianzas; por ejemplo en la última cena: «nueva alianza»: 1 Cor 11,25. Naturalmente, el sentido que le otorga Pablo no es el «Antiguo» y el «Nuevo Testamento» (antigua y nueva alianza), que aparece desde más o menos el inicio del siglo III e.c. con Tertuliano, sino una misma alianza, la de Dios con Abrahán, renovada e intensificada en el tiempo del Mesías. En época mesiánica la «ley de la letra» se convierte en «ley del espíritu», como se verá a continuación. Esto se aplica al evangelio de sus adversarios, que entienden mal la Ley y han extraviado a los corintios y trastocado el evangelio de Pablo, que entiende espiritualmente la Ley y la aplica bien a los gentiles conversos. De igual manera, las cartas de recomendación de los adversarios de Pablo son como la Ley entendida a la antigua usanza (escrita en cartas de piedra), y la carta de recomendación de Pablo —los corintios mismos— es como la Ley entendida al modo del Mesías (Ley escrita en los corazones).

4 Tal es la confianza que tenemos por medio del Mesías ante Dios. 5 No porque por nosotros mismos seamos capaces de pensar cosa alguna como procedente de nosotros, sino que nuestra capacidad viene de Dios, 6 el cual nos capacitó en verdad para ser ministros de una nueva alianza, no de la letra, sino del Espíritu: pues la letra mata pero el Espíritu vivifica. 7 Y si el ministerio de la muerte, grabado con letras en tablas de piedra, resultó tan glorioso que no pudieron los hijos de Israel fijar su vista en la faz de Moisés por la gloria de su faz aunque caduca,8 ¡cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu! 9 Pues si el ministerio de la condenación fue una gloria, mucho más lo será el ministerio de la justicia. 10 Pues incluso lo que entonces tuvo gloria ya no la tiene frente a esta gloria incomparable. 11 Pues si lo caduco tuvo gloria, ¡cuánta más gloria tendrá lo permanente!

12 Teniendo, pues, tal esperanza, hablamos con toda libertad; 13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz para que no fijaran su vista los hijos de Israel en el final de lo destinado a la extinción. 14 Pero se embotaron sus pensamientos. Pues hasta hoy día, en la lectura de la antigua alianza, permanece ese mismo velo sin levantar, porque solo en el Mesías desaparece. 15 Hasta el día de hoy cuando se lee a Moisés, un velo está tendido sobre sus corazones. 16 Y cuando se convierta al Señor, se levantará el velo. 17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. 18 Pero todos nosotros, que con la faz descubierta reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen de gloria en gloria a impulso del Espíritu del Señor.

4-18 Hay, pues, dos alianzas y dos épocas. El «ministerio de la muerte y la condenación» hace referencia a las funciones de la Ley hasta la llegada del tiempo mesiánico. En el v. 9 indica por qué es de condenación: porque de hecho los judíos no logran cumplir la Ley entera y se condenan por ello. Para toda esta sección vv. 4-18, véase aquí.

5 nuestra capacidad: véase nota al v. 3.

6 nueva alianza: como en el párrafo anterior, vv. 1-3, el concepto de la «alianza nueva» es igual a la noción del profeta Jeremías, solo que en Pablo hay una novedad: abarca también a los gentiles convertidos al Mesías de Israel.

7 tablas de piedra... gloria de su faz: referencia a Ex 34,30. caduca: y también en v. 11; véase la nota a v. 13.

8 ministerio del Espíritu: el vocablo ministerio puede entenderse como «economía o plan divino» para un momento de la historia humana. Este comienza con la llegada de Jesús. Carne-materia-letra grabadas en tablas de piedra, contrapuestas al Espíritu del Mesías, es en el fondo una dicotomía platónica que Pablo enraíza en suelo hebreo. Se está aquí en la «segunda alianza».

