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PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

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1 1 Pablo, elegido apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano, 2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, elegidos, santos, con todos los que invocan en todo lugar el nombre de nuestro señor Jesús el Mesías, de nosotros y de ellos, 3 gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro y del señor Jesús el Mesías.

1 El prescripto nombra como remitentes a Pablo y a Sóstenes, no porque la carta se escriba conjuntamente, sino porque el segundo la apoya. Este último personaje podría ser el que aparece en Hch 18,17: «Los gentiles arrestaron a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y se pusieron a golpearlo delante del tribunal, pero a Galión no le importaba nada del asunto». Galión era el legado de Augusto de la provincia de Acaya, hermano de Lucio Anneo Séneca, pero tenía ese nombre por haber sido adoptado por otra familia. Sóstenes, al fracasar el juicio contra Pablo, se hace seguidor de Jesús y le acompaña en sus tareas. La carta aparece dirigida en primer lugar a los seguidores de Jesús en Corinto. Pero el mismo Pablo —o una mano posterior— amplía el radio de acción de su misiva a otras iglesias, a cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro señor Jesús el Mesías, pues está convencido de que las normas y doctrinas que va a exponer tienen validez para la comunidad universal de creyentes.

2 con todos... nuestro: se ha visto en este pasaje una glosa del editor paulino del siglo II, ya que no parece apropiado para una carta de tipo un tanto personal, no escrita en nombre de otras iglesias. La hipótesis es posible. el nombre: según los antiguos, señalaba —a menudo por designación divina (Mt 1,21: Lc 1,31)— lo que porta o muestra la esencia de alguien, es decir, cómo es esa persona. Invocar el nombre es frase que suele emplearse solo de Dios o de alguien cercano a Dios. Tras su resurrección/exaltación, Jesús el Mesías está al lado de Dios y roza el estatus divino, pues es invocado. de nosotros y de ellos: un sintagma como descolgado de la frase, que parece referirse a que Jesús es el señor de Pablo y de Sóstenes y de los demás que invocan el nombre del Señor.

3 gracia y la paz: proceden de Dios, pero se otorgan a través de Jesús el Mesías, o bien a través del Espíritu que inhabita dentro de los «que están en el Mesías»: véase Rm 8,9.

4 Doy gracias a mi Dios en todo momento por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada en Cristo Jesús, 5 porque en él habéis sido enriquecidos plenamente en toda palabra y en todo conocimiento, 6 tal como se ha consolidado el testimonio de Cristo entre vosotros. 7 De modo que no carecéis de ningún carisma, vosotros los que esperáis la revelación de nuestro señor Jesús el Mesías. 8 Él os fortalecerá también hasta el fin para que seáis irreprensibles en el día de nuestro señor Jesús [el Cristo]. 9 Fiel es Dios por el que habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesús el Mesías, Señor nuestro.

4-6 La acción de gracias —común a las cartas de Pablo, menos en Gal— hace una referencia especial a los dones espirituales concedidos por Dios a los corintios, manifestados en sus asambleas litúrgicas: profetizar, «hablar en lenguas» o aclarar los misterios divinos. Hay dos ideas centrales: a) Los seguidores de Jesús, que siguen la predicación de Pablo, son «ricos en sabiduría» por la predicación del evangelio (v. 5), y no carecen de ningún «don de Dios» (= carisma: v. 7). Estas frases, en apariencia simples, contienen ya el núcleo de la polémica, irónica, contra los amigos de formar facciones, que se creen más ricos en sabiduría, o conocimiento espiritual, que los demás. b) Pablo manifiesta de nuevo su creencia en un fin inmediato del mundo, al igual que en 1 Tes 4, 137, que consistirá en una pronta «revelación» de Jesús.

8-9 Pablo denomina al fin del mundo el «día del Señor» como los profetas de la Biblia hebrea (Is 2,12; Ez 30,3: propiamente «día de Yahvé»); en ese momento habrá un juicio de Dios; para ser declarado justo en él, hay que ser «irreprensible»; el don de los carismas prepara para que no haya contra el declarado justo sentencia negativa; el juicio será presidido por Jesús, señor y mesías. El resultado de la sentencia divina positiva será la «unión/comunión» con Jesús el Mesías. En 7,29 condensa estas ideas: «El tiempo se ha abreviado».

10 Os pido encarecidamente, hermanos, por el nombre de nuestro señor Jesús el Mesías, que tengáis todos unas mismas palabras, y no haya entre vosotros divisiones; y que estéis bien conjuntados en una misma mente y en un mismo juicio. 11 Pues los de Cloe me han informado acerca de vosotros, hermanos míos, de que existen discordias entre vosotros. 12 Me refiero a lo siguiente: que cada uno de vosotros dice «Yo soy de Pablo»; «Yo de Apolo»; «Yo de Cefas»; «Yo de Cristo». 13 ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? 14 Doy gracias [a Dios] porque no bauticé a ninguno de vosotros salvo a Crispo y a Gayo,15 de modo que nadie diga que habéis sido bautizados en mi nombre. 16 Y bauticé también a la casa de Estéfanas; por lo demás no sé si bauticé a algún otro. 17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a evangelizar, y no con sabiduría de meras palabras para que no resulte vacía la cruz de Cristo.

12 Yo de Apolo: este predicador es nombrado siete veces en esta carta (3,4.5.6.22; 4,6; 16,12). Es muy posible que además de este predicador judeocristiano hubiesen aparecido por Corinto otros de la misma o parecida índole judeocristiana. Esto aclara la dureza de Pablo contra sus adversarios en esta carta y que al mismo tiempo no se muestre duro con Apolo (véase 16,12). Algunos piensan que en realidad en Corinto solo había dos «facciones» efectivas: los partidarios de Apolo (junto con esos otros misioneros judeocristianos) y los de Pablo (véase 3,5). Por otro lado, es difícil que Pablo denomine a estos adversarios «griegos» contraponiéndolos a los judíos en 1,22. Así que todo es dudoso. Yo de Cefas: esta frase apunta a que Pedro estuvo antes en Corinto ejerciendo su ministerio, pero no tenemos de ello otras noticias. Quizás hubo allí un intermediario en su nombre, pero la tradición de la marcha de Pedro hacia occidente es tan fuerte que parece probable una respuesta positiva a la estancia de ese apóstol en Corinto. Yo del Mesías: no vuelve a aparecer este grupo en lo que sigue, lo que significa que nos quedamos sin saber qué quiere decir exactamente. Es probable que sean, según la hipótesis formulada en la aquí, los que piensan haber sido tan iluminados espiritualmente y estar tan en posesión de la sabiduría del Mesías que son los más excelentes.

13 fue... crucificado por: tiene probablemente el significado de muerte vicaria (que significa «morir en vez de» otra persona que merecía morir, pero que no muere). La expresión pertenece al ámbito de los sacrificios en el mundo grecorromano, y así sería comprendida espontáneamente por los lectores: cruz como sacrificio.

14 no bauticé: se entiende que, previo al acto del bautismo, cada evangelista catequiza al bautizando con sus doctrinas sobre el Mesías. Las divisiones indican la posible multiplicidad de contenidos de la evangelización.

15 habéis sido bautizados en mi nombre: la expresión pertenece al ámbito comercial, poner una cosa o persona (un esclavo) «a nombre de alguien», con lo cual ese bien le pertenece. Esta fórmula era probablemente utilizada ya antes de Pablo (Hch 8, 16).

17 no me envió el Mesías a bautizar, sino a evangelizar: esta frase confirma (véase Hch 10,47) que el bautismo no es una condición previa para recibir el Espíritu, sino más bien la confirmación, es decir, el «sello». El apostolado de Pablo es tan urgente que no debe detenerse en bautizar, ni siquiera en catequizar —eso lo harán sus colaboradores—, sino en proclamar la buena nueva, de modo que se colme el número de los gentiles que han de injertarse en Israel (Rm 11,17) antes de que llegue el «día del Señor». Pablo está convencido de que el fin del mundo depende de su acción; por eso, y tras la visión de su llamada divina, echó sobre sus hombros el final de toda la historia sagrada desde Abrahán.

18 Pues el discurso sobre la cruz es necedad para los que han de perecer; mas para los que han de salvarse, para nosotros, es fuerza de Dios. 19 Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios, y reprobaré la inteligencia de los inteligentes». 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el polemista de este mundo? ¿Acaso no hizo Dios necedad la sabiduría del mundo? 21 Puesto que el mundo, a través de su sabiduría de las cosas divinas, no conoció a Dios por medio de la tal sabiduría, pareció bien a Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la proclamación. 22 Y mientras que los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23 nosotros, por el contrario, proclamamos al Mesías crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles. 24 Mas para los llamados, tanto judíos como griegos, proclamamos que el Mesías divino es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 25 Porque la necedad de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la debilidad de Dios, más fuerte que los seres humanos.

18 los que han de perecer... salvarse: estas frases son la traducción de un participio pasivo griego, cuyo sujeto agente es Dios. Por tanto, Pablo cree firmemente que desde siempre la divinidad ha elegido a aquellos que han de salvarse por su gracia y elección, y sabe perfectamente quiénes se condenarán al no aceptar la llamada del evangelio. Solo los llamados, y perseverantes, se salvarán (v. 24). Hay, pues, en el pensamiento de Pablo una suerte de predestinación divina, insondable (véase aquí). Lo que importa es la salvación, por la potencia de Dios, a saber, la del grupo que está de verdad en el Mesías (v. 30) y que acepta que Jesús es el Mesías a pesar de la necedad de la cruz.

19 está escrito: es la fórmula usual judía para expresar «como dice la Escritura», y supone la inspiración divina y el carácter sacro y canónico de lo que se cita (en este caso Is 29,14).

21 salvar a los creyentes: no puede traducirse este sintagma por salvar a los que «son fieles», como se ha pretendido, porque, según el sistema de Pablo, Dios justifica a los que previamente son impíos, pero hacen un acto de fe. Si todos fueran previamente fieles antes de la justificación, esta sería innecesaria. no conoció a Dios por medio de la tal sabiduría: conocimiento de Dios por medio de la razón al reflexionar sobre sus obras sabias; los gentiles no lo hicieron, creyéndose más sabios que el propio Dios; véase Rm 1,21-22.

22 los judíos piden señales: probablemente se refiere a portentos o signos, milagros, sanaciones, etc., enviados por Dios al modo de los Profetas para que el pueblo creyera en el discurso de la cruz, es decir, que Jesús es el Mesías de Israel.

23 escándalo: para los judíos es así, porque el Mesías, en su opinión, no pudo acabar de manera tan vil; y es necedad para los paganos porque piensan que la divinidad solo puede estar relacionada con la sabiduría y la inteligencia.

24 sabiduría de Dios: es genitivo subjetivo, y significa la sapiencia propia de Dios. Pero podría entenderse también como genitivo objetivo: la sabiduría sobre Dios (Dios es el objeto o referente de la pretendida sabiduría humana). Por el contexto parece tratarse de la primera opción, subjetivo. para los llamados... sabiduría de Dios: esta frase parece indicar que la proclamación del evangelio exige una respuesta del ser humano, tanto por parte de los judíos como de los gentiles.

26 Ved, hermanos, vuestra propia llamada, porque no hay entre vosotros muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos nobles, 27 sino que escogió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios, y escogió Dios lo débil del mundo para confundir lo fuerte; 28 escogió Dios lo plebeyo y despreciable del mundo, lo que no es para hacer ineficaz lo que es. 29 Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. 30 Y de él viene que estéis en Jesús el Mesías, el cual se convirtió en sabiduría de Dios para nosotros, justicia, santificación y redención, 31 a fin de que, como está escrito: «El que se gloríe, gloríese en el Señor».

30 que estéis en Jesús el Mesías: el que ha creído en Jesús y, tras bautizarse forma parte del cuerpo místico —sea como fuere el modo como se entienda esta noción— del Mesías, está en él. El Mesías se ha convertido para los fieles en sabiduría, justicia y santificación, virtudes otorgadas por Dios que hacen al ser humano amigo de la divinidad, apartado del mundo para ella y objeto de redención.

31 Cita de Jr 9,22. Sobre el gloriarse, véase 2 Cor 11,17 y Rm 15,17.

2 1 Y yo, hermanos, cuando llegué a vosotros, no llegué con un discurso sublime o sabio anunciándoos el misterio de Dios, 2 pues decidí no saber de nada entre vosotros sino de Jesús el Mesías, y este crucificado. 3 Y me presenté ante vosotros con debilidad, con temor y temblor. 4 Y mi palabra y mi proclamación no fueron con discursos persuasivos y [con palabras] de sabiduría, sino con demostración del espíritu y del poder 5 para que vuestra fe no se fundamente en la sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.

1 con un discurso... misterio de Dios: es posible que Pablo esté contraponiendo la proclamación sobre el Mesías, redentor de Israel y del mundo, que trae la inmortalidad y la salvación, al discurso de igual signo de los apologistas de los cultos de misterios, que atraían a sus posibles adeptos precisamente con palabras sabias y excelente retórica. Pablo hace una contraoferta, y sostiene que su proclamación es la mejor y la verdadera: el auténtico y seguro salvador del mundo es Jesús el Mesías, no esos dioses. Por otro lado, para Pablo, el «misterio» es el designio eterno divino del cumplimiento íntegro de la promesa a Abrahán al final de los tiempos, la salvación de los gentiles. Pero estos continúan siendo tales, creyentes, sí, pero sin convertirse en judíos. Igualmente en 2,6; 3,19 y 4,1. Por otro lado, el judaísmo de la época de Pablo no carecía de un concepto parecido de «misterio». El hebreo raz, común en los manuscritos del mar Muerto, significa un «misterio» que alude a la revelación sobrenatural de la ciencia divina; por ejemplo, 1QH 9,21; 10,13; Documento de Damasco 3,18.

4 demostración del espíritu y del poder: divinos; probablemente se refiere a los carismas espirituales de Pablo, como profetizar y hablar en lenguas, y a las sanaciones que debió de hacer entre los corintios al proclamar el evangelio de la cruz.

6 Mas ahora hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de la sabiduría de este mundo ni de los príncipes de este mundo, abocados a la destrucción; 7 sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, que Dios predeterminó desde antes de los siglos para gloria nuestra, 8 no conocida por ninguno de los príncipes de este mundo, pues si la hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Sino que, como dice la Escritura: «Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni subió hasta el corazón del hombre aquello que Dios preparó para los que lo aman».

10 A nosotros, sin embargo, nos la reveló Dios por medio del Espíritu; y el espíritu todo lo escruta, hasta las profundidades de Dios. 11 ¿Qué hombre, pues, conoce las cosas del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Pero nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer los dones que Dios nos ha otorgado graciosamente. 13 Y hablamos de ellos no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino por la enseñanza del Espíritu, expresando realidades espirituales a los espirituales. 14 El hombre que solo tiene alma no capta naturalmente las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él, y no las puede conocer, pues solo pueden ser juzgadas espiritualmente. 15 En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarlo. 16 Porque, «¿quién conoció la mente del Señor para instruirle?». Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.

6-16 Son varias las ideas principales de este texto. Pablo habla de la verdadera sabiduría entre «perfectos» (v. 6), que en realidad no son tales: son los espirituales (v. 13). La verdadera sabiduría es la de Dios, que es conocida (v. 8) por el don del Espíritu divino que, al inhabitar dentro del ser humano, se la comunica (v. 12). Lo espiritual solo puede ser comprendido por los verdaderos espirituales (v. 13). El hombre «psíquico» (v. 14: aquel que solo tiene cuerpo y alma, es decir, hálito vital, pero carece de espíritu superior) no capta lo espiritual que procede de Dios. Pero el espiritual (el ser humano que tiene cuerpo, alma y espíritu) sí puede captar y juzgar lo que es espiritual (v. 15). El pensamiento de Dios, es decir, la voluntad de Dios, solo se conoce si se está unido con el Mesías y se tiene la mente del Mesías (v. 16). Algunos opinan que este pasaje no es auténtico, sino obra de un discípulo de Pablo que glosó la carta, pues el lenguaje puede parecer del siglo II. No es fácil saberlo. Si el texto es auténtico, es muy posible que Pablo esté de nuevo dirigiéndose expresamente a los espirituales de Corinto, que conocían la misteriosofía propia de los cultos de misterio (contrástese 2,1 con 2,6.7).

6 los príncipes de este mundo: podrían ser tanto las autoridades romanas y los jefes de los judíos que, según algunos, habían contribuido a la muerte de Jesús (1 Tes 2,15, si el pasaje es auténtico), como los poderes angélicos malvados que —según concepción vulgar de la época— están en el mundo sublunar y que incitan a la maldad a los poderosos. Igual en el v. 8. Ahora bien, ya que se dice que perecen y que son muy importantes, lo más probable es que aluda a los romanos. Hay aquí una tradición subyacente que señalaba que fueron estos los verdaderos responsables del prendimiento y muerte de Jesús.