9 ministerio de la condenación: a pesar de estas duras palabras, nunca debe pensarse que la Ley en sí ha sido concebida por Dios para la condenación, sino para señalar las transgresiones (Gal 3,19). Antes de la venida del Mesías se está en la «primera alianza». El ministerio de la justicia significa que la declaración del hombre pecador como justo ante Dios —«justificación por la fe»—, tanto para judíos como gentiles, solo se logra plenamente en la era mesiánica por medio de la «ley de la fe». Este «ministerio» es la «segunda alianza».

10 lo que entonces tuvo gloria es la ley de Moisés; pero su gloria queda muy disminuida en parte a causa de la gloria incomparable de la época mesiánica. Pablo reinterpreta Ex 34,34-35: «Siempre que Moisés se presentaba delante de Yahvé para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía... Los israelitas veían entonces que el rostro de Moisés irradiaba, y Moisés cubría de nuevo su rostro hasta que entraba a hablar con Yahvé». Lo que se dice en la Biblia hebrea con tono muy positivo, es interpretado por Pablo con luces negativas, como la historia de Sara y Agar en Gal 4,21-31.

12-14 La Ley debe entenderse en la época mesiánica según el Mesías. Por tanto, la «antigua alianza» es en este pasaje todo el conjunto de la Ley, pero mal comprendida por los judíos que no aceptan la «llamada», es decir, una Ley sin referencia al Mesías, Jesús. Los judíos no caen en la cuenta de que se hallan en los momentos finales del mundo, porque sus corazones están embotados. Pero si aceptaran al Mesías, el velo que no les permite entender bien su Ley y el alcance de esta, quedaría eliminado (v. 13).

13 y no como Moisés... caduco: tiene un paralelo ideológico claro con Gal 3,23-26, donde en vez de caduco Pablo habla de que la Ley fue un mero pedagogo hacia el Mesías, y de que tras la llegada de la fe «no estamos ya bajo el pedagogo»: la misión del pedagogo «ha caducado». La cuestión es cómo se entiende esa «caducidad» de la Ley, pero lo más probable es que deba hacerse a la luz de Rm 10,4: «Porque el fin de la Ley es el Mesías». «Fin» debe entenderse como «meta». La caducidad apunta hacia una ley de Moisés que sigue vigente del todo, completa, pero únicamente para los judíos. Y parcialmente para los gentiles conversos.

16 velo: de nuevo una alusión a Ex 33,34. Pablo expresa el mismo pensamiento en Rm 11,26: al final de los tiempos «todo Israel se salvará».

17-18 Estos dos versículos son densos, y un tanto ambiguos también, pues la «libertad» (v. 17) es un concepto que Pablo suele utilizar al referirse a la exención de los gentiles del cumplimiento de la «ley específica», solo para los judíos. Pero la idea es clara: los judíos deben incorporarse también a la «nueva alianza» por medio de la fe en el Mesías, y verán como la Ley se entiende de otro modo y ahí encontrarán su parcela de libertad dentro de la Ley.

17 Porque el Señor es el Espíritu: no queda claro desde aquí hasta el final del párrafo si Pablo se refiere al Mesías al escribir «Señor» o a Dios Padre. Las dos cosas son posibles, pues Pablo utiliza «Señor» indistintamente. Pero la alusión a la «imagen de Dios» (relato de la creación de Gn 1) parece apuntar hacia Dios Padre. De cualquier modo, no afecta mucho al sentido.

4 1 Por ello, teniendo nosotros este ministerio como objetos de la misericordia divina, no nos acobardamos, 2 sino que hemos rechazado todo vergonzoso ocultamiento no caminando con astucia, ni falseando la palabra de Dios, antes bien con la manifestación de la verdad recomendándonos a nosotros mismos ante toda conciencia humana delante de Dios. 3 Y si todavía nuestro evangelio está velado, lo está entre los que se pierden, 4 para los incrédulos, cuyos pensamientos cegó el dios de este mundo para que no les brille la luz del evangelio de la gloria del Mesías, que es imagen de Dios. 5 Pues no nos proclamamos a nosotros mismos, sino al Mesías Jesús, Señor, y a nosotros mismos como siervos vuestros por Jesús. 6 Porque el Dios que dijo «De las tinieblas brille la luz» es el que ha hecho brillar en nuestros corazones la luz, para la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesús, el Mesías.

2 vergonzoso ocultamiento: Pablo siempre predicó clara y valientemente su evangelio, lo que le costó latigazos, cárceles con pena de muerte, y complots contra su vida.

3-4 Los que se pierden/incrédulos: alusión no solo a los gentiles, sino también a los judíos increyentes conforme al contexto anterior. El dios de este mundo es probablemente Satanás. Podrían verse aquí de nuevo ribetes ciertos de una teología de la predestinación por parte de Pablo parecida a la de los esenios (2,15, aquí).

4 imagen de Dios: no es lo mismo imagen (gr. eikón) que forma (gr. morphé) de Flp 2,6. Lo primero es como todo ser humano, que fue creado a imagen de Dios: Pablo concentra aquí su mirada en la humanidad del Mesías. En Flp, por el contrario, piensa en el Mesías como entidad divina después de su resurrección (Rm 1,4): por tanto tiene forma (lo que afecta a la esencia del individuo) de Dios. Pero ya en la vida terrenal se trasluce esa gloria divina, por lo que puede decirse que el Mesías se abaja (Flp 2,7).

6 La iluminación del conocimiento es una frase que los gnósticos del siglo II utilizarán con mucho gusto: la gnosis es ante todo conocimiento que reciben los elegidos. El conocimiento es lo único que salva. «De las tinieblas brille la luz»: cita de Gn 1,3.

7 Pero tenemos este tesoro en recipientes de barro para que esta fuerza extraordinaria provenga de Dios y no de nosotros. 8 En todo atribulados pero no acosados; perplejos mas no desesperados; 9 perseguidos pero no abandonados; derribados pero no aniquilados; 10 llevamos siempre en nuestro cuerpo por todas partes la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

11 Así pues nosotros, los que vivimos, somos siempre entregados a la muerte por causa de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De modo que la muerte obra en nosotros, mas en vosotros, la vida.

13 Pero teniendo ese espíritu de fe, según está escrito, «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por ello hablamos, 14 sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará con Jesús y nos colocará con vosotros a su lado. 15 Pues todo esto es por vosotros, para que abundando la gracia a través de muchos se desborde la acción de gracias para gloria de Dios.

16 Por eso no nos acobardamos, sino que aun cuando nuestro hombre exterior se va corrompiendo, el hombre interior se va renovando de día en día. 17 Pues nuestra leve tribulación del presente produce en nosotros sobre toda medida un peso eterno de gloria..., 18 para cuantos no contemplamos las cosas visibles sino las invisibles; pues las visibles son pasajeras mas las invisibles, eternas.

8-12 Unida al sentido misteriosófico de la eucaristía (1 Cor 11,23-27) y del bautismo (Rm 6,3-11) está la noción, repetida varias veces (1,5; 12,9-10; Rm 6,6-8), de que los sufrimientos de Pablo como apóstol del Mesías son una participación de los sufrimientos de este, lo cual le acredita más aún, por comunión con él, para tomar parte con él de los gozos del mundo futuro. Con esta participación se garantiza para el pagano creyente en el Mesías la misma finalidad que la proclamada por los cultos de misterio: obtener la salvación y la inmortalidad. Pablo vuelve a oponer a una oferta pagana de inmortalidad otra que él cree mucho mejor. Naturalmente, el vocabulario ha de ser el mismo para que la gente entienda (véase 15,44, aquí, aquí y aquí).