7 sabiduría de Dios misteriosa, escondida: este pasaje complementa a 2,1, y a tenor de Rm 11,25 («misterio... el endurecimiento parcial sobrevenido a Israel»), el adjetivo misteriosa puede ser de nuevo una alusión competitiva contra los cultos de misterios. El misterio en el que Pablo había adoctrinado a los corintios sería el designio del casi indescifrable plan de Dios de que se cumpla la promesa completa a Abrahán, que conlleva la muerte en cruz del Mesías, la ceguera espiritual y temporal de Israel, la oportunidad que esta muerte ignominiosa concede a los humanos para que se integren en Israel en el número predeterminado por Dios, para que Israel crea en su Mesías y todo él se salve (Rm 10,1ss; 11,26).

8 el Señor de la gloria es Jesús, pero contemplado desde su posición celeste, después de su exaltación a los cielos. Entonces es cuando Dios lo constituye como divino, no antes probablemente, ya que la gloria del Mesías está oscurecida en la tierra según una parte de la tradición judía. Si es así, el pasaje no probaría que Pablo está pensando en la preexistencia del Mesías (véase nota Flp 2,6-11, y aquí).

9 Lo que el ojo no vio...: quizás sea una paráfrasis libre de Is 64,3: los inesperados prodigios de Dios «ni oyeron oídos ni ojos vieron...». Se piensa también, siguiendo a Orígenes, que es una cita del Apocalipsis de Elías, apócrifo hoy perdido. Si fuere así, indicaría que los apócrifos de la Biblia hebrea eran lectura piadosa de los judeocristianos primitivos. En cualquier caso, la cita hace referencia a lo que Pablo contempló en su rapto místico hasta el tercer cielo, que —entre otras cosas— le confirmaba en su idea de que las penalidades de este mundo son nada en comparación con el bien que Dios tiene preparado a sus fieles en el cielo (2 Cor 12,2-6). Además de participar en los dolores redentores del Mesías que dan a luz una nueva creación (Gal 6,15; 2 Cor 5,16), el fiel tiene su recompensa especial en el otro mundo (Flp 3,20-21).

16 quién conoció: cita breve de Is 40,13.

3 1 Pero yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a infantes en Cristo. 2 Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente; 3 pues aún sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia, ¿no sois carnales acaso y procedéis al modo humano? 4 Cuando uno dice: «Yo soy de Pablo», y otro: «Yo de Apolo», ¿no actuáis al modo humano? 5 ¿Qué, pues, es Apolo? ¿Qué es Pablo?... Servidores, a través de los cuales creísteis, y cada uno según lo que el Señor le dio. 6 Yo planté, Apolo regó; pero Dios hizo que creciera. 7 De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino el que otorga el crecimiento, Dios. 8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; y cada uno recibirá el salario según su propio trabajo, 9 ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios.

10 Según la gracia de Dios que me fue dada, como sabio arquitecto puse el cimiento, y otro construye encima. Y cada uno mire cómo construye 11 Pues nadie puede poner otro cimiento que el que ya está, Jesús el Mesías. 12 Y si uno construye sobre [este] cimiento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja..., 13 la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, porque se revelará por el fuego. Y cómo sea la obra de cada cual, lo probará el [mismo] fuego. 14 Si la obra de uno permanece, a saber, lo que edificó, recibirá recompensa. 15 y si la obra de otro se abrasa, sufrirá el castigo. Él, no obstante, se salvará, pero como quien pasa a través del fuego. 16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? 17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá; porque el templo de Dios es santo, y vosotros sois (ese templo).

1 como a espirituales: esta afirmación da la clave para considerar que el sintagma «los perfectos» de 2,6 era irónica.

6 Yo planté, Apolo regó: probablemente fue al revés (primero llegó Apolo a Corinto y luego Pablo), como se ha mantenido en la Introducción, según Hch 18,26-19,7.

10 según la gracia... fue dada: se refiere al acto de su «llamada» a creer en Jesús el Mesías (Gal 1,15). Es un don, pura gracia.

13 el Día: del juicio final. Los otros pasajes importantes de Pablo sobre este juicio son 5,5; 6,2-3. Hay otros pasajes que no hablan del «Día», pero que son explícitos, pues en ellos Pablo emplea un lenguaje judicial: krísis, «juicio», o derivados (Rm 2,5.16; 3,5); proceso ante el tribunal (béma: Rm 14,10) divino, o simplemente ante Dios o el señor Jesús (1 Tes 2,19; 3,13). Este tribunal emite tanto sentencias positivas como negativas (katakrínesthai/katákrima: por ejemplo, 1 Cor 11,32 y Rm 5,14.18), pero en cualquier caso inexorables según la actuación de cada uno en vida. Pablo da por supuesto que los fieles al Mesías, por el hecho de mantenerse como tales, pasarán la prueba del Juicio sin problema alguno. Por ello afirma prolépticamente que «nuestra ciudadanía está ya en los cielos» (Flp 3,20). Probablemente piensa en que los fieles formarán un coro, o jurado, que intervendrá de forma activa en ese Juicio, quizás proclamando la justicia de Dios y su Mesías. No hay contradicción entre estas ideas y la tesis general de Pablo de que la justificación/absolución en sí del pecador se logra por la fe en el Mesías. El Juicio se refiere a la realización de las obras que el justificado ante Dios por ese acto de fe ha de realizar en cumplimiento de la ley del amor o del Mesías (Gal 6,2; 1 Cor 9,21). El axioma paulino es: «La justificación del ser humano se logra por la fe. Pero en el Juicio será juzgado por las obras». Pablo desjudaíza y espiritualiza la noción de juicio final, al igual que la del reino de Dios.

14-15 obra de uno permanece... sufrirá el castigo: el individuo que durante su vida tras el bautismo y la parusía haya cometido algún pecado y lo haya purgado por el arrepentimiento, y quizás algún castigo comunitario, se salvará igualmente.

15 a través del fuego: el juicio final será como pasar a través de un fuego que prueba la solidez de cualquier cosa construida. No sabemos si el fuego es aquí una metáfora, o Pablo lo creía real. En concreto, ese fuego someterá a prueba el cuerpo y tendrá muy en cuenta los pecados de orden sexual. Esto explica el aparente cambio brusco de pensamiento entre 14-15 y 16-17.

16 ¿No sabéis que sois santuario de Dios...? La presencia de Dios (la Shekináh) habita en el Templo, y de igual modo Dios como Espíritu reside dentro del ser humano. Véase 6,12-20 sobre el cuerpo como templo de Dios. La sexualidad desordenada destruye ese templo en el que habita Dios como espíritu.

18 Nadie se engañe a sí mismo. Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para convertirse en sabio; 19 pues la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues está escrito: «El que prende a los sabios en su propia astucia». 20 Y también: «El Señor conoce cuán vanos son los pensamientos de los sabios». 21 Así que no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro: 22 ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; 23 y vosotros, del Mesías y el Mesías, de Dios.

19-20 Citas de Job 5,12s y Sal 93,11 LXX. A veces, en esta y otras cartas aparecen las citas por parejas. Es posible que las citas dobles se deban a la noción judía, subyacente, de la necesidad de un doble testimonio para probar algo en un tribunal.

21 La crítica al ser humano como criatura, ya sea judía o gentil, que se jacta o se gloría ante Dios, es una constante preocupación de Pablo (5,6-13; 2 Cor 11,17), pero es más palpable en la Carta a los romanos (3,27 en adelante). Pablo ha advertido ya en el transcurso de 1 Cor del peligro de creerse por encima de los demás. En el caso de los gentiles que se creen superiores a los judeocristianos, deben saber que estos no son en modo alguno inferiores, sino incluso al revés (Rm 9,4).

23 y vosotros, del Mesías y el Mesías, de Dios: Pablo establece en diversas ocasiones (por ejemplo, Flp 2,9-11) una nítida distinción entre el estatus divino del Mesías, exaltado y ensalzado a la derecha de Dios, y la divinidad misma. Esta manera de pensar se denomina subordinacionismo: solo hay un Dios y el Mesías, su hijo divino, está subordinado a las órdenes del Padre, que es el monarca. Otro de los textos más nítidos se halla en la presente carta 15,28.

4 1 Así pues, que cualquier ser humano nos tenga por servidores del Mesías y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles. 3 Pero a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. Mas ni siquiera me juzgo a mí mismo 4 De nada me reprocha mi conciencia; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor. 5 De modo que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. Él iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones. Entonces recibirá de Dios cada cual la alabanza que le corresponda.

1 administradores de los misterios de Dios: Pablo defiende con gran energía su apostolado como auténtico en contra de los misioneros judeocristianos llegados a Corinto, o bien de las ironías de algunos «espirituales». Probablemente se refiere Pablo al «misterio» aludido en 2,1.7.

5 hasta que venga el Señor: las expectativas escatológicas de Pablo no disminuyen un ápice desde 1 Tes hasta la Rm.

6 Estas cosas, hermanos, me las he aplicado a mí mismo y a Apolo a causa vuestra; para que aprendáis de nosotros aquello de «No pasarse de lo que está escrito» y para que nadie se engría en favor de uno contra otro. 7 Pues ¿quién te distingue de los demás? Y ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido? 8 Ya estáis hartos. Ya sois ricos. Os habéis hecho reyes sin nosotros. Y ojalá reinaseis ciertamente, para que también nosotros reináramos con vosotros 9 Pues creo que Dios, a nosotros los apóstoles, nos ha mostrado en público como los últimos, como condenados a muerte, porque nos hemos convertido en espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. 10 Nosotros, necios por el Mesías; vosotros, sabios en el Mesías. Nosotros débiles; vosotros, por el contrario, fuertes. Vosotros llenos de gloria; pero nosotros, despreciados. 11 Hasta la hora presente, pasamos hambre, sed, desnudez. Somos abofeteados, y andamos errantes. 12 Nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. 13 Si nos difaman, respondemos amablemente. Hemos llegado a ser como la basura del mundo y el desecho de todos hasta ahora.

6-13 Se entiende bien todo el párrafo como una crítica irónica, de nuevo, a los «espirituales» de Corinto, llena de sarcasmo y amonestaciones a los engreídos. La ironía lleva a Pablo a contrastar a estos espirituales con los que fueron en verdad sus maestros y proclamadores del evangelio, Apolo y él mismo, a los que con cierta sorna coloca en un escalón inferior de sabiduría espiritual. El v. 8 es el más irónico de todos. Los vv. 9-13 ponen, con igual talante, a los apóstoles por debajo de los espirituales.

6 No pasarse de lo que está escrito: no actuar en nada por encima de lo ya establecido como prudente.

8-9 estáis hartos: véase nota a 14,35-36.

10-11 Es posible que Pablo esté parodiando —al enumerar las calamidades sufridas como apóstol, y al recordar el desprecio que sentían algunos por él por su falta de retórica (v. 11 y antes en 1,17)— en sentido inverso las glorias de sus adversarios, llenos de sabiduría y elocuencia. Estas calamidades son una participación en los sufrimientos del Mesías como manifestará explícitamente en 2 Cor (1,5; 4,10.16-17; 12,9-10) y, como los dolores de parto, son una prueba de que Pablo ha engendrado a los corintios como seguidores de Jesús (v. 14).

14 No os escribo estas cosas para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos queridos. 15 Pues aunque hayáis tenido miles de pedagogos en el Mesías, no habéis tenido muchos padres. Pues en el Mesías Jesús y por el evangelio he sido yo el que os engendró. 16 Os ruego, pues, que seáis mis imitadores. 17 Por ello os envié a Timoteo, hijo mío querido y fiel en el Señor; él os recordará mis enseñanzas en el Mesías, como enseño por todas partes en todas las iglesias. 18 En la idea de que no voy a ir donde vosotros, se han engreído algunos. 19 Pero iré pronto donde vosotros, si el Señor quiere; entonces conoceré no la palabrería de esos orgullosos, sino su poder, 20 pues no está en la palabrería el reino de Dios, sino en el poder. 21 ¿Qué preferís, que vaya a vosotros con un bastón, o con amor y espíritu de mansedumbre?

14-15 en el Mesías: es difícil precisar el significado de este sintagma: ¿en el espíritu del Mesías? ¿En la vida en el Mesías = en Cristo/cristiana? (véase 1 Tes 1,1 nota a «Dios padre».)

17 mis enseñanzas: o bien mis «normas de conducta». Literalmente, «mis caminos», en hebreo halakhá/-ot, normas sobre cómo «andar», es decir, cumplir la Ley. Los discípulos de Pablo tomarán estas enseñanzas para formar un cuerpo de doctrina, una regla y depósito de la fe (común a todos los paulinos y luego a la iglesia en general; véanse los inicios en 1 Tim 4,6; 6,3; 6,20: «Custodia el depósito»). Véase nota a 15,11.

20 poder: no administrativo, sino carismático. Pablo manifiesta exteriormente que tiene más dones del Espíritu que sus «adversarios». Véase 1 Tes 1,5; 2 Cor 12,2, etcétera.

5 1 Solo se oye que hay inmoralidad entre vosotros, y una inmoralidad tal que no se da ni entre los gentiles, hasta el punto de que uno tiene a la mujer de su padre. 2 Y vosotros estáis tan engreídos..., y no habéis hecho más bien duelo para que fuera quitado de en medio el autor de semejante acción. 3 Pues yo, por mi parte, corporalmente ausente pero presente en espíritu, he tomado ya una decisión como si estuviera presente respecto al que así obró: 4 que en nombre del señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de Jesús señor nuestro, 5 sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en el día del Señor.

2 quitado de en medio: es decir, sea excomulgado. En el código moral hebreo hay dos pecados especialmente graves: la idolatría y la sexualidad desordenada. El segundo pecado, la inmoralidad sexual, es especialmente grave porque conduce al primero y principal, la idolatría. El que un hijo pudiera vivir con su madrastra era perfectamente posible en la época, porque la media de edad de casamiento de las jóvenes en el mundo grecorromano era de 12-14 años. El incesto era castigado con la pena de muerte según la ley judía (Lv 20,14). Recuérdese lo observado en 3,16-17: el cuerpo del creyente no será aniquilado totalmente porque iría contra los principios de la resurrección que se expondrán en el capítulo 15 de la carta. Sufrirá su purificación por el fuego (¿físico?) y al final se salvará, gracias al arrepentimiento de su espíritu.

5 sea entregado... día del Señor: la expulsión del círculo de la comunidad significa desproteger espiritualmente al miembro que se expulsa. Fuera está el reino de Satanás. Entregar al poder del demonio es someter al incestuoso a una dura prueba, incluso al anatema, la aniquilación física, entendida probablemente como una enfermedad causada por el Maligno. Que el autor del escándalo sea quitado de en medio parece ser solo temporal, hasta que exprese su arrepentimiento. La penitencia y la expiación son los modos en el sistema judío de lograr el perdón de los pecados por parte de Dios. Pablo distingue de nuevo entre carne y espíritu, de acuerdo con la aceptación implícita y popular del platonismo elemental y vulgarizado, aunque este distinguía entre cuerpo y alma, y no entre carne y espíritu (véase aquí). Pero, para Pablo, en verdad y al modo pragmático y naturalista judío, el ser humano forma realmente una unidad indisoluble. el día del Señor: véase nota a «Día» en 3,16. Evidentemente es el momento del juicio final, muy cercano.

6 No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? 7 Expurgad la levadura vieja para que seáis masa nueva; pues sois panes ázimos. Pues nuestra Pascua, el Mesías, ha sido inmolado. 8 Así que, celebremos la fiesta no con vieja levadura, ni con levadura de la malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.

9 Os escribí en mi carta que no os relacionarais con los fornicarios; 10 no me refería a los fornicarios de este mundo en general o a los avaros, a ladrones o idólatras. De ser así, tendríais que salir del mundo. 11 Os escribí más bien que no os mezclarais con alguien que se llama hermano pero es impuro, avaro, idólatra, maledicente, borracho o ladrón. Con esos, ni comer. 12 Pues ¿qué me interesa a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes vosotros juzgáis? 13 Dios juzgará a los de fuera. «Arrojad de entre vosotros al malvado».

6 levadura: el incestuoso debía de ser un personaje importante de la comunidad; por ello lo compara Pablo a la levadura, porción muy pequeña que fermenta una masa grande. Este hecho ya indica que la comunidad corintia no estaba compuesta solo de pobres, y que los miembros, de diversos estratos, distaban mucho de tener entre sí un trato fácil, debido a la disparidad de extracción social y educacional. Pablo habla de los preparativos de la fiesta de la Pascua.