11 los que vivimos...: este pasaje expresa bien la religiosidad de Pablo, que es esencialmente «vivir en el Mesías, por y para él», de donde se sigue la mencionada participación de la vida, sus sufrimientos y muerte de aquel. Este versículo debe leerse conjuntamente con Gal 2,18-20: «Con el Mesías estoy crucificado; y ya no vivo yo, sino que en mí vive el Mesías; y lo que vivo ahora en la carne, lo vivo en la fe en el hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí», y con Flp 1,21: «Para mí, el vivir es el Mesías». Otros textos con ideas análogas Gal 6,17; Rm 8,9. la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal: Pablo concibe el ser y la vida del cristiano como un proceso de transformación en el ser y la vida del Mesías celeste, entendido como ya divino (Rm 8,29). Este proceso es como una metamorfosis de gloria en gloria (3,18). Con ello dice Pablo implícitamente que la vida humana adquiere un rango de participación en una vida divina muy superior a las posibilidades meramente humanas. La filiación divina conseguida por el creyente «en el Mesías», gracias a la recepción del Espíritu es auténtica: confirma que es hijo real de Dios, natural si es judío, o, si es pagano convertido, lo constituye en adoptivo y le permite «fundirse» de algún modo con el Mesías ya divino y a través de él, indirectamente, con el Dios Padre. A propósito de la comunión eucarística con el Mesías, según Pablo, debe afirmarse que es absolutamente incompatible con cualquier otra unión (1 Cor 10,16-22). Vivir en el Mesías supone ser miembro real de su cuerpo mística y misteriosamente. Pero este concepto nunca es aclarado por Pablo, sino dado por supuesto: 1 Cor 6, 15-19; 12,12-27; Rm 12, 3-5 y que se presta a múltiples interpretaciones, incluso que no existe tal cuerpo místico, sino que «en el Mesías» puede significar «por obra del Mesías» o «por inspiración del Mesías» (nota a 2,13-20, aquí).

12 la muerte... salvación en el Mesías: esta frase tiene un sentido simplemente irónico: la muerte carnal del Mesías no se para ahí, sino que se proyecta en la resurrección. Al hablar Pablo en este párrafo de «Jesús», a secas, piensa claramente en los sufrimientos del Jesús de la historia, de los que participa.

13 «Creí, por eso hablé»: cita de Sal 115,1 LXX.

18 mas las invisibles, eternas: la religiosidad de Pablo se centra de tal modo en vivir una vida en el Mesías divino que su vida no era suya, de manera que podría haber escrito el «vivo sin vivir en mí y muero porque no muero», inspirado quizás en Flp 1,21-23.

5 1 Pues sabemos que si nuestra casa, la tienda terrestre, se desmorona, tenemos un edificio de Dios, una casa no hecha por mano humana, eterna, en los cielos. 2 Por ello gemimos así, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste. 3 A no ser que, ya desvestidos, seamos encontrados desnudos. 4 Pues los que vivimos en la tienda gemimos apesadumbrados, porque no queremos ser desvestidos, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Y el que nos dispuso para eso mismo es Dios, el que nos da las arras del Espíritu.

6 Así pues, estamos plenos de ánimo en todo momento y sabemos que, mientras habitamos en el cuerpo, habitamos lejos del Señor, 7 pues caminamos en la fe y no en la visión. 8 Estamos, pues, plenos de ánimo y preferimos salir del cuerpo y vivir junto al Señor. 9 Por ello, nos empeñamos en agradarle, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él. 10 Pues es preciso que todos nosotros aparezcamos como somos ante el tribunal del Mesías, para que reciba cada cual conforme a lo que hizo, bueno o malo, estando en vida corporal.

1 un edificio... en los cielos: da toda la impresión de que Pablo concibe el reino de Dios futuro, tras la muerte y el juicio final, en un ámbito supraterrenal, como en la obra apócrifa del Testamento de Moisés. En esto se aparta del Jesús histórico que sin duda concebía, al menos en una primera fase, el reino de Dios instaurado plenamente acá abajo, en la tierra de Israel liberada de todos los enemigos.