7 nuestra Pascua, el Mesías, ha sido inmolado: por asociación de ideas, Pablo compara a la comunidad de Corinto con los israelitas que huyen de Egipto y celebran la primera pascua, el éxodo hacia la liberación definitiva, y a ese respecto menciona la parusía del Mesías. Este en la cruz es como el cordero pascual, aunque Pablo sabe de sobra que la inmolación de los corderos en el Templo no es propiamente un sacrificio. Simbólicamente, con la sangre del Mesías se untarán las jambas de la puerta de la comunidad, ahora manchada por el incestuoso, y el grupo quedará casi mágicamente protegido de Satanás, representado por al ángel vengador que mató a los primogénitos egipcios del éxodo, que eran en sí impuros. Pablo no rehúye las metáforas sacrificiales para referirse a la muerte del Mesías en cruz. Y como el caso se repite, parece difícil defender que Pablo no entendiera la muerte de Jesús como un sacrificio, gracias al cual la divinidad, airada con el pecado de la humanidad, cesa en su grave enojo y se reconcilia con ella. Pero, posiblemente, sus lectores conocen tan bien el tema de la cruz como sacrificio —gracias al intercambio oral de la proclamación— que no precisaban aclaración escrita. Pablo apunta a este sentido sacrificial, al menos indirectamente, cuando escribe que Dios Padre envía a su hijo al mundo para morir, como en 1 Cor 5,7; 2 Cor 5,21 y Rm 8,32. Hay otros pasajes de Pablo que, sin mencionar expresamente el sacrifico, resaltan el derramamiento de sangre: 1 Cor 11,25-26 o Rm 3,23-25. De ningún modo debe interpretarse esta frase como se suele a veces, como si indicara que la muerte de Jesús es una superación de la pascua judía, y por tanto como el inicio de una celebración cristiana diferente de la del judaísmo. Esta interpretación es imposible a la luz de la judeidad de Pablo (véase 9,19-23).

13 Arrojad de entre vosotros al malvado: cita de Dt 17,7; 19,9.

6 1 ¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene un pleito con otro, a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? 2 ¿No sabéis que los santos juzgarán al mundo? Y si por vosotros se va a juzgar al mundo, ¿sois acaso indignos de juzgar esos asuntos menores? 3 ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? Y ¡cómo no ciertamente las cosas de esta vida! 4 Así pues, si tenéis pleitos de las cosas de esta vida, ¿tomáis como jueces a los que la iglesia tiene en nada? 5 Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros ningún sabio que pueda juzgar entre los hermanos, 6 sino que vais a pleitear hermano contra hermano, y eso ante infieles? 7 Ciertamente ya es una derrota total entre vosotros que haya pleitos de unos contra otros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? 8 ¡Al contrario! Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás. Y esto, a hermanos.

1-8 La desconfianza paulina, muy judía, respecto a los cánones de conducta del mundo pagano, más un cierto sentido del debido apartamiento de los creyentes de ese mundo contaminado se reflejan: a) en su insistencia en que los posibles pleitos entre miembros de la comunidad se resuelvan ante fieles en la fe, que actúen como jueces, en vez de acudir a tribunales paganos (6,1-8); y b) en la lista de los vicios propios de quienes no heredarán el reino de Dios (6,9-11). Los pleitos en Corinto se daban naturalmente entre los individuos más acomodados de la comunidad, que unían su vida de creyentes con la participación en la vida social de la ciudad. La argumentación paulina contra esta práctica radica en el carácter de la «asamblea en el Mesías» —es decir, «mesianista» o «cristiana»— y está basada en la ya inveterada costumbre, netamente judía. La comunidad forma parte del pueblo mesiánico de los «santos», los apartados para Dios, los que viven en el Mesías, el Israel mesiánico. La idea paulina es igual aquí a la de los qumranitas: su comunidad era el conjunto de los elegidos de Dios, los santos, los separados, los únicos que se iban a salvar, que en el juicio futuro juzgarán a todos los malvados. Según Pablo, el pueblo mesiánico ha sido trasladado del ámbito de la maldad del mundo viejo, pagano, que no se convierte al Mesías, que pronto va a ser condenado (1 Tes 5,3), al nuevo espacio de la santidad y de la justicia. En esta perspectiva de nuevo pueblo y de fin del mundo es incongruente incluso el tener pleitos entre sí (v. 7); no deberían darse conflictos de ese tipo en la comunidad mesiánica, cuya raíz es la justicia (v. 8). Pero, en caso de darse, Pablo aconseja la práctica judía: pleitear ante tribunales internos; nunca ante paganos. Mateo recogerá estas ideas en 18,15-18.

1 ante los injustos, y no ante los santos: sentido de elección y de apartamiento del mundo. Véase Gal 2,15. En este apartamiento se basan quienes justifican que la glosa de 2 Cor 6,14-7,1 es auténtica.

2 ¿No sabéis que los santos juzgarán al mundo?: la tradición apocalíptica judía pensaba que una de las escenas más placenteras para los justos en el cercano juicio final sería presenciar, como desde una tribuna, los momentos de la sentencia condenatoria contra los pecadores, quienes recibirían entonces su pago por las pésimas acciones cometidas contra los santos. Según el autor de IV Esdras, en el momento del Juicio y con la conciencia de estar ya salvados, los justos ven el desasosiego en el que vagan las almas de los impíos y el castigo que les está reservado, y se alegran por ello (7,88-99). Según Pablo, Dios Padre será el juez; el Hijo aparece unas veces como juez, otras como acusador o abogado defensor. Por tanto, la imaginación paulina piensa algo así como en un tribunal con juez, acusador, y un jurado en forma de coro (los fieles). La idea de fondo procede de una línea de interpretación de Dn 7,9.22. El mismo concepto está recogido en Rev 20,4. Para Qumrán véase 1QS V 13.18; Documento de Damasco 12,2.

3 juzgaremos a los ángeles: espíritus caídos, Satanás y sus satélites, que por la permisividad divina actúan de potencias cósmicas controlando el universo físico. Tales potencias serán condenadas definitivamente en el combate escatológico. Según Rev 20,14-15, Satanás y sus huestes, junto con los malvados, serán lanzados al lago de fuego por siempre jamás en el segundo combate final; luego se inaugurará el reino de Dios, que será eterno.

6 infieles (gr. á-pistoi, tanto infiel como increyente; sustantivo pístis: «fe/fidelidad»; el adjetivo es pistós).

9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis. Ni los impuros, idólatras, adúlteros, afeminados, quienes se acuestan con varones, 10 ni los ladrones, avaros, borrachos, ni los maldicientes, ni los rapaces heredarán el reino de Dios. 11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del señor Jesús el Mesías y en el Espíritu de nuestro Dios.

9-11 En la lista de gentes que no heredarán el reino de Dios se hace especial hincapié en los libertinos, adúlteros y homosexuales. De nuevo (antes en 5,2) Pablo une los pecados sexuales con la idolatría, lo mismo que el apócrifo Testamento de los doce Patriarcas (Testamento de Rubén, caps. 4-6). Según los judíos siempre fue así en la historia de Israel.

9 Los libertinos o impuros (gr. pórnoi) son los adeptos a la prostitución. Los afeminados (gr. malakói, literalmente «blanditos») son los que adoptan el papel femenino en la pareja homosexual, súcubos; y los homosexuales masculinos, varones que yacen juntos (gr. arsenokóitai: lo hemos traducido literalmente), son los que ejercen el papel de marido, íncubos. El Levítico es durísimo contra la homosexualidad y la castiga con la muerte como transgresión de un tabú (18,22; 20,13). La tradición judía hasta hoy ha seguido por estos derroteros y Pablo no se apartó de ella. No es posible pedirle una sensibilidad moderna.

11 Pero habéis sido lavados... Jesús el Mesías: compárese con 1,30 (justiciasantificación-redención). Pablo en el bautismo reúne tres momentos de los inicios de la «vida en el Mesías». La justificación pertenece a un momento anterior al bautismo, aunque retóricamente dé igual; el resultado es que el creyente, simbolizado por el bautismo, ha pasado ya de sucio a limpio, de profano a santo y de impío a justificado. Este v. 11 es probablemente una cita de algún himno cristiano de una liturgia bautismal. No hay aquí ninguna alusión a la Trinidad, doctrina que se desarrollará lentamente, sino más bien a una binidad, padre-hijo. Sin embargo, aunque uniendo el final del v. 10 y el 11 aparecen Dios/Jesús, el Mesías («Hijo»: Gal 4,4)/Espíritu de Dios (o del Mesías). Pero el Espíritu no se distingue bien todavía: tanto el Padre como el Hijo actúan hacia fuera como Espíritu, a veces el mismo.

12 Todo me es lícito»; mas no todo conviene. «Todo me es lícito»; mas no me dejaré dominar por nada. 13 La comida para el vientre y el vientre para la comida. Mas Dios destruirá lo uno y lo otro. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor, para el cuerpo. 14 Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros del Mesías? Así pues, ¿tomaré los miembros del Mesías para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! 16 [O] ¿no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: «Los dos se harán una sola carne». 17 Mas el que se une al Señor es un solo espíritu con él. 18 Huid de la fornicación. Todo pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19 O ¿no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu santo que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 20 Habéis sido bien comprados por un precio. Glorificad por tanto a Dios en vuestro cuerpo.

12-20 La fornicación lleva a la idolatría, pero ahora se añade un matiz importante: por medio de la inhabitación del Espíritu santo, el cuerpo es de Dios y miembro del cuerpo místico del Mesías. El único ámbito legal del sexo es el matrimonio, como dirá enseguida Pablo (cap. 7). La unión con una prostituta no es compatible con la unión con el Mesías y con Dios como espíritu. La redención divina del ser humano completo, que naturalmente incluye su cuerpo, ha sido como una compra por medio de un precio, el de la cruz (véase nota a v. 20), por lo que el que vive en el Mesías ya no se pertenece a sí mismo. En el mundo grecorromano se pensaba a menudo que la esposa legítima servía para engendrar hijos legítimos, pero que el instinto sexual se aplacaba con la frecuentación de prostitutas.

12 Todo me es lícito: se trata muy probablemente de un dicho de los espirituales, que es contradicho de inmediato por Pablo con el uso a continuación de una frase iniciada con un «mas» o un «pero». Lo mismo en los vv. 13 y 18.

14 Dios, que resucitó al Señor: de nuevo Pablo da a entender una jerarquía en el ámbito de lo divino. Ante todo le interesa, a pesar de la exaltación del Mesías a los cielos y del posible e incierto culto que pudiera ofrecérsele, que quede absolutamente clara la unicidad de Dios, y la superioridad del Padre.

15 El ¿No sabéis? alude a la catequesis recibida, ya sea bautismal o no.

16 Los dos se harán una sola carne: cita de Gn 2,24 LXX.

19 santuario (gr. naós): la parte interior y más importante de un templo, donde está la estatua de la divinidad que es adorada en él. Véase 3,16.

20 comprados por un precio: es decir, rescatados. No dice Pablo a quién se paga el rescate, ni tampoco lo dirán normalmente los continuadores de su pensamiento. Puede pagarse a Dios mismo, o bien al Pecado personificado, o Diablo, como espíritu que gobierna el mundo del pecado, del cual se saca/rescata al pecador. Ambas posibilidades son teológicamente problemáticas en extremo.

7 1 Y sobre lo que me habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer. 2 No obstante, por razón de la inmoralidad tenga cada uno su mujer, y cada mujer, su marido. 3 Que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer de igual modo a su marido. 4 La mujer no dispone de su cuerpo, sino el marido; igualmente el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer. 5 No os defraudéis el uno al otro, sino si acaso de mutuo acuerdo por cierto tiempo, para daros a la oración; y de nuevo volved a estar juntos, para que no os tiente Satanás por vuestra incontinencia. 6 Lo que os digo es una opinión con buena voluntad, no un mandato. 7 Y deseo que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su carisma particular: uno de una manera; otro, de otra. 8 No obstante, digo a los célibes y a las viudas: es bueno para ellos si permanecen como yo. 9 Pero si no pueden contenerse, que se casen, pues es mejor casarse que abrasarse.

1 bien le está al hombre abstenerse de mujer: como los manuscritos no tienen signos de puntuación al estilo de los de hoy, no sabemos si esta frase es cita de una carta de los corintios a Pablo, o bien el comienzo de la respuesta de este. Probablemente es lo primero. El ascetismo que implica esta frase es paralelo al de la abstención sexual en ciertos cultos de la religiosidad griega y judía (el nazir, por ejemplo). El matrimonio parece ser en sí mismo bueno para Pablo, pero no se manifiesta rotundamente en pro de su bondad, quizás porque le parezca que la institución no necesita defensa alguna, salvo ante ciertos iluminados ascetas de Corinto. Pablo argumenta a partir de su mentalidad apocalíptica que el matrimonio es en todo un caso un «mal menor», dado el cercano fin del mundo. A la espera del acontecimiento, es conveniente que todo varón tenga su propia mujer para evitar la fornicación con prostitutas en ausencia de cónyuge legal. La pregunta está planteada desde el punto de vista masculino; que los varones tuvieran la primacía absoluta en la sociedad de la época es una situación que Pablo admite y no discute, como se ve en 6,12-20.

3-5 El judaísmo insiste en que es muy necesario que se cumpla el débito conyugal por ambas partes. Pablo concede la posibilidad de la abstención sexual pasajera por motivos de piedad: disponer de tiempo y concentración para dedicarse a la oración. Una etapa prolongada de continencia —gr. enkráteia, de donde procede la voz «encratismo», doctrina que niega el matrimonio con múltiples razones y que florecerá entre los cristianos del siglo II— sería aprovechado, según Pablo, por Satanás para promover un deseo desordenado.

6 Lo dicho es opinión de Pablo; no hay mandato del Señor al respecto (las únicas dos citas directas de sentencias de Jesús, en todo el corpus paulino auténtico, están en 7,9; 9,14). Pero su deseo personal sería que todos los que han sido llamados a la fe como solteros no contrajeran matrimonio. Pablo irá dando en lo que sigue sus razones.

En esta carta no escribe Pablo ningún tratado completo sobre el matrimonio «mesianista», o «cristiano», es decir, «en el Mesías», pero va indicando notas importantes de su pensamiento, condicionado por dos líneas básicas ya conocidas. Una, la cercanía del fin del mundo. Otra, la atmósfera mental derivada del platonismo vulgarizado, con su dualismo entre «idea»/«espíritu» (perfecto) y «mundo material» (imperfecto: pura copia o apariencia), que lleva a las típicas oposiciones que se perciben ya antes de la era cristiana entre espíritu/materia; arriba/abajo; luz/tinieblas, etc., oposiciones que recogerá más tarde la gnosis y la cábala. En su contexto judío, Pablo podría recordar, además, el valor que ciertos esenios otorgaban al celibato, como testimonian Plinio (Historia natural V 73,1-3), Flavio Josefo (Guerra II 160-161) y Filón (el caso de los terapeutas en su tratado Sobre la vida contemplativa).

7-8 Consecuentemente, para Pablo, los estados de soltería o de matrimonio no tienen en sí y por sí mismos ninguna trascendencia salvífica. Pero aprecia ante todo la virginidad, puesto que permite dedicarse por entero a las «cosas del Señor» sin distracciones mundanas, materiales, inútiles (vv. 32-34).

10 A los casados ordeno, no yo, sino el Señor: que la mujer no se separe del marido, 11 pero en caso de separarse, que permanezca sin casarse de nuevo, o que se reconcilie con su marido; y que el marido no despida a su mujer. 12 Y a los demás, digo yo, no el Señor: si un hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en vivir con él, no la despida. 13 Y si una mujer tiene un marido no creyente y este consiente en vivir con ella, no lo despida. 14 Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el hermano en la fe. De lo contrario, vuestros hijos serían impuros, mas ahora son santos. 15 Pero si el no creyente quiere separarse, que se separe; el hermano o la hermana no están ligados en esos casos: en la paz os llamó Dios. 16 Pues ¿qué sabes, mujer, si salvarás a tu marido? Y ¿qué sabes, marido, si salvarás a tu mujer?

10-16 Pablo acepta, con una excepción, la estricta doctrina de Jesús sobre el divorcio, recogida, por ejemplo, en Mc 10,3-12 y paralelos («Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre»). El matrimonio mixto tiene la ventaja de que basta la fe de uno de los cónyuges para que los hijos sean declarados santos por la divinidad (v. 14). Sin embargo, Pablo reconoce una posible excepción a la norma de «divorcio en ningún caso»: si uno de los cónyuges no acepta la fe cristiana y desea separarse, el otro cónyuge, el creyente, no está ya ligado por el vínculo, lo que significa que puede contraer matrimonio de nuevo (v. 15). Esto es lo que se llama «privilegio paulino», cuya práctica no está bien vista por la Iglesia católica. También el Jesús de Mt 19,9 admite una excepción para el varón: puede divorciarse en caso de desviación sexual de la mujer.