2 revestidos de nuestra habitación celeste: metáfora extraña o atrevida, ya que la habitación celeste, el paraíso, es distinto del alma/espíritu más el cuerpo espiritual (1 Cor 15,44) que serán los constituyentes de cada ser humano salvado en el paraíso, siendo este propiamente el habitáculo celeste.

3 ya desvestidos: es decir, eliminada, por la muerte física, la vestimenta corporal del alma. La concepción es en el fondo platónica: el cuerpo entendido como un recubrimiento (a veces una «cárcel») del alma. seamos encontrados desnudos: sin mérito alguno para entrar en el paraíso. El ser humano ha sido ciertamente justificado por la fe: se le han perdonado todos los pecados hasta el momento; pero luego ha de vivir conforme a la ley del Mesías (Gal 6,2); si no lo ha hecho, ha perdido ante el tribunal de Dios la posibilidad de acceder al paraíso.

8 salir del cuerpo: el suicidio, incluso por esta buena intención, no está contemplado en el judaísmo.

10 aparezcamos como somos ante el tribunal... bueno o malo: según Pablo somos «justificados» por la fe, pero juzgados por las obras. No hay ninguna falsa contraposición entre fe y obras para Pablo. «Jacobo» defiende quizás otra teología (2,17-18).

11 Conocedores, por tanto, del temor del Señor persuadimos a los hombres, pues ante Dios estamos al descubierto, y espero que ante vuestras conciencias también estemos al descubierto. 12 No nos recomendamos de nuevo ante vosotros, sino que dándoos solamente la ocasión de gloriaros por nosotros, tengáis así argumentos ante los que se glorían por su aspecto y no por lo que está en el corazón. 13 Pues si hemos perdido el juicio, es por Dios; y si estamos en nuestros cabales, es por vosotros. 14 Porque el amor del Mesías nos constriñe a pensar que si uno murió por todos, ciertamente todos murieron. 15 Y murió por todos, para que quienes viven no vivan ya para sí mismos, sino para aquel que murió y fue resucitado por ellos.

16 De modo que desde ahora a nadie conocemos según la carne: y si conocimos al Mesías según la carne, ahora ya no lo conocemos. 17 Por tanto, si alguien está en el Mesías, es una nueva creación; pasó lo viejo; mirad: ha surgido lo nuevo. 18 Y todo proviene de Dios, quien fue el que nos estaba reconciliando consigo por medio del Mesías y el que nos da el ministerio de la reconciliación; 19 porque Dios estaba reconciliando al mundo consigo en el Mesías, no tomándoles en cuenta sus transgresiones, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.

20 Así pues, somos embajadores del Mesías, en la idea de que Dios exhorta por medio de nosotros. Os suplicamos en nombre del Mesías que os reconciliéis con Dios. 21 Al que no conoció pecado hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuéramos justicia de Dios en él.

11 La idea es: «Dios me ve como soy, y espero que cada uno de vosotros tenga conciencia de lo que soy».

13 si hemos perdido el juicio: se refiere a los trances extático-místicos de Pablo de los que hablará más tarde (12,1-13). Hay que entenderlo a la luz de lo que Pablo escribe acerca de la contraposición hablar en lenguas/hablar claro, en espíritu, en la asamblea para que todos reciban edificación (por ejemplo, 1 Cor 11,23).

14 uno murió por todos: es este uno de los textos claros de la concepción paulina de la muerte de Jesús como vicaria, es decir, un inocente muere por un culpable de modo que este siga con vida.