10 no yo, sino el Señor: algunos estudiosos ven aquí —y en vv. 12 y 25— la prueba de que Pablo poseía un florilegio, por escrito, naturalmente, de dichos de Jesús.

17 En todo caso, a cada uno como le asignó el Señor; cada cual viva del modo como le ha llamado Dios. Y así lo ordeno en todas las iglesias. 18 ¿Fue llamado uno siendo circunciso? No rehaga su prepucio. ¿Fue llamado uno siendo incircunciso? No se circuncide. 19 La circuncisión es nada, y nada la incircuncisión; lo que importa es el cumplimiento de los mandamientos de Dios. 20 Permanezca cada uno en la llamada en la que fue llamado por Dios. 21 ¿Fuiste llamado como esclavo? No te preocupes. Pero si puedes convertirte en libre, aprovéchate más bien. 22 Pues el llamado por el Señor como esclavo, es un liberto del Señor; igualmente, el llamado como libre es un esclavo del Mesías. 23 Fuisteis comprados por un precio. No os hagáis esclavos de los hombres. 24 Hermanos, permanezca cada uno ante Dios (en la condición) en la que fue llamado.

17-

18.20 Fue llamado... por Dios: pasaje muy importante en apoyo de la idea de que Pablo no abandonó jamás el judaísmo y, por tanto, su práctica. La línea de pensamiento de este párrafo parece en principio clara y contundente: el que ha sido llamado por Dios a la fe en el Mesías siga «caminando», es decir, comportándose como era, en el mismo estatus social que tenía cuando le fue hecha la llamada para responder al evangelio. La consecuencia es importante: el judío ha de creer ciertamente en Jesús, el Mesías de Israel, ha de aceptar la llamada, pero ha de seguir viviendo y comportándose como judío, cumpliendo las normas de la alianza del Sinaí que lo señalan como miembro de ella, especialmente —por su repercusión exterior— el deber de la circuncisión y las leyes sobre la pureza cultual y los alimentos.

18 ¿Fue llamado uno siendo incircunciso?... No se circuncide: el que como gentil ha sido llamado a responder a la proclamación del Mesías no necesita en modo alguno circuncidarse ni observar las normas de la alianza del Sinaí que se refieren a los judíos, sencillamente porque no se hace judío; es heredero de Abrahán, pero adoptivo. Es llamado a ser miembro del cuerpo místico del Mesías de Israel, es decir, miembro del Israel de los tiempos finales o mesiánicos como gentil.

19 La circuncisión es nada: es verdaderamente absurdo e impensable deducir de la afirmación «la circuncisión es nada» que Pablo declara no válida la ley de Moisés. Si fuera así, cuando sostiene a renglón seguido que la «incircuncisión es nada», habría que deducir inmediatamente que su evangelio de la no circuncisión, que dará nacimiento al cristianismo en el futuro, no tiene validez ninguna, lo cual sería estúpido. Lo que afirma Pablo es que desde la óptica del tiempo mesiánico en que se está viviendo el estatus de circunciso o de incircunciso no es pertinente. Lo importante es atenerse a las normas, a saber, a la ley del Mesías, como sostiene en Gal 6,2.

21 como esclavo: dentro de esta norma general Pablo pone otro ejemplo que es puramente sociológico, no esencial: ser esclavo o no serlo cuando se recibe la llamada, ya que había esclavos tanto entre los judíos como entre los gentiles. La frase «aprovéchate más bien» (gr. mállon chrésai) es ambigua, pues el verbo «aprovecharse» puede tener como objeto tanto el sustantivo douleía, estado de «esclavitud», como el sustantivo eleuthería, «libertad» (empleado en el v. 21 como adjetivo: eléutheros, «libre»). Por tanto, esta frase puede significar tanto «Aprovéchate de la oportunidad que se te ofrece de ser libre», como «Aprovecha la esclavitud para obtener de ella un provecho espiritual». La línea toda de este párrafo inclina más bien a elegir la segunda opción. Pero esta solución tiene que hacer frente a dos dificultades fundamentales: a) El párrafo, vv. 17-24, está inserto en un contexto, el capítulo 7, en el que no se dice siempre que haya que escoger una opción que implique el mantenimiento de las funciones de la persona en la sociedad, sino que se ofrecen alternativas para elegir. Ejemplos: Pablo da su sí a las relaciones sexuales en el matrimonio, aunque su idea sería el celibato (7,1-7); permite a los célibes y a los viudos casarse, aunque no es su opción preferida (7,8-9 + 7,25-31 + 7,39-40); permite a los seguidores de Jesús divorciarse en algún caso, a pesar del precepto en contra del Señor (7,12-16). Por tanto, parece también legítimo interpretar que el esclavo puede cambiar de situación social si se le presenta la ocasión. b) No se comprendería la postura de Pablo en su Carta a Filemón que aboga decidida pero educadamente por la liberación de Onésimo, su esclavo (véanse en especial vv. 15-19). Por tanto, es también probable que haya que entender el texto como «aprovecha la ocasión y conviértete en libre». De todos modos, un cambio de estado meramente sociológico no tiene para Pablo importancia alguna (Gal 3,28). Otros estudiosos cortan por lo sano: este versículo es una glosa, ya que corta el hilo del discurso del v. 21 («No te preocupes») con el versículo siguiente: «pues el llamado...».

25 Acerca de los/las vírgenes no tengo precepto del Señor, pero doy un consejo como quien, por la misericordia del Señor, es digno de crédito. 26 Opino, pues, que a causa de la necesidad presente es cosa buena que el ser humano permanezca así. 27 ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer. 28 Mas, si te casas, no pecas. Y, si se casa la que es virgen, no peca. Pero esos tales tendrán su tribulación en la carne, que yo quiero evitaros.

25-28 Acerca de los/las vírgenes: el griego perì dè tòn parthénon puede, y debe, entenderse también como una referencia a varones célibes, aunque la mayor parte de este pasaje y del siguiente se refiera a muchachas casaderas. Se trata de gentes de los dos sexos prometidos en matrimonio.

25 precepto del Señor: es posible que la sentencia de Jesús sobre los eunucos voluntarios por amor al reino de los cielos (Mt 19,12) pudiera haber condicionado el pensamiento de algunos miembros del grupo de seguidores de Jesús sobre esta cuestión ya antes de Pablo. Sin duda se trata aquí de varones. Esta segunda razón para el celibato (la primera, v. 9, «si no pueden contenerse, que se casen, pues es mejor casarse que abrasarse») no tiene tampoco un gran peso teológico, sino que es de conveniencia. La «tribulación en la carne» se refiere a los posibles inconvenientes sociales o materiales de un matrimonio, del desorden de los apetitos sexuales, etc. La «carne» es la vida del cuerpo en cuanto sujeta a los problemas de la materia. La tercera razón para optar por el celibato es de orden escatológico/social: queda poco para el final.

28 tribulación en la carne... evitaros: el cuerpo del hombre (gr. sóma), o el ser humano en cuanto considerado ser viviente material, no es malo en Pablo, ni tampoco sinónimo de sárks, «carne». Con todo, puede tener una connotación peyorativa, de bajeza y de pecado, ya que las «flaquezas/tribulaciones de la carne» se concentran precisamente en el estado corporal del ser humano, también en los creyentes. Y estas tribulaciones se presentan también en la unión lícita de marido y mujer, según Pablo.

29 Os digo además, hermanos: el tiempo se ha abreviado. Por lo demás, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen. 30 Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no se alegrasen. Los que compran, como si no poseyesen. 31 Los que utilizan el mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa. 32 Yo os quiero libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. 33 El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; 34 está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. 35 Para vuestro provecho os digo esto, no para tenderos un lazo, sino en pro de lo más honesto y del servicio asiduo al Señor sin distracción alguna.

29 los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen: es la conclusión de la sentencia anterior: «el tiempo se ha abreviado». El matrimonio como mal menor es la tercera razón del v. 25. La óptica es de nuevo «machista»: se habla solo de varones. Se podría pensar que Pablo consideraría a las féminas menos «carnales» que aquellos como indica el versículo siguiente en donde «excesiva vitalidad» parece aplicarse al joven casadero. En este caso Pablo estaría en contra del pensamiento judío de la época, que personifica normalmente en la mujer el deseo lujurioso.

35 servicio asiduo del Señor: este sintagma traduce el griego eupáredros. Es posible también que el sentido sea que el matrimonio es un obstáculo para «estar siempre con el Señor» (1 Tes 4,17). El «páredro» («el que se sienta junto a») de un dios o diosa es el personaje con el que aparece normalmente, que lo acompaña con asiduidad; por tanto, eupáredros puede tener aquí el matiz de «acompañar» siempre al Señor.

36 Pero si alguno teme faltar a la conveniencia respecto a su prometida, por tener excesiva vitalidad, y conviene actuar en consecuencia, haga lo que desea: no peca, cásense. 37 Pero el que se mantiene firme en su corazón, no tiene necesidad, tiene pleno dominio de su voluntad y ha decidido en su corazón respetar a su prometida, hará bien. 38 Por tanto, el que se casa con su prometida, hace bien. Y el que no se casa, hará mejor. 39 La mujer está ligada mientras viva su marido; pero si muere el marido, es libre para casarse con quien quiera, pero solo en el Señor. 40 Sin embargo, será más feliz si permanece así según mi consejo; también yo creo tener el Espíritu de Dios.

36 excesiva vitalidad (gr. hypérakmos): se refiere probablemente a la potencia o deseo sexual del varón, no a que la doncella esté ya entrada en años (Vulgata: superadulta). El que no tiene (esa) necesidad (v. siguiente) es el que no siente una compulsión sexual irresistible.

37 respetar a su prometida: es mantenerse ambos célibes.

39 solo en el Señor: la viuda que se vuelve a casar «solo en el Señor» es probablemente la que no lo hace por meros motivos sexuales, sino, por ejemplo, para tener hijos o para mantener a los que ya tiene. Otros opinan que se trata de casarse de nuevo solo con un creyente. La posición casi indiferente de Pablo ante el matrimonio resultaba extraña a los cánones de la época. Lo que importaba a Pablo en el matrimonio era la materialización dentro de él de la relación «con el Señor» que salva. Solo en el Señor suele entenderse también como un precepto sobre segundas nupcias, a saber, como si Pablo recomendara casarse con un correligionario; es decir, como un consejo contra un matrimonio mixto. Esto sería interesante porque supondría la extensión a los creyentes en el Mesías, también gentiles, de una noción judía religioso-social expresada en regulaciones de la ley mosaica sobre relaciones matrimoniales solo entre judíos. es libre para casarse: desde el punto de vista feminista, el posible aspecto positivo de la doctrina paulina radica en una innegable valoración de la mujer al mismo nivel que el hombre en ciertos estratos del horizonte matrimonial-sexualidad: la prohibición del divorcio afecta por igual al hombre y a la mujer (vv. 10-11), y en cuanto a las relaciones conyugales, Pablo presupone una igualdad absoluta de condiciones (vv. 2-4); el celibato no parece fundamentarse a pesar de todo en una estimación negativa del ser femenino en cuanto femenino, como entidad sexual perversa, como ocurría entre los judíos.

8 1 Sobre lo sacrificado a los ídolos, sabemos ya que todos tenemos conocimiento. Pero el conocimiento hincha, el amor en cambio edifica. 2 Si alguien cree conocer algo, aún no lo ha conocido como se debe conocer. 3 Si uno ama a Dios, ese es conocido por él. 4 Así pues, sobre el comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que los ídolos no existen en el universo, y que no hay más que un único Dios. 5 Pues aun cuando existan los llamados dioses, bien en el cielo o en la tierra, de modo que haya multitud de dioses y de señores, 6 para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo señor, Jesús el Mesías, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros.

1-6 Ingerir o no carnes sacrificadas a los dioses falsos debía de ser un problema grave en Corinto porque Pablo lo aborda ampliamente. Este tipo de carne no solo se comía en banquetes celebrados en el templo mismo, sino que se vendía en el mercado. El lema paulino al respecto es «Todos tenemos conocimiento», es decir, cada uno obre según su conciencia. Pero, añade Pablo, se debe tener cuidado, porque ese pretendido conocimiento engríe; y el engreimiento va contra el amor, lo único que construye la comunidad. Si, según Pablo, el individuo se salva dentro del grupo que lo protege para vivir rectamente, interesa que la comunidad se construya bien y se sustente en firmes principios. El problema del «débil» no es que no haya alcanzado todavía el conocimiento de que los ídolos no existen en realidad, sino que la indiferencia o la no indagación en saber si tal carne está dedicada a los ídolos por parte de los espirituales, los «fuertes», puede conducirlos, a ellos los débiles, a seguir el comportamiento de tales «fuertes». Y eso lo lleva a una suerte de idolatría, o bien a la inseguridad de conciencia, como Pablo explica de inmediato en 8,7-13. Pablo argumenta de este modo: el que se cree listo, el que se figura conocer algo completamente puede que aún no lo conozca como es debido (v. 2). En cambio, el que ama a Dios es conocido por él, que le imparte la ciencia verdadera. Dios lo conoce y lo reconoce (como suyo, probablemente, v. 3). En realidad, los ídolos del mundo no existen, ya que Dios solo hay uno. Por tanto, hay que explicar qué entendemos por dioses. Pablo sostiene: los llamados dioses —ya sea en el cielo o en la tierra— son los malos espíritus, los que controlan los astros, y otros démones malvados. Todos ellos existen de verdad, pero están sometidos en último término al Dios único. Y más tarde, en esta misma carta sostendrá: al final de los tiempos, el Mesías acabará con ellos (15,24: «Cuando haya destruido todo principado, toda dominación y potestad»), no sin que antes tengan que reconocer que Jesús es su señor (Flp 2,10: «Toda rodilla se doble en los cielos, sobre la tierra y en los abismos»). Además, existen numerosos amos y señores terrenales, como el emperador al que los paganos han divinizado falsamente. Pero para los seguidores del Mesías, no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados, y un solo señor, Jesús el Mesías, que está por encima de cualesquiera a quienes se les llama señores.

4-5 Es posible que estos versículos expresen el pensamiento de los espirituales de Corinto, que Pablo corrige a partir del v. 6: «Pero para nosotros no hay más que un solo Dios».

6 un solo señor, Jesús el Mesías, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros: Pablo emplea aquí la Shemá (hebr. «Oye») de Israel, la oración básica y fundamental que deben recitar todos los días los judíos. Es una oración compuesta de diversos fragmentos bíblicos (Dt 6,4: «¡Oye, Israel. Yahvé es Dios único...!», más Dt 6,4-9; Dt 11,13-21 y Nm 15,37-41, debidamente fundidos y abreviados). La afirmación y la extensión del significado de la Shemá es para Pablo uno de los fundamentos de la teología de la restauración de Israel (véase aquí y aquí), que admite en su seno a un cierto número de gentiles. Pero Pablo emplea esta oración de modo muy sorprendente porque dibuja al Mesías como la sabiduría divina por medio de la cual el Dios trascendente crea el universo. Con ello, presenta al Mesías al parecer como preexistente y como «ayudante» real de la obra de la creación (obsérvese a diferencia entre «del cual proceden» y «por medio del cual»). Igualmente en 10,4 parece afirmarse la preexistencia: «Y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era el Mesías». Pero el caso no está tan claro, ya que otras declaraciones suyas se oponen nítidamente a la idea de la preexistencia. Tenemos un buen indicio de que Pablo no rompió el monoteísmo israelita en que jamás fue perseguido por sus connacionales por haber defendido una doctrina que cuestionase la unidad de Dios y el exclusivo derecho de este a la adoración. Por el contrario, la misión paulina y sus ideas en torno a la Ley sí eran constantemente criticadas por los judíos y judeocristianos judaizantes. De todos modos, es posible que los judíos creyeran que lo que preexistía en Dios era el concepto de ciertas cosas futuras e importantes (por ejemplo, la Ley o el mesías). Llegado el momento histórico, ese concepto se «encarnaba» en la cosa hecha real (véase aquí).

7 Mas no en todos hay este conocimiento. Algunos, por su parte, por la costumbre hasta ahora del (culto a los) ídolos, comen la carne como sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se mancilla. 8 Pero no es la comida lo que nos recomendará ante Dios. Ni somos menos porque no comamos, ni somos más porque comamos. 9 Pero ved no sea que vuestra libertad se transforme en tropiezo a los débiles. 10 Pues si alguno te ve, a ti que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de los ídolos, ¿no se verá animada su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos? 11 Así pues, perece el débil por tu conocimiento: el hermano por quien murió el Mesías. 12 Y pecando así contra los hermanos y golpeando su conciencia, que es débil, pecáis contra el Mesías. 13 Por lo cual, si un alimento escandaliza a mi hermano, nunca comeré carne para no escandalizar a mi hermano.