16 a nadie conocemos según la carne: entiéndanse estas frases como un reforzamiento de su «apología»: Pablo no piensa, ni siente ni conoce, según la carne, ni siquiera al Mesías. Pero el sentido es inseguro: ¿conoció Pablo al Jesús de la historia? Quizás sí; pero ahora no le interesa de él más que su muerte y resurrección como los eventos cruciales de la salvación. y si conocimos al Mesías según la carne: la relación de Pablo con el Jesús de la historia está llena de sombras, pues en apariencia da Pablo la impresión de no utilizar apenas el material oral y escrito que se iba generando sobre Jesús, parte del cual acabó dentro de los escritos evangélicos. ahora ya no lo conocemos: es cierto que Pablo cambió radicalmente la figura del Jesús histórico. Jesús se veía a sí mismo como un ser humano normal, aunque con una relación especialísima con Dios; Pablo, por el contrario, hace de él un ser humano transformado —tras su resurrección/exaltación— en un ser divino, secundario ciertamente, pero divino al fin y al cabo, cuyo mesianismo, como concepto, es preexistente. El Jesús de la historia se convierte en un salvador universal.

17 nueva creación: no se entienda este sintagma como si Pablo creyera que hasta el fin del mundo, o juicio universal, hay un nuevo culto. A Pablo, como a Jesús, jamás se le pasó por la cabeza fundar religión alguna: no cuestionó la alianza de Dios con Israel; no interpretó nunca su «judaísmo vivido en el Mesías» como una nueva religión, sino todo lo contrario: para él, la nueva teología es solo una revivificación o renovación del judaísmo; su «evangelio» pertenece de lleno a Israel: en realidad solo hay un olivo y los paganos son injertados en él (Rm 11,17). La contribución de Pablo a los cimientos de una religión nueva es involuntaria y fue como una semilla, que desarrollaron sus seguidores y que se concretó en un nuevo culto, ante todo por las consecuencias del «retraso» de la parusía.

18 nos estaba reconciliando consigo por medio del Mesías: es esta, la reconciliación de los hijos de Adán con su Creador, uno de los fines principales de la muerte en cruz del Mesías.

21 Al que no conoció pecado... justicia de Dios en él: se trata de una clara alusión tanto a la comparación primer Adán/segundo Adán (véase Rm 5), como a la muerte vicaria del Mesías, Jesús, en pro de toda la humanidad (v. 14). Su efecto reconciliador hace que la «justicia de Dios», es decir, la fidelidad divina a la alianza con Abrahán ahora extendida a todos los gentiles conforme a la Promesa, se manifieste al cambiar la situación religiosa de los gentiles creyentes en Dios y su Mesías; estos pasan de ser pecadores (Gal 2,15) a manifestar en ellos mismos esa «justicia de Dios» que los declara justos, amigos suyos, no «teniéndoles en cuenta sus transgresiones». hizo pecado: probablemente una alusión, que los judíos entenderían muy bien, a la muerte del Mesías en la cruz como «sacrificio por el pecado». justicia de Dios: Pablo no necesita explicar este sintagma, pues lo cree entendible por sí mismo Y lo repite muchas veces sin aclaración: 5,21; Flp 3,8-10; Rm 1,16-17; 3,5-6. 21-26; 10,23. Según los Setenta, este sintagma significa: a) justicia como fidelidad (gr. pístis) de Dios que es rey (Sal 51,4-6; 1 Sam 12,15; Jue 5,11); b) justicia que obra contra los enemigos y a favor de la liberación/salvación del Israel humillado por una opresión injusta (gr. sotería); c) justicia como misericordia (gr. éleos) de Dios (Ex 33,19; 1 Cro 21,13; Is 63,7). Teniendo en cuenta estos pasajes, podría definirse la «justicia de Dios» en Pablo como «la acción divina por medio del Mesías, que salva, libera y da vida». Así, su oponente —en apariencia—, la ira desbordada de Dios (Rm 1,18), se transforma en los tiempos finales en salvación gracias al Mesías, y además siempre es justa.