7-13 La idea básica de estos versículos es: el que está bien formado y no es débil en la fe debe ceder siempre de sus posibles derechos a hacer lo que crea conveniente; no debe permitir que el grupo, la comunidad de creyentes, formado también por débiles en la fe, sufra detrimento alguno: «No hay que escandalizar al hermano».

9 1 ¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿No he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? 2 Si para otros no soy yo apóstol, para vosotros ciertamente sí que lo soy; pues vosotros sois el sello de mi apostolado en el Señor.

3 Esta es mi defensa ante quienes me examinan. 4 ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber? 5 ¿Acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer hermana en la fe como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas? 6 ¿Acaso únicamente Bernabé y yo no tenemos el derecho de no trabajar? 7 ¿Quién milita alguna vez a costa propia? ¿Quién planta una viña y no come de sus frutos? ¿Quién apacienta un rebaño y no se alimenta de la leche del rebaño?

8 ¿Hablo al modo humano o no lo dice también la Ley? 9 Porque está escrito en la ley de Moisés: «No pondrás bozal al buey que trilla». ¿Es que se preocupa Dios de los bueyes? 10 O ¿se dice totalmente por nosotros? Por nosotros, pues, se escribió que «el que ara debe arar en esperanza; y el que trilla, con la esperanza de recibir su parte». 11 Si nosotros hemos sembrado bienes espirituales en vosotros, ¿es algo especial que recolectemos de vosotros bienes carnales?

12 Si otros participan de estos derechos sobre vosotros, ¿no más nosotros? Sin embargo, no hemos hecho uso de estos derechos, sino que todo lo soportamos para no crear obstáculo alguno al evangelio del Mesías.

13 ¿No sabéis que los que ofician los ritos sagrados viven del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14 Del mismo modo, el Señor ordenó también que los que anuncian el evangelio vivan del evangelio.

15 Mas yo no he hecho uso de nada de eso. Y no escribo estas cosas para que ocurra así conmigo. ¡Mejor sería morir que...! ¡Mi legítimo orgullo nadie me lo arrebatará! 16 Pues proclamar el evangelio no es para mí ningún motivo de orgullo, pues es para mí un deber inexcusable. Porque ¡ay de mí si no evangelizare! 17 Pues si lo hago voluntariamente, tengo mi recompensa. Mas si lo hago forzado, es una misión que se me ha confiado. 18 Así pues, ¿cuál es mi recompensa? El que proclame el evangelio y lo entregue gratuitamente, para no acogerme al derecho que tengo en el evangelio.

1-18 Pablo cambia de tema y piensa que debe defenderse ante quienes sostienen —sus adversarios en Corinto— que él no es apóstol, que no vive conforme al modo de otros apóstoles, ya que él es orgulloso (v. 15) y no desea depender de nadie (vv. 7-13). Sus enemigos insisten en que él prefiere renunciar a todo este tipo de derechos porque le disminuyen su libertad, y ha convencido a Bernabé, su colega en el apostolado, para que haga lo mismo. Esta actitud va contra la recomendación de Jesús, a saber, que los que predican el evangelio vivan de lo que les proporcionen los que reciben esa proclamación (recogido luego por Lc 10,7: «Comed y bebed lo que os sirvieren, porque el obrero es digno de su salario»; véase, además, Dt 25,4: «No pondrás bozal al buey que trilla»).

Sostiene Pablo que es apóstol porque también él ha visto al Señor. Su renuncia a predicar acompañado de una esposa creyente (v. 5) como los demás apóstoles es totalmente voluntaria. Él trabaja con sus propias manos y renuncia a recibir el sustento de los demás porque goza de dar gratis lo que gratis ha recibido, y porque el evangelio es mucho más valioso que todo lo material. Por otro lado, proclamar el evangelio —afirma— no es algo voluntario, sino una obligación impuesta a él por el Señor como a los Profetas (vv. 16-18). El profeta Jeremías permaneció también célibe. Su orgullo legítimo y su premio consisten precisamente en esa proclamación gratis del evangelio. Su actitud se contrapone al interés material que tienen otros.

4-5 llevar con nosotros una mujer... Cefas: obsérvese la falta de apoyo neotestamentario al celibato obligatorio del clero.

14 vivan del evangelio: alusión a palabras de Jesús luego recogidas en Lc 10,7.

19 Pues siendo libre de todas estas cosas, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda. 20 Con los judíos me he hecho como judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley, aunque no estoy bajo la Ley, para ganar a los que están bajo la Ley. 21 Con los que están sin Ley, como quien está sin Ley, aunque no estoy sin la ley de Dios, sino bajo la ley del Mesías para ganar a los que están sin Ley. 22 Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a algunos. 23 Y todo esto lo hago por el evangelio para ser partícipe del evangelio.

19-23 Estos versículos deben entenderse como la puesta en práctica del principio de adaptabilidad de Pablo y no como el de un individuo voluble, falso e hipócrita para el que el fin justifica cualquier medio. Afirmar que Pablo solo observaba la Ley mientras estaba entre judíos era totalmente imposible en un judío del siglo I como práctica hipócrita usual, pues esta presunción no es realista porque en muchos momentos de su vida Pablo estaría, a la vez, tanto con judíos observantes como con gentiles convertidos. No podría adaptarse simultáneamente a ambas posiciones sin ser descubierto de inmediato. No es posible presentar a los judíos creyentes en Jesús como tontos, necios y ciegos al suponer que no caían en la cuenta de que Pablo era un falsificador: judío mientras estaba con ellos; y cuando no estaba, se manifestaba como un gentil.

20.

22-23 Este pasaje contiene la expresión clave me he hecho como, que, bien entendida, no implica una postura de engaño por parte de Pablo. Véase aquí. Aplicando esta norma de interpretación al texto, puede parafrasearse el pasaje del siguiente modo: «19 Pues siendo libre de todo, me he hecho siervo de todos para ganar para el Mesías a los más que pueda. 20Con los judíos ‘normales’, no adscritos a ninguna de nuestras sectas, me he hecho como un judío normal para ganar a la mayoría de estos judíos (= ‘Con los judíos me he hecho como judío para ganar a los judíos’). Con los judíos que están voluntariamente de un modo más estricto bajo la Ley, es decir, con los fariseos (= ‘con los que están bajo la Ley’), me he hecho como un fariseo de su estilo, aunque ahora no podría considerarme un fariseo estricto (= ‘como quien está bajo la Ley, aunque no estoy bajo la Ley’), para ganar a esos fariseos (‘para ganar a los que están bajo la Ley’). 21 No rechazo participar en la misma mesa con los gentiles que están sin Ley, como si fuera uno de ellos, aunque no estoy sin la ley de Dios, sino bajo la ley del Mesías, que no me obliga a renunciar a mi judaísmo e ingerir lo que está prohibido para ganar a los gentiles. 22 Me he hecho de conciencia estrecha en cuanto a la ingestión de alimentos procedentes del mercado para ganar a los de conciencia estrecha. Me he hecho todo a todos para salvar a algunos a toda costa. 23 Y todo esto lo hago por el evangelio para ser partícipe del evangelio».

24 ¿No sabéis que en el estadio todos corren, pero uno solo recibe el premio? Corred de manera que lo consigáis 25 Y todo el que compite se priva de todo; y ellos para recibir una corona corruptible; nosotros, en cambio, por una incorruptible. 26 Así pues, yo no corro a ciegas; y ejerzo el pugilato, no dando golpes en el vacío, 27 sino que castigo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo predicado a los demás, resulte yo mismo descalificado.

24-27 Lo que impresiona del texto es que Pablo mismo considere que puede ser descalificado si no cumple las reglas, al igual que en una carrera. El «¿No sabéis?» del principio indica que Pablo había hablado ya de ello con los corintios.

10 1 No quiero, pues, que ignoréis, hermanos, que nuestros padres, todos, estuvieron bajo la nube y que todos atravesaron el mar; 2 y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era el Mesías. 5 Pero Dios no se agradó en la mayoría de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto.

1-5 No quiero... que ignoréis: alude a una doctrina ya recibida oralmente de Pablo por sus corresponsales. Siguiendo una tradición muy típica del judaísmo helenizado, Pablo alegoriza los eventos del glorioso pasado de Israel, que halla en su Biblia, en la creencia de que la verdad obtenida de ellos se aplica al momento presente. Esta práctica de interpretación de los textos sagrados, que se inicia en el estoicismo del siglo III a.e.c. —el cual comenzó a alegorizar los versos de Homero por considerarlos la fuente «inspirada» de la teología helénica— se había convertido en la época de Pablo en costumbre también común en Israel y sobre todo en la diáspora: los hechos bíblicos tenían un significado material y otro simbólico, y servían de ejemplo de vida. Eran historia sagrada aplicable a la vida en la era mesiánica, la presente, en la que ciertos eventos de la historia de Israel habían sido como una figura/promesa de lo que luego se estaba cumpliendo cuando había llegado el Mesías.

3-4 alimento... bebida espiritual: el agua y la comida milagrosas del desierto son «tipos» (figura) del bautismo y la eucaristía, los cuales son el «antitipo» (cumplimiento) en la época del Mesías. El bautismo estaba simbolizado en la nube que seguía al pueblo y lo protegía del sol, y en el paso por las aguas del mar de las Cañas. Y el maná era el tipo de la eucaristía (Ex 13.14.16). Del mismo modo, el agua que salía de la roca (Nm 20,8) era una prefiguración de lo que sucedería con el Mesías, quien proporcionaría a sus fieles la bebida espiritual de sus palabras. Estos versículos apuntan a 11,23-27, a saber, al sentido general de la interpretación de la última cena de Jesús con sus discípulos transmitida por Pablo gracias a una revelación a él otorgada.

4 la roca era el Mesías: normalmente la tradición judía identificaba alegóricamente la roca con la sabiduría de Yahvé que había seguido al pueblo durante su peregrinaje desde Egipto. Este «bebía» las palabras de la sabiduría de Dios. Pablo, siguiendo el modelo tipo/antitipo, o de promesa/cumplimiento, interpreta este pasaje como referido simbólicamente al Mesías, que es la sabiduría de Dios. El tema de la sabiduría divina como «encarnada» en Jesús será también un motivo claro de los evangelios de Mateo y Lucas (sobre todo en este: contrástese Lc 11,49 con Mt 23,34); pero tampoco en ellos aparece la preexistencia del Mesías, pues en estos escritos Jesús es divino solo desde su concepción milagrosa. Que la roca se moviera junto con el pueblo no se halla en el texto del libro del Éxodo, pero se sabe que se trataba de una expansión o leyenda judía a partir de Nm 20,8: era una roca semoviente. Pablo demuestra que conocía esta leyenda.

5 Dios no se agradó... quedaron tendidos en el desierto: la lección moral es clara: a pesar de recibir tantos dones espirituales por parte de Dios, los israelitas no se comportaron bien y no alcanzaron la vida, la tierra prometida. Dios los castigó y sus cuerpos quedaron postrados en el desierto. Igualmente puede ocurrirles a los corintios, por lo que deben perseverar en el bien hasta el final. La recaída del creyente ya justificado/absuelto en el ámbito del pecado siempre es posible. El pueblo mesiánico, el verdadero Israel, que en su parte gentil tiene sus ritos de ingreso (bautismo) y de permanencia por la unión con la divinidad (eucaristía), debe conservarse incontaminado de las prácticas malvadas y escandalosas de su entorno. La advertencia de Pablo es: esos «sacramentos» (vv. 3-4: el vocablo aún no ha sido inventado) no actúan mágicamente de modo que imposibiliten caer en una futura falta después de recibidos.

6 Estas cosas sucedieron como figura de nosotros para que no seamos codiciosos de lo malo como ellos codiciaron. 7 No os hagáis idólatras como algunos de ellos, tal como está escrito: «El pueblo se sentó a comer y a beber y se levantó a divertirse». 8 Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron y cayeron en un solo día veintitrés mil. 9 Ni tentemos al Mesías como algunos de ellos lo tentaron y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el Exterminador. 11 Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para nuestra corrección, para quienes el final de los siglos ha salido al encuentro. 12 De modo que, el que crea estar en pie mire no caiga. 13 No os ha alcanzado tentación salvo a medida de lo humano. Y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que con la tentación os dará la posibilidad de escapar de modo que podáis sobrellevarla.

6-13 Aquí opera igualmente el esquema «tipo/antitipo»; este último son los lectores de la carta. Los ejemplos están tomados de Ex 32,6; Nm 25,1-9 y Ex 16; Nm 14. El tema de la huida de la fornicación ha sido ya tratado anteriormente (1 Cor 5). Pablo vuelve a insistir en que la fornicación es símbolo de la idolatría y vía hacia ella. Quien fornica —Pablo piensa de nuevo solo en los varones— se une de hecho a pecadoras, prostitutas, a su vez unidas a los dioses falsos, cuyo influjo puede arrastrar a apartarse del Dios verdadero. El tema es común en la Biblia hebrea.

7 El pueblo se sentó... divertirse: cita de Ex 32,6.

9 Ni tentemos al Mesías: alusión a Nm 25,1-9.

10 Ni murmuréis: alusión a Ex 16; Nm 14. La murmuración es otro de los defectos que evitar en una comunidad que debe permanecer unida. El sentido judío de Pablo se muestra de nuevo aquí, pues parece primar la llamada «personalidad corporativa», o personalidad de grupo. En la Biblia hebrea y en los apócrifos veterotestamentarios se trasluce la idea de que el que se salva es siempre Israel, o bien queda un resto de Israel ante el juicio final (1 Tes 5,12-28; Rm 11,14; Qumrán, Documento de Damasco 2,12), que se salvará, y dentro de él el individuo. Por tanto, andar con murmuraciones no contribuye a la cohesión de la comunidad y dificulta la salvación. En este pasaje se percibe bien el «método», o sistema normal que empleaba la teología cristiana primitiva para constituirse: leía la Escritura y la aplicaba a Jesús como Mesías. Partía de lo ya acontecido en él según un núcleo previo de creencias (ha resucitado; está a la derecha del Padre; es Señor y Mesías; es el antitipo de todos los tipos mesiánicos de la Biblia; toda la Escritura apunta hacia él porque, como Mesías, es la plenitud de los tiempos y el final de la historia) y le aplicaban todos los pasajes ya señalados como mesiánicos, según la tradición de los maestros de la Ley, añadiendo otros nuevos.

14 Por eso, queridos míos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos ¿no es comunión con la sangre del Mesías?; el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo del Mesías? 17 Porque siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan. 18 Fijaos en el Israel según la carne. Los que comen de las víctimas ¿no están en comunión con el altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? 20 Pero digo que lo que inmolan, a los demonios y no a Dios [lo inmolan]. No quiero que entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 O ¿vamos a provocar los celos del Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?

14-22 La idea principal de Pablo en este pasaje es que se entienda bien la trascendencia de la eucaristía, es decir, de la comunión con el Mesías. Un buen ejemplo que sirve de contraste es la participación en las comidas ofrecidas a los dioses. Esos dos tipos de comunión son mutuamente excluyentes.

16 copa de bendición... ¿no es comunión con el cuerpo del Mesías?: compárese este texto con la plegaria que el patriarca José —un trasunto del mesías en el pensamiento judío en algunos apócrifos del Antiguo Testamento— pronuncia sobre la egipcia Asenet, que acaba de convertirse del paganismo al judaísmo: «Señor: Bendice a esta doncella. Renuévala con tu soplo... Que coma el pan de tu vida, que beba la copa de tu bendición... que penetre en el descanso que has preparado para tus elegidos» (José y Asenet VIII 10-11, quizás del siglo I e.c.).

18 Israel según la carne: es probablemente aquel que aún no ha reconocido a Jesús como Mesías. Es probable que el Israel que cree en el Mesías, formado por pocos todavía, sea el que Pablo denomina «Israel de Dios» en Gal 6,16. Está a la espera de que se cumplan las promesas divinas al completo, y de que todo Israel crea en el Mesías y participe igualmente en la salvación (Rm 11,26).

20 comunión con los demonios (gr. koinonía, sustantivo, o koinoneín, verbo: «participar de algo común», «estar en comunión con alguien»). Pablo insiste en que el que participa de la mesa de los ídolos está en comunión con los ídolos/demonios del mismo modo que el que participa de la mesa del Señor está en comunión con él. Estos dos tipos de unión/comunión son absolutamente excluyentes. Pero no sabemos con qué intensidad y matiz empleaba Pablo este concepto de la «comunión»: ¿simbólica?, ¿real pero en el ámbito de la mística? Probablemente lo último. La comunión con el Mesías fundamenta la comunión/unión intracomunitaria.

23 «Todo es lícito», pero no todo conviene. «Todo es lícito», pero no todo edifica. 24 Que nadie busque su propio provecho sino el del otro. 25 Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos ninguna cuestión a causa de la conciencia; 26 pues «del Señor es la tierra y todo cuanto contiene». 27 Si algunos de los infieles os llama y deseáis ir, comed todo lo que os presente sin plantearos ninguna cuestión a causa de la conciencia. 28 Mas si alguien os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo comáis, a causa del que lo indicó y de la conciencia. 29 Pero no hablo de tu conciencia, sino de la del otro; pues ¿por qué mi libertad será juzgada por otra conciencia? 30 Si yo participo dando gracias, ¿por qué seré criticado por aquello por lo que doy gracias? 31 Así pues, ya comáis, ya bebáis o hagáis algo, hacedlo todo para gloria de Dios. 32 Comportaos sin ofensa alguna para judíos, para griegos y para la iglesia de Dios; 33 lo mismo que yo, que agrado a todos en todo, no buscando lo que me conviene, sino lo de la mayoría, para que se salven. 11 1 Sed imitadores míos, como yo lo soy del Mesías.

23 «Todo es lícito» era probablemente una suerte de lema o «eslogan» de algunos personajes de la comunidad de Corinto, muy probablemente los espirituales y ricos (v. 26). La respuesta de Pablo («pero») es: teóricamente sería posible, con la salvedad de que «todo» se haga dentro de los límites del Creador, pues de él es el universo y todo cuanto contiene; sin embargo, no todo es conveniente para la buena constitución, o «edificación», del grupo.

25 Comed todo lo que se vende en el mercado: algunos de la comunidad pertenecían a la clase elevada, eran invitados a menudo a comer en casas de paganos. Como principio general los judíos y judeocristianos de la diáspora aceptaban estas invitaciones sin más, pues los rabinos suponían que la venta en el mercado neutralizaba la posible impureza ritual de alimentos en sí puros —no de los alimentos prohibidos expresamente por la Ley—, pero sujetos a la contaminación por contacto con otra comida impura. Pero si alguien avisaba expresamente de que el alimento que ingerir había sido sacrificado a los dioses, la consciencia de la impureza de ese alimento se tornaba evidente, por lo que en esos casos los judíos de la diáspora declinaban ingerirlos. Pablo acepta esta norma.

26 del Señor es la tierra: la cita de Sal 24,1 implica la doctrina general judía de que toda la creación es en sí buena, incluso aquellos alimentos que la misteriosa voluntad del Creador ha prohibido a su pueblo elegido; solo hacen contraer impureza a quien los ingiera si pertenecen al pueblo elegido. Pero los gentiles convertidos a la fe en el Mesías no se hacen judíos; por tanto para ellos no hay alimentos impuros.

29-31 La aclaración no hablo de tu conciencia, sino de la del otro da a entender que, en teoría, para el bien formado en la fe, que sabe que los dioses son nada, la carne, pura en sí misma pero ofrecida en sacrificio a esos ídolos, no cambiaba su situación legal y en rigor podría ser consumida. Pablo garantiza este principio teórico: «¿Por qué mi libertad será juzgada por la conciencia de otro?». De nuevo Pablo adopta retóricamente, aun siendo judío, la personalidad del gentil converso.

32 Comportaos: pero en la práctica, según Pablo, el que está bien formado en la fe renunciará voluntariamente a tal derecho. En el caso de las comidas hay que comportarse «sin ofensa alguna para los judíos, para los griegos (no convertidos) y para la iglesia de Dios». Es oscuro y discutido el significado de «iglesia de Dios». Es probable que Pablo esté dividiendo a los habitantes del mundo en judíos no creyentes en el Mesías junto con los paganos también increyentes y «la iglesia de Dios», es decir, la asamblea escatológica de Yahvé, compuesta por judíos fieles a su religión pero creyentes en el Mesías, y antiguos paganos creyentes también en el Mesías.

33 no buscando lo que me conviene, sino... para que se salven: debe entenderse a tenor de 9,19-23. Pablo aplica al caso corintio el «principio de adaptabilidad» de Jesús, en su comensalidad abierta con todo tipo de personas. La única limitación es no ofender voluntariamente la conciencia ajena, aunque no esté bien formada. En conjunto la posición de Pablo era: a) El invitado a casa de gentiles no tenía por qué preguntar, si los alimentos no estaban expresamente prohibidos por la Ley y procedían del mercado; b) No se preocupaba si la carne era o no producto de un degollamiento kosher, puro, del animal; c) No se preocupaba de la posible impureza de alimentos puros por presunto contacto con alimentos impuros; d) Si el dueño de la casa decía expresamente que la carne había sido ofrecida a los ídolos, no la comía; e) Si le decían que estaba legalmente prohibida —por ejemplo, cerdo— tampoco la comía.

11 1 La división en capítulos es muy tardía; fue creada por Esteban Langton en 1220, y fue aceptada por la Biblia de Wycliffe de 1384. La división en versículos es más tardía aún; fue efectuada por el humanista protestante Stephanus (Étienne) hacia 1550. Parece claro que ambas divisiones cometen aquí un error. La inmensa mayoría de los comentaristas está de acuerdo en que 11,1 pertenece a esta sección, no a la que comienza en el v. 2.

2 Y os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y tal como os las transmití conserváis las tradiciones. 3 Quiero, sin embargo, que sepáis que la cabeza de todo varón es el Mesías; y la cabeza de la mujer es el varón; y la cabeza del Mesías es Dios. 4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta afrenta a su cabeza. 5 Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. 6 Pues, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es vergonzoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra! 7 Pues el varón no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del hombre. 8 Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón.

9 Ni fue creado el varón por razón de la mujer, sino la mujer por razón del varón. 10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles. 11 Por lo demás, en el Señor, ni mujer sin varón, ni varón sin mujer. 12 Pues como la mujer procede del varón, el varón, a su vez, nace mediante la mujer: y todo proviene de Dios. 13 Juzgad por vosotros mismos: ¿es decente que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No os enseña la naturaleza misma que un varón que se deje crecer la cabellera es una deshonra para sí mismo, 15 mientras que por el contrario si una mujer deja crecer su cabellera es una gloria para ella? Porque la cabellera [le] ha sido dada a modo de velo. 16 De todos modos, si alguien quiere discutir..., no es esa nuestra costumbre ni la de las iglesias de Dios.

2-16 Pablo procura regular y defender el orden de las asambleas cristianas tal como él lo entiende, según tradiciones judías. Pablo está convencido de que se trata de un orden asambleario que procede tanto de la razón natural como de la revelación.

2 Y os alabo... tradiciones: algunos estudiosos sostienen que es una glosa porque interrumpe el hilo del contexto.

4-5 Todo varón... rapada: si Pablo critica estos usos es porque en las reuniones litúrgicas de la comunidad de Corinto se hacía de esta manera. Los gestos del varón y de la mujer aquí indicados están atestiguados en los textos y en las representaciones iconográficas como gestos litúrgicos de la religiosidad griega: el varón cubría su cabeza con un manto cuando estaba directamente implicado en el culto a lo numinoso, y la mujer descubría su cabeza y soltaba su pelo al menos en algunos ritos como los dionisíacos. Pablo no está de acuerdo con estas costumbres.

4-6 La primera razón a favor de los usos judíos se basa en la idea de que derivan del orden natural de la creación, que no admite discusión para Pablo: al varón le corresponde el pelo corto y a la mujer, el largo, porque hace de velo y es símbolo de su sujeción y de la prelacía del hombre. La argumentación se repite en los vv. 13-15.

7-12 El segundo argumento es exegético: es una mezcla de Gn 1,27 y 2,7-23, aunque insistiendo especialmente en el segundo texto. En Gn 1,27 se dice: Y creó Dios al hombre a imagen suya... y los creó macho y hembra. Pablo entiende aquí «hombre» como «varón», y obvia la segunda parte del versículo en donde se da a entender que «hombre» es igual a «ser humano» ya que fue creado, a la vez, como «macho y hembra». Si Pablo hubiera leído más consecuentemente este texto igualitario, podría haber entendido 2,7-23 de un modo muy divergente. Pero en su época y en el judaísmo en general se solía «olvidar» el primer texto y se argumentaba a partir del segundo.

7-8 la mujer es gloria del hombre... varón: es una alusión al mencionado texto de Gn 2,7-23, de donde procede el argumento. Este pasaje está inserto en el segundo relato de la creación que narra la formación de la mujer con un tono bastante distinto, en nada igualitario.

8 sino la mujer del varón: es importante para el razonamiento de Pablo la exclamación del varón al ver a la mujer en el texto de Gn 2,23: «Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. A esta se la llamará ‘varona’». La presentación de la etimología de la voz «mujer» (ishá) como «varona» (ish en hebreo es «varón») no era puramente anecdótico, sino que señalaba con precisión que la creación de la mujer era un acto secundario: constituida del y para ayuda del varón.

10 señal de sujeción por razón de los ángeles: los argumentos paulinos concluyen con una nota para nosotros misteriosa: el velo sirve también de señal de sumisión de la mujer «en razón de los ángeles». Esta frase se explica probablemente porque subyace aquí una concepción semejante a la comunidad de los «santos» de Qumrán: los ángeles estaban presentes, aunque invisibles, en la asamblea e incluso en la vida diaria. En el grupo que «vivía en el Mesías», los cristianos, podía ocurrir lo mismo: los «santos» (1,2; Rm 1,7) pensaban que, cuando celebraban su liturgia, estaban rodeados de ángeles que «andaban» entre ellos. En ese caso las mujeres debían mostrar sumisión igualmente «a los varones espirituales», es decir, a los ángeles, ya que estos son varones en la tradición judía (Gn 6: son los ángeles de menor rango que se quedaron prendados de la belleza de las mujeres, se unieron a ellas y engendraron hijos). Al no mostrar su belleza —que es gloria del varón, su marido—, la mujer quedaba lejos de cualquier tentación o posibilidad de ser seducida por los ángeles (Gn 3: tradición judía de la mujer débil, no el varón, tentada por una potencia superior, la serpiente, luego identificada con el ángel perverso, el diablo), o bien de servir de tentación para ellos (Gn 6 igualmente: la hermosura de la mujer es una tentación carnal incluso para los ángeles).

12 el varón... nace mediante la mujer: esta idea es un intento de Pablo de «quitar hierro» a una argumentación notablemente «machista» hasta el momento. Dios, en su ordenación creativa, ha equilibrado un tanto esta desigualdad haciendo que todo varón después de Adán nazca de mujer. Véase Gal 3,26-28.

16 no es esa nuestra costumbre ni la de las iglesias de Dios puede referirse o bien al hábito de Pablo de no discutir (¿?), sino de mandar como apóstol, o mejor a que no es tradición o costumbre que se proceda así en el resto de las «iglesias de Dios»; es decir, en las comunidades fundadas por él, o afines, se guardaba la tradición de hacer exactamente lo contrario al uso de los corintios: el varón oraba o profetizaba con la cabeza cubierta. La mujer, al revés.

17 Os doy además las siguientes instrucciones: no os alabo, porque os reunís no para lo mejor, sino para lo peor. 18 En primer lugar: oigo que, cuando os reunís en asamblea, hay entre vosotros escisiones, y lo creo en parte. 19 Desde luego es preciso que haya entre vosotros facciones para que los probados queden de manifiesto entre vosotros. 20 Pues cuando os reunís en común no es para ingerir la cena del Señor, 21 porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. 22 ¿No tenéis, pues, casas para comer y beber? ¿O despreciáis las iglesias de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? ¡En eso no os alabo!

17-22 Al parecer, y como puede deducirse de la sección siguiente, Pablo no había instruido suficientemente bien a los corintios en su estancia fundacional sobre el significado profundo de la «cena del Señor», a pesar de que él en 11,23 afirma haberlo hecho. En todo caso la instrucción habría sido mínima. Hasta el momento, Pablo les habría transmitido presumiblemente solo lo que —a partir de Hch y la Didaché— suponemos que era costumbre general, a saber, la celebración de comidas en común, denominadas la «fracción del pan», en recuerdo de la «última cena del Señor» con sus discípulos, acto que no tenía, al parecer, el menor sentido sacramental. En Hch, en efecto, no se hace ninguna alusión a acción «sacramental» alguna como en 17-26, sino solo a comer juntos, naturalmente de una manera más solemne que si se hiciera en privado y quizás en recuerdo del hábito de Jesús de comer con sus discípulos. Este hecho es en verdad sorprendente si lo que afirma Pablo sobre la eucaristía fuera una tradición comunitaria. Pero de Hch 2,42.46; 20,7.11; 27,35 no puede deducirse más que los fieles «acudían cada día unánimemente al Templo, partían el pan en las casas y tomaban su alimento con alegría y sencillez de corazón». Esta comida podía denominarse también una «eucaristía», pues era de acción de gracias, pero sin ningún sentido místico-simbólico, y mucho menos de transubstanciación. Así la define el capítulo 9 de la Didaché, un escrito judeocristiano compuesto entre 110-140 que no parece estar influido por la teología paulina. Este texto es interesante porque indica cómo no se tenía idea alguna entre ciertos seguidores judeocristianos de que esa cena en común fuera la ingestión «del cuerpo y de la sangre del Mesías». Además, la «cena del Señor» debía de tener en concreto para los corintios rasgos peculiares diferentes a la pintura que puede deducirse de Hch y de la Didaché: ciertamente se reunían para una comida en común, pero en primer lugar cada uno comía lo que aportaba y sin esperar a los demás. Las diferencias sociales entre unos y otros eran evidentes.

19 Versículo considerado como glosa por algunos estudiosos, porque rompe el flujo del discurso con una explicación innecesaria.

21 cada uno se adelanta a comer su propia cena: esta era la costumbre de algunas asociaciones cultuales de época helenístico-romana. Pero tal uso es, según Pablo, absolutamente incompatible con la actuación práctica de la comunión con el Mesías propia del grupo mesiánico.

23 Porque yo recibí del Señor lo que os transmití: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo por vosotros; haced esto en recuerdo mío». 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío». 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. 27 Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Examínese cada cual y coma así del pan y beba de la copa. 29 Pues quien come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su propia sentencia. 30 Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y débiles, y mueren no pocos. 31 Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. 32 Y al ser juzgados, somos corregidos por el Señor para que no seamos condenados con el mundo. 33 De modo que, hermanos míos, cuando os reunáis para la cena, esperaos los unos a los otros. 34 Si alguno tiene hambre, coma en su casa, a fin de que no os reunáis para vuestra sentencia. Y lo demás lo dispondré cuando vaya.

23-34 Este pasaje complementa a 10,16-17.

23 yo recibí del Señor lo que os transmití: esta frase indica claramente que Pablo se refiere a una revelación personal de Jesús a él, no de una tradición comunitaria. Sin embargo, la mayoría de los intérpretes la entienden como referida a una tradición previa, por lo que traducen: «Porque lo mismo que yo recibí, y que venía del Señor, os lo transmití a vosotros». Sobre esta versión incorrecta y sus razones, véase aquí. lo que os transmití: un ejemplo claro entre los judíos de que el uso de paralambánein/paradidónai no indica siempre una tradición comunitaria, no personal es Misná, Abot, 1,1 (ver aquí).

24 cuerpo por vosotros: así, el texto griego (to sóma hýper hymón) es la lectura más difícil, por lo que la elegimos. El cuerpo (distinto en Pablo de la «carne»; véase Carta a los gálatas, aquí), indica la persona entera, que puede morir en el ámbito de lo natural. Hay dos variantes en los manuscritos que parecen añadidos: «dado»/«roto/fraccionado» («por/para vosotros»). La bendición judía sobre una mujer conversa (tomada de la novela José y Asenet, citada también en aquí: «Señor: Bendice a esta doncella. Renuévala con tu soplo... Que coma el pan de tu vida, que beba la copa de tu bendición») indica igualmente un acto de comunión con la divinidad, pero a la vez pone sobre la pista de que en la denominada «institución de la eucaristía», según Pablo, no hay que subentender ninguna idea de transubstanciación de las especies de pan y vino, sino que simbolizan meramente el cuerpo de quien ha sido sacrificado o libado en honra de Dios. en recuerdo mío: este sintagma implica dos cosas: que Jesús aceptaba su muerte previamente como un designio divino necesario para la instauración del Reino, y que contaba con un retraso de esa instauración tras su muerte. Ambas perspectivas son inverosímiles en el Jesús histórico.