6 1 Como colaboradores suyos, os exhortamos también a no recibir en vano la gracia de Dios. 2 Pues dice: «En el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te ayudé». Mirad, ahora es el tiempo aceptable; mirad, ahora es día de la salvación 3 no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo, para que no sea vituperado el ministerio, 4 sino que en todo nos recomendamos como ministros de Dios: con mucha paciencia, en tribulaciones, necesidades, angustias; 5 en azotes, cárceles, sediciones; en trabajos, desvelos, ayunos; 6 en pureza, conocimiento, paciencia, bondad, en Espíritu santo, en amor sincero; 7 en palabra de la verdad, en el poder de Dios, por medio de las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda, 8 en gloria y deshonor, en infamias y buena fama; como seductores, pero veraces, 9 como desconocidos, aunque bien conocidos; como muertos, pero vivos, como castigados, aunque no condenados a muerte, 10 como tristes, pero siempre alegres, como pobres, aunque enriqueciendo a muchos, como quienes nada tienen, pero todo lo poseen.

2 Cita de Is 49,8 LXX.

3 no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo, es decir, de escándalo.

7 las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda: en el ejército las armas de la derecha son las ofensivas; las de la izquierda, defensivas.

11 Hemos abierto nuestra boca ante vosotros ¡oh corintios!; nuestro corazón se ha abierto de par en par. 12 No estáis angustiados por lo que nos afecta; pero sí angustiados en vuestras entrañas. 13 Abrid vuestros corazones también vosotros, como a hijos os hablo; pagadme con la misma moneda.

11-12 «Me he desahogado con vosotros, corintios; siento el corazón ensanchado. 12 Dentro de mí no estáis estrechos, sois vosotros los de sentimientos estrechos»: Esta es la versión interpretativa de Juan Mateos en su traducción del Nuevo Testamento (editorial Cristiandad). La idea afirmada por Pablo es clara: tenéis en mi corazón siempre un sitio grande; los estrechos sois vosotros mismos.

6,14 - 7,1: A’ (glosa)

14 ¡No os unzáis en desigual yugo con los infieles! Pues ¿qué participación hay entre la justicia y la iniquidad? O ¿qué comunión entre la luz y las tinieblas? 15 Y ¿qué armonía entre el Mesías y Belial? O ¿qué parte entre el fiel y el infiel? 16 O ¿qué consenso entre el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo de Dios vivo, como dijo Dios: «Habitaré y andaré entre ellos; y seré su Dios y ellos serán mi pueblo». 17 «Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor. Y no toquéis cosa impura, y yo os acogeré». 18 «Y seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso».

7 1 Teniendo, pues, estas promesas, amados míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y del espíritu, llevando a su fin la santificación en el temor de Dios.

6,14 -

7,1 Carta A’. Casi unánimemente la crítica considera que estos versículos son una glosa, una añadidura temprana de primeros del siglo II de algún copista amigo de las ideas esenias. Se percibe que supone una clara cesura entre 6,13, «Abrid vuestros corazones, como a hijos os hablo; pagadme con la misma moneda», y 7,2, «Dadnos lugar. A nadie hemos hecho injusticia...». El exclusivismo de este pasaje es más propio de algunos grupos seguidores judeocristianos de Jesús del siglo II que de Pablo, y se asemeja al carácter sectario de los textos de Qumrán. Sin embargo, otros defienden que el texto es genuinamente paulino, pues las ideas que contiene podrían aceptarse como propias de un arrebato radical de un Pablo apocalíptico. Esta hipótesis no parece posible, porque el texto significa un rechazo total de los gentiles: no casa en absoluto con la teología paulina.

15 Belial/Beliar es uno de los nombres alternativos de Satanás, típicos del judaísmo apocalíptico, como Mastema, Semyazá, Azazel (1 Henoc) o Metembekus (Ascensión de Isaías). El pasaje no concuerda con la doctrina paulina general sobre los gentiles y la pureza ritual..., y menos en Corinto.

16 Cita de Lv 26,12.

17 Cita de Is 52,11.

18 Cita de 2 Sam 7,14.

7,1 Aquí concluye el fragmento interpolado designado como Carta A’.

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