25 Esta copa: de acuerdo con la explicación ofrecida al v. 23, parece inverosímil que la interpretación habitual de la última cena pueda ser achacada al Jesús histórico y no a Pablo mismo, pues roza continuamente el tabú judío de la ingestión de la sangre, aunque sea simbólicamente. La exégesis habitual no es verosímil dentro del contexto judío palestinense, ya que Jesús acababa de presentarse triunfalmente en Jerusalén como el mesías de Israel y había «purificado» a continuación el Templo, dando muestra sobrada, por un lado, de su interés político-religioso por Israel, y por otro, de que estimaba en extremo la función de la institución del santuario dentro de su judaísmo —aunque de momento la considerara corrupta—, en el cual este tipo de espiritualidad corintia no tenía cabida alguna. nueva alianza en mi sangre: consecuentemente también, cuando Pablo, por revelación, pone en boca de Jesús que su sangre es la sangre de una «nueva alianza», no puede entenderse de ningún modo como lo hará el cristianismo posterior: una alianza tan radicalmente nueva —cuya base será el conjunto del «Nuevo Testamento» o «Nueva Alianza»— que declarará obsoleta, periclitada, a la antigua. Más bien hay que entenderla, tanto en el Jesús histórico como en Pablo mismo, como una renovada alianza intrajudía, en la línea profética de Jr 31,31-33y de Ez 11,9 y 36,26-27: renovación de la «antigua» en tiempos mesiánicos.

26 cada vez... anunciáis la muerte del Señor: según Pablo, Jesús instituyó una «eucaristía/acción de gracias» como acto repetitivo. En otro texto antiguo, cercano a Pablo, que recoge el conjunto de esta presunta tradición comunitaria, Mc 14, la institución de la eucaristía queda bastante oscura. Mc depende de Pablo en lo esencial, aunque él complemente la descripción de la última cena con una tradición de tenor escatológico, a saber, la despedida de un Jesús que afirma que «no beberá vino de nuevo hasta la llegada del Reino» (14,25).

27 quien coma... indignamente será reo: es posible la hipótesis que supone que Pablo ofrece a los corintios un rito de comunión con la divinidad sustitutorio de los ritos del templo de Jerusalén, a los que no tenían acceso estos paganos creyentes en el Mesías.

12 1 Sobre los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. 2 Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar hacia los ídolos mudos por donde os llevaban. 3 Por eso os hago saber que nadie, hablando por el espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema sea Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino por un espíritu santo.

1-3 Esta sección, y las que siguen, responden a otra de las preguntas formuladas en la misiva perdida de los corintios a Pablo, pero reconstruible en parte por las respuestas de nuestra carta.

2 cuando erais gentiles: antes de su conversión, según el pensamiento de Pablo, eran simplemente «gentiles» (dicotomía judía: los habitantes del mundo entero se dividían en solo dos partes: ellos, el pueblo elegido, y los demás, el resto de las naciones de la tierra); ahora, conforme a Rm 11,17, gracias a la fe en el mesías de Israel, Jesús, son «gentiles injertados» en la familia escatológica de Dios, el Israel mesiánico. os dejabais arrastrar: quizás se refiera Pablo al efecto de las persuasivas prédicas de otros cultos, de misterios o de religiones orientales, que existían en su tiempo, sobre todo en el Mediterráneo oriental. Otros entienden más concretamente que Pablo alude a los trances extáticos en oficios litúrgicos de la religiosidad pagana en los que habían participado en otro tiempo los conversos, es decir, ritos de iniciación en cultos mistéricos en los que habían tomado parte algunos de los ahora fieles corintios.ídolos mudos: obsérvese de nuevo la crítica —muy judía— a la idolatría como una suerte de seducción a la que el ser humano no responde por tener embotada la mente.

3 espíritu de Dios... por un espíritu santo: normalmente se entienden estas expresiones como si Pablo hablara del Espíritu santo. Probablemente, sin embargo, esta intelección depende del credo, muy posterior a Pablo, del concilio de Nicea (325) donde se acentuaba esta interpretación por medio del artículo definido (y hoy por el uso de mayúsculas). Pablo parece hablar aquí del espíritu de los profetas en general, que procede de Dios, sin duda, pero que no es exactamente lo que los fieles de hoy entienden por el Espíritu santo. No parece verosímil la hipótesis de que Pablo esté aludiendo a que alguien entre los espirituales de Corinto se dedicara a maldecir a Jesús —«¡Anatema sea Jesús!»— puesto que, al sentirse ya salvado en su espíritu, podía hacer con su cuerpo lo que le viniera en gana, ya que nada carnal tenía importancia. Es más probable que lo pretendido por Pablo fuera reafirmar que los seguidores de Jesús están viviendo en el espíritu (del Mesías) y que los frutos de este son siempre buenos. Señor: como término absoluto aplicado a Jesús es la aclamación (que proviene del culto) que sintetiza lo que es el Mesías. Es de uso frecuentísimo en Pablo, e indirecta e implícitamente negaba que cualquier otro —salvo Dios padre— pudiera ser «Señor». Probablemente era un dardo contra el culto en vida al emperador, a quien se le otorgaba este título. Así pues, según Pablo, quien dijera «¡Anatema sea Jesús!» no era del Mesías.

4 Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; 5 diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; 6 diversidad de operaciones, pero el mismo Dios que obra todo en todos. 7 Y a cada cual se le da la manifestación del Espíritu para la utilidad común. 8 Pues a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones en el único Espíritu; 10 a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. 11 Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, que las reparte a cada uno en particular como quiere.

4-11 La diversidad de dones espirituales podía generar tensiones entre los miembros de la comunidad y deseos de ser más que otros al recibir más o mejores carismas.

7 utilidad común: este es el criterio principal de valoración de los dones espirituales: ante todo la edificación, la utilidad común del grupo mesiánico, su profunda unidad y no la ostentación de haber sido dotado por el Espíritu con trances extáticos u otros carismas.

8-10 Son nueve dones del Espíritu que quizás estén concebidos por Pablo como divididos en tres grupos: a) sabiduría (sabiduría/ciencia/fe); b) acciones portentosas (sanaciones/milagros en general/profecías); c) trances extáticos (discernimiento de espíritus/don de lenguas/interpretación).

8 sabiduría... ciencia: los carismas de sabiduría y de ciencia son difícilmente distinguibles. Deben de referirse a lo que en esta misma primera carta se menciona acerca del contraste entre la aparente necedad de la proclamación, y la inteligencia humana (1,18-21), la escasez de formación retórica en Pablo (2,1), la certeza de que no hay en la comunidad «muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos nobles, sino que escogió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios» (1,26), y a la diferencia entre el espíritu del mundo y el de Dios, que expresa realidades espirituales (2,12).

9 fe: el don de la fe debe de referirse no solo a su intensidad, sino a la capacidad de actuar como maestro de otros, no tan fuertes —con una formación menos sólida— en ella.

10-11 Estos otros dones del Espíritu se refieren probablemente en conjunto a lo que se indica en 12,28: «Y así los puso Dios en la iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas».

10 profecía... discernimiento de espíritus: estos carismas van unidos; había algunos especialmente dotados para percibir que algunos impulsos espirituales no eran correctos, sino inspirados por el Maligno, se supone, o por la fantasía propia. diversidad de lenguas: no alude al dominio repentino de lenguas extranjeras, tal como da a entender míticamente el Pentecostés descrito en Hch 2,3-8, ya que este hecho es inverosímil y se debe con gran probabilidad a que el autor de Hch no sabía bien qué era ese carisma. Debe de tratarse, por el contrario, de la «glosolalia» o «hablar en lenguas», que conocemos también como hablar la «lengua de los ángeles» (13,1). El Testamento de Job cuenta cómo las tres hijas del patriarca hablaban ese tipo de lenguaje (52,1-12). También podrían ser los «gemidos inenarrables» que producía el Espíritu (Rm 8,26). Naturalmente estos sonidos ininteligibles necesitaban, para ser fructíferos para la comunidad, de expertos espirituales que los descifraran.

12 Pues al igual que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, que son muchos, no son más que un solo cuerpo, así también el Mesías. 13 Así pues, en un único espíritu hemos sido todos nosotros bautizados para constituir un único cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres, y todos hemos bebido de un solo espíritu. 14 Igualmente, el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. 15 Si dijera el pie: «Porque no soy mano, no soy del cuerpo», ¿no sería parte del cuerpo a pesar de ello? 16 Y si dijera la oreja: «Porque no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿no sería parte del cuerpo a pesar de ello? 17 Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído, ¿dónde el olfato? 18 Ahora bien, Dios puso los miembros a cada uno de ellos en el cuerpo como quiso. 19 Si fuera todo un único miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo? 20 Ahora bien, muchos son los miembros, pero uno el cuerpo. 21 Y no puede el ojo decir a la mano: «No tengo necesidad de ti»; ni la cabeza, a los pies: «No tengo necesidad de vosotros». 22 Sino más bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, resultan ser indispensables. 23 Y a los que nos parecen más innobles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así nuestras partes más vergonzosas tienen una mayor honestidad. 24 Pues nuestras partes honestas no tienen necesidad.

Dios temperó el cuerpo dando mayor honor a lo más necesitado 25para que no hubiera división en el cuerpo, sino que los miembros se preocuparan lo mismo unos de los otros. 26 Y si sufre un miembro, todos los miembros sufren con él. Si [un] miembro es glorificado, todos los miembros se alegran.

12-27 El interés de Pablo por la unión de la comunidad de Corinto, la insistencia en la importancia del grupo para la salvación individual se muestra de nuevo en la amplitud concedida al símil del cuerpo y a sus diversos miembros. El cuerpo único está, pues, constituido por creyentes actuales o potenciales en el Mesías, dividido en dos grupos: judíos y «griegos». Véase el texto análogo de Rm 12,3-8. Si la imagen estoica del cuerpo para simbolizar la sociedad o el estado debe interpretarse como una metáfora, es posible que la imagen del cuerpo (místico) del Mesías deba entenderse igualmente como una metáfora que representa una comunión real de los creyentes con el Mesías, que Pablo no sabe cómo expresar de otro modo, aunque esté convencido de su realidad.

13 griegos... todos: es evidente que —a pesar de ser los griegos el símbolo de gentiles— el propósito de convertir a «todas las naciones» al Mesías no incluye de facto para Pablo a los bárbaros, que no hablaban griego, a los hiperbóreos, los etíopes o los hindúes, etc., aunque conocía perfectamente su existencia, por lo que el sintagma todos los gentiles/griegos debe entenderse como la designación de una representación de las naciones, y de entre ellas a algunos de sus miembros. esclavos y libres: ciertamente, no hay en ese cuerpo místico-simbólico ninguna distinción de clases sociales (véase Gal 6,28). La elección de ese número de gentiles predestinados, que se injertarán en Israel antes del final, cuyo número solo Dios sabe, es misteriosa (Rm 9,13). El «cuerpo del Mesías» es otro modo de decir el Israel de Dios (Gal 6,16) puesto al día, el Israel «completo», escatológico, que se va a salvar. hemos sido... bautizados: el bautismo va unido a la confirmación de la recepción del Espíritu, y es a partir de ese acto de iniciación cuando se entra a formar parte, por así decirlo, del cuerpo, místico (es difícil saber cómo lo entendía realmente Pablo) pero real del Mesías.

24 dando mayor honor a lo más necesitado: en el pensamiento de Pablo hay aquí probablemente —puesto que piensa en el cuerpo místico del Mesías— una inversión de valores de la sociedad grecorromana basada en la jerarquía y el honor.

27 Pero vosotros sois el cuerpo del Mesías, y sus miembros cada uno por su parte. 28 Y así los puso Dios en la iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas.29 ¿Acaso todos son apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? 30 ¿Todos tienen el carisma de las curaciones? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Interpretan todos? 31 Mas anhelad los carismas superiores. Y además os mostraré un camino más excelente.

27-31 Apóstoles son los fundadores de comunidades; los profetas y maestros hacen de autoridades de la comunidad para enseñar y transmitir la doctrina. Una comunidad efervescente en donde, al parecer, todos tenían algún carisma espiritual.

13 1 Si hablara en las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, soy como bronce que resuena o címbalo que repiquetea. 2 Si tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; si tuviera toda la fe de modo que trasladara montañas, pero no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para gloriarme de ello, pero no tengo amor, nada me aprovecha.

4 El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, [el amor] no es jactancioso, no se engríe; 5 es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no urde el mal; 6 no se alegra de la injusticia, mas se alegra con la verdad. 7 Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8 El amor nunca decae. Desaparecerán las profecías, cesarán las lenguas, desaparecerá la ciencia. 9 Pues en parte conocemos y en parte profetizamos. 10 Cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial. 11 Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Cuando me hice varón, eliminé todas las cosas de niño. 12 Pues ahora vemos en un espejo, en enigma; entonces, cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido. 13 Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estas tres. Pero el mayor de estos es el amor.

1-13 Suele denominarse a este pasaje «himno al amor», pero el carácter hímnico como tal del texto es muy discutido. Este pasaje se halla bien arraigado en los oídos de los cristianos de hoy por la tradición de la lectura litúrgica, sobre todo en ceremonias de bodas; sin embargo, es contestado en su autenticidad. Y si fuere auténtico, los estudiosos se preguntan si su situación en la carta es la conveniente, ya que el amor no parece ser un carisma. Es posible que sea un añadido posterior, introducido en el momento de la edición de las cartas de Pablo, probablemente a principios del siglo II. La razón principal para plantear la cuestión de la inautenticidad es porque el texto parece romper la secuencia de ideas entre anhelad los carismas superiores (12,31) y en especial el que profeticéis (14,1c), pasajes que se entienden muy bien si van juntos, sin ningún texto intermedio. Otro argumento es la afirmación de que el amor es superior a la fe (v. 13), algo extraño porque para Pablo, la fe es la puerta de entrada para la salvación. La mayoría de los estudiosos, sin embargo, opta por su autenticidad. De cualquier modo, el pasaje aparece en todos los manuscritos antiguos de Pablo, por lo que no puede ser eliminado; por ello los editores de N-A28 no lo editan entre corchetes como dudoso.

1 no tengo amor: en cualquier caso, para Pablo, el amor es el signo de la «nueva ley» del Mesías; es la base de un espontáneo obrar buenas obras —algo así como el posterior «Ama y haz lo que quieras» agustiniano—, y el fundamento de la cohesión de la comunidad. La superioridad del amor sobre otros dones de los que podrían gloriarse los corintios (profecía, ciencia o conocimiento de los misterios) podría ser una insistencia paulina frente al demasiado aprecio por parte de los fieles corintios de los dones espirituales. Las cualidades del amor (paciente, humilde, pacífico) venían bien como amonestación a los desórdenes en las comidas comunes descritos por Pablo en 11,21-22.

3 entregara mi cuerpo para gloriarme de ello: es esta la lectura elegida por N-A28 porque es la más difícil y, por tanto, a priori preferible, en vez de Y entregara mi cuerpo a las llamas. La probable causa de esta doble lectura es la confusión en los manuscritos entre kauchésomai: «me gloriaré» y kauthésomai: «me quemaré». La elección entre las dos variantes es difícil, porque la muerte en llamas en la antigüedad podía ser un castigo, pero también una muerte voluntaria y heroica.

12 ahora vemos en un espejo... conocido: es posible que en este enunciado haya que ver una de las escasas proposiciones paulinas de cómo será el paraíso futuro: «estar siempre con el Señor» (1 Tes 4,17) consistiría en contemplar «cara a cara» a Dios. Pablo parece aludir aquí a Gn 32,31 (según los Setenta) y Dt 34,10 (Jacob y Moisés tratan a Dios «cara a cara»). Como buen judío, Pablo sabe que contemplar el rostro de Dios es imposible para una criatura, por lo que quizás pensara que los humanos salvados habrían de cambiar de constitución en el ultramundo. ¿Se trataría del efecto de una cierta consustancialidad con Dios, que tienen los «espirituales», como afirmaron los gnósticos del siglo II e.c., que son seguidores de Pablo?

13 la fe, la esperanza y el amor: es la misma tríada que aparece en 1 Tes 1,3 y 5,8.

14 1 Buscad con tesón el amor; pero aspirad a los dones espirituales, especialmente el que profeticéis. 2 Pues el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios; pues nadie lo oye: dice en espíritu cosas misteriosas. 3 Por el contrario, el que profetiza, habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación. 4 El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; el que profetiza, edifica a toda la asamblea. 5 Deseo que habléis todos en lenguas; prefiero, sin embargo, que profeticéis. Pues el que profetiza, supera al que habla en lenguas, a no ser que también interprete, para que la asamblea reciba edificación.

2 pues nadie lo oye: evidentemente quiere decir «nadie lo entiende».

5 lenguas: Pablo alterna el plural, «lenguas», con el singular, «lengua», sin que podamos percibir una diferencia clara. El singular puede referirse quizás más en concreto a la «lengua de los ángeles», identificada con la glosolalia.

6 Y ahora, hermanos, si voy hacia vosotros hablando en lenguas, ¿en qué os serviré de provecho si no os hablare con alguna revelación o con ciencia, profecía o enseñanza? 7 Los seres inanimados que dan, sin embargo, sonidos, como la flauta o la cítara, si no producen las diferencias entre los tonos, ¿cómo se conocerá lo que toca la flauta o la cítara? 8 Pues si la trompeta da un sonido confuso, ¿quién se preparará para la batalla? 9 Así también vosotros por medio de la lengua, si no pronunciáis palabras nítidas, ¿cómo se entenderá lo que decís? Estaréis, pues, hablando al viento. 10 ¡Vete a saber cuántas clases de lenguas hay en el mundo y ninguna de ellas sin sentido! 11 Ahora bien, si no conozco el valor del sonido, seré un bárbaro para el que me habla; y el que me habla, un bárbaro para mí. 12 Del mismo modo también vosotros, si estáis deseosos de los dones espirituales, intentad abundar en ellos para la edificación de la asamblea.

13 Por tanto, el que habla en lengua, pida a Dios la interpretación. 14 Pues si oro en lengua, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin fruto.

15 ¿Qué hacer, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con la mente. Entonaré salmos con el espíritu, pero también los entonaré con la mente. 16 Porque si bendices solo con el espíritu, el que ocupa el lugar de no iniciado ¿cómo dirá «amén» a tu acción de gracias, puesto que no sabe lo que dices?

17 Pues en verdad tú das gracias excelentemente; pero el otro no se edifica. 18 Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; 19 pero en la asamblea prefiero decir cinco palabras con mi mente, para instruir a los demás, que diez mil en lengua.

6-19 El conjunto es una descripción nítida de una asamblea de gentes en trance religioso que parecen locos ante los ojos de los demás (v. 23).

9 por medio de la lengua: así literalmente; pero es posible que Pablo piense en «por medio del hablar en lenguas».

15 espíritu... mente: este último vocablo (gr. noûs) es el intelecto, la racionalidad en sí, la capacidad de conocer a Dios por medio de la razón (Rm 1,19). Aquí se distingue expresamente del «espíritu». Si se juzga por el uso que harán los gnósticos, posteriores en cien años a Pablo, pero que siguen sus huellas, la mente pertenecería a este mundo, aunque racional, mientras que el espíritu sería como una participación del espíritu divino, celestial. Ello hace a una parte del ser humano consustancial con la divinidad.

16 si bendices solo con el espíritu: tiene un significado equivalente al de hablar en lenguas y señala de nuevo que consistía ante todo en gemidos místicos inenarrables —un diálogo con Dios— pronunciados en éxtasis. Que Pablo es un místico se confirma por doquier en sus cartas, sobre todo en 2 Cor. no iniciado: es decir, el «hombre corriente», es la traducción del griego idiótes, que cambió evidentemente de sentido con el tiempo. Es posible que el uso de este vocablo sea una pista más de que parte de los conversos de Pablo procedía de los cultos de misterio del helenismo. Aquí se trata, sin duda, de simpatizantes que asisten al oficio litúrgico de los seguidores de Jesús al igual que los temerosos de Dios a los de la sinagoga. Decir amén en este ámbito es caso único en el Nuevo Testamento, pues es más bien lenguaje propio de Jesús.

20 Hermanos, no seáis niños en el entendimiento, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el entendimiento. 21 Está escrito en la Ley: «Por hombres de lenguas extrañas y por boca de extraños hablaré a este pueblo, y ni así me escucharán», dice el Señor. 22 De modo que las lenguas sirven de señal no para los creyentes, sino para los incrédulos; pero la profecía, no para los incrédulos, sino para los creyentes. 23 Si, pues, se congrega toda la asamblea en bloque y todos hablan en lenguas, y entran en ella no iniciados o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? 24 Por el contrario, si todos profetizan y entra un incrédulo o un no iniciado, será convencido por todos, juzgado por todos. 25 Los secretos de su corazón se harán manifiestos y así, postrado rostro en tierra, adorará a Dios anunciando que «Dios está verdaderamente entre vosotros».

26¿Qué se concluye, hermanos? Cuando os reunís, cada cual aporta un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación: que todo sea para edificación. 27 Si alguno habla en lenguas, sean dos, o a lo más tres, y por turno y que uno interprete. 28 Y si no hubiere intérprete, guárdese silencio en la asamblea, y hable cada cual para sí mismo y para Dios. 29 Y que los profetas hablen dos o tres, y los demás disciernan. 30 Si a otro que está sentado se le otorga una revelación, cállese el primero. 31 Pues podéis profetizar todos de uno en uno para que todos aprendan y sean exhortados. 32 Los espíritus de los profetas están sometidos a los profetas, 33a pues Dios no lo es de la confusión, sino de la paz.

20 no seáis niños en el entendimiento: como el contexto es el de la relación entre los dones extáticos y el orden comunitario, es posible que el salto mental de Pablo entre el don de lenguas y la exhortación a «no comportarse como niños» le fuera sugerido por la similitud del hablar en lenguas (v. anterior) con el balbuceo a menudo ininteligible de los niños. 21 Cita de Is 28,11-12.

22 pero la profecía, no para los incrédulos, sino para los creyentes: esta sentencia contradice aparentemente una norma básica de las religiones antiguas, que sostenían su veracidad ante los increyentes por el cumplimiento de las profecías. Pero no es así aquí; profecía no es solo adivinación del futuro, sino que significa también, entre los primeros seguidores de Jesús, tanto la voz de los que proclaman las palabras de este y las adaptan a las circunstancias presentes como las palabras de exhortación, en este caso, pronunciadas con clarividencia de las circunstancias.

25 Dios... entre vosotros: cita de Is 45,14.

26 A partir de este versículo, Pablo extrae consecuencias apropiadas a lo antes dicho. La insistencia en el orden y la edificación en un entorno profético sería en extremo sorprendente en el ámbito griego, en el que la profecía era una «locura sagrada», inspirada por la divinidad y controlada por ella sola.

29 y los demás disciernan: el discernimiento de espíritus es distinto de la interpretación del don de lenguas (12,10). El primero juzga ante todo si lo que se habla es recto, a saber, si procede del Espíritu santo, no de uno malvado.

32 espíritus de los profetas: es decir, el Espíritu santo que actúa individualmente en cada profeta. El que «el espíritu esté sometido a los profetas», al orden comunitario, es una afirmación revolucionaria en toda la historia de la profecía en el Medio Oriente y en el Mediterráneo oriental hasta el momento. A nuestro entender, jamás se había llegado a una formulación como esta en la historia anterior de la inspiración profética. La extraordinaria función de la profecía en el cristianismo primitivo puede pasar desapercibida en el mundo moderno. No solo era una manifestación litúrgica, sino que tenía una importantísima función didáctica y transmisora de tradiciones, de plasmación de innovaciones o acomodaciones de la doctrina. En la acomodación actual de las palabras de Jesús —en donde complementaba, o a veces superaba la función de los maestros— su alcance era más que notable, ya que las palabras de los profetas seguidores de Jesús, pronunciadas en el espíritu de este y confirmadas por la comunidad, tenían el mismo valor que los dichos de Jesús mismo. Y como tal pasaron a veces a la tradición evangélica sin marca alguna de que no era un dicho auténtico de Jesús, sino de uno de sus intérpretes.

33b Como en todas las iglesias de los santos, 34 las mujeres cállense en las asambleas, pues no les está permitido hablar; estén sumisas como también dice la Ley. 35 Y si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en casa; pues es indecoroso para la mujer hablar en la asamblea. 36 ¿Acaso salió de vosotros la palabra de Dios? O ¿llegó hasta vosotros solos?

33b-

36 Una notable mayoría de estudiosos opina que este pasaje, aunque se halle en todos los manuscritos, es una clara glosa al texto auténtico de Pablo. Es una nítida interrupción de la línea de pensamiento entre «Pues Dios no lo es de la confusión, sino de la paz» (vv. 33a y 37); el vocabulario y el tono de 33b-36 recuerdan más bien a los de 1 Tim 2,8-15, texto claramente posterior a Pablo. Esta glosa podría proceder de la pluma de un escriba que tenía unas ideas parecidas a las de los autores de las epístolas comunitarias. Ciertos manuscritos ayudan a confirmar que es un añadido, porque muestran dudas en su colocación. Algunos sitúan la glosa en otro lugar: después del v. 40 (así D F G, algunos minúsculos y ciertos manuscritos de la Vulgata y de la versión siríaca). Pero otros estudiosos defienden la autenticidad del pasaje en la idea de que Pablo solo prohíbe en él que las mujeres de los profetas disciernan o evalúen (literalmente «hablar») lo que sus propios maridos habían ya profetizado. Finalmente otros —que sostienen que el texto es original de Pablo— opinan que en los vv. 34-35 se está reflejando la opinión de algunos varones corintios, y que el v. 36 es la reacción del propio Pablo. Esta opinión parece igualmente poco probable.

36 ¿Acaso salió... solos?: estas dos frases pueden comprenderse bien como una fuerte expresión irónica del mismo glosador a partir del supuesto de que quienes hacen lo contrario de lo que él piensa (los corintios que permiten que la mujer hable en público) es porque se creen que están por encima de la Ley, ya que el espíritu de esta, robustecido por la tradición, no permite a las féminas hablar en público. El autor argumenta: los corintios se comportan como si defendieran que la ley de Moisés tiene su origen en Corinto, o que su texto solo llegó hasta ellos y solo ellos la entienden bien.

37 Si alguien estima ser profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo es un mandato del Señor. 38 Y si no lo conoce, será desconocido. 39 De modo que, hermanos, anhelad al don de la profecía, y no estorbéis el hablar en lenguas. 40 Pero hágase todo con orden y decorosamente.

37-40 Si alguien estima ser profeta: únanse estos versículos al 14,33a Dios no lo es de la confusión, sino de la paz, si se admite la hipótesis antes defendida que lo que va en medio es una glosa.

15 1 Os hago saber, hermanos, el evangelio que os proclamé, que recibisteis y en el que estáis firmes, 2 por el cual también os salváis, si lo guardáis en el sentido en el que os lo proclamé, salvo que hayáis creído en vano. 3 Pues os transmití en primer lugar lo que recibí: que el Mesías murió por nuestros pecados según las Escrituras; 4 que fue sepultado y que fue resucitado al tercer día, según las Escrituras; 5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce; 6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte permanecen hasta ahora y otros durmieron. 7 Luego se apareció a Jacobo; más tarde, a todos los apóstoles. 8 Y en último lugar se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9 Pues yo soy el menor de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. 10 Mas por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha quedado vacía en mí, sino que trabajé más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios [que] está conmigo. 11 Así pues, tanto ellos como yo así proclamamos y así creísteis.

1 Aunque Pablo escriba Os hago saber, evidentemente quiere decir «Os recuerdo».

2 en el sentido en el que: es la traducción de un sintagma difícil, gr. tíni lógoi, literalmente «con un cierto concepto o razón».

3 el Mesías murió por nuestros pecados: probablemente Pablo relaciona esta expresión con los sacrificios del Templo, interpretando la muerte de Jesús como sacrificio expiatorio. Esta tradición recibida por Pablo (véase la primera nota a 11,23) encaja bastante bien con la teología judeocristiana, isaíaica, de un «justo sufriente» (Is 42-53), cuyos padecimientos son, de un modo confuso y poco preciso, una expiación por los pecados del pueblo. Lo que Pablo añade a este concepto es una nueva teología de la cruz, basada en el envío y obediencia del hijo como designio eterno divino, y el concepto nuevo de muerte vicaria: el hijo muere, expiando los pecados de toda la humanidad, no solo de Israel, para que los demás no mueran, es decir, no sean condenados. según las Escrituras: referido específicamente a la resurrección. Pero Pablo no piensa en un pasaje en concreto, sino en la interpretación global de las Escrituras, los Setenta, como un alegato mesiánico que apunta al Mesías. Sin embargo, podrían entrar en cuestión textos como Is 53,4-5 y especialmente Os 6,2: «Él nos dará la vida en dos días y al tercero nos levantará». No todos los judíos interpretaban mesiánicamente este pasaje, pero sí los judeocristianos, que lo referían a Jesús.

4 La sepultura y la resurrección de Jesús pertenecen también a lo que Pablo recibió de los judeocristianos, pero no sabemos a qué texto de la Escritura se refiere. Obsérvese una y otra vez la voz pasiva: Jesús fue resucitado por Dios Padre, no resucita él por sí mismo.

5-6 Las apariciones emplean la fórmula «se apareció» (gr. óphthe, literalmente «fue visto por...»). Para indicar «quién es visto», se suele emplear el griego epháne, que literalmente es «se mostró» (por ejemplo, el ángel que anuncia a José el embarazo de María, Mt 1,20). En la Biblia hebrea es Dios normalmente el que se aparece, o sus ángeles, que actúan o son como él. Aquí, se trata del Mesías, el Resucitado, como primicia (v. 23). Para Pablo, la verdad de las apariciones es naturalmente la primera prueba de la resurrección del Mesías. durmieron: metonimia por «murieron»; véase 1 Tes 4,13.

7 En el grupo primitivo destacan Cefas, Jacobo y los Doce (véase Mc 6,7, aquí). En los mismos inicios del movimiento de los seguidores de Jesús parece haber ya una división en dos grandes bloques: los judeocristianos, con Jerusalén, Galilea, y Antioquía como focos principales, y las fundaciones paulinas sobre todo en Asia Menor; cada grupo con sus peculiaridades teológicas (véanse aquí y aquí).

9 el menor de los apóstoles: hace alusión quizás al significado latino de Paulus, «El pequeño» (nota a 1 Tes 1,1). Hay investigadores, sin embargo, que sostienen que los vv. 9-10 son una glosa tardía: rompe la línea de la argumentación y la imagen de Pablo como el mayor proclamador del evangelio desde su vida anterior como perseguidor es propia de escritos tardíos, formada cuando Pablo ha muerto ya.

10 Mas por la gracia de Dios soy lo que soy: la redención es ante todo gracia divina, según Pablo, pero tal afirmación no representa de hecho novedad alguna dentro del judaísmo del Segundo Templo, como afirma la investigación actual. La distinción entre el judaísmo, considerada una religión de la observancia puntillosa de normas divinas que adquiere así el derecho a la salvación, y el futuro cristianismo, como una religión de la pura gracia, no corresponde a la realidad del judaísmo de este siglo, sino que es una invención o exageración de los seguidores de Jesús posteriores en momentos de pugna y de separación del judaísmo, exagerando el papel legalista de los fariseos en sus discusiones sobre Jesús y fijándose sobre todo en la literatura del rabinismo, que trata fundamentalmente de cuestiones de derecho.

11 tanto ellos como yo así proclamamos y así creísteis: Pablo insiste en la unidad de doctrina de base entre la iglesia de Jerusalén en los «hechos» fundamentales acerca de Jesús. Pablo no tiene interés alguno en recalcar las diferencias, que son muchas, sin embargo. La fe, tiene ya ciertos contenidos y comienza a ser «doctrina» que se proclama (véase aquí).

12 Y si se proclama del Mesías que ha sido resucitado de entre los muertos ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? 13 Y si no hay resurrección de los muertos, tampoco el Mesías ha sido resucitado. 14 Y si el Mesías no ha sido resucitado, vacía es nuestra predicación; vacía también vuestra fe. 15 Y somos convictos de ser falsos testigos de Dios porque atestiguamos contra Dios que resucitó al Mesías, a quien no resucitó, puesto que los muertos no resucitan. 16 Si, pues, los muertos no resucitan, tampoco el Mesías ha sido resucitado 17 Y si el Mesías no ha sido resucitado, vana es vuestra fe: estáis todavía en vuestros pecados. 18 Ciertamente los que durmieron en el Mesías perecieron también. 19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en el Mesías, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!

12-19 Es casi seguro que la ardorosa defensa de la resurrección de Jesús por Pablo estuvo motivada por la opinión de bastantes corintios de que el cuerpo del Mesías no habría resucitado y consecuentemente tampoco el de algunos seguidores de este ya fallecidos (literalmente: que durmieron, v. 18). Como buenos griegos, los corintios creían a pies juntillas que el alma era inmortal, por lo que en principio no necesitaba resurrección alguna y que el cuerpo perecía totalmente tras la muerte. Frente a ello Pablo defiende la idea notablemente judía de la resurrección de los cuerpos: incluso en el más allá el ser humano no se concibe sin cuerpo. Hch 17,19-32 expresa esta noción gráficamente. Ahora bien, ver en esta afirmación de la necesidad del cuerpo en todo momento, incluso en el mundo futuro, en la resurrección, no puede interpretarse como si el tono de la esperanza mesiánica paulina fuera profundamente «integrador» y una perspectiva novedosa de la «nueva creación». Es más bien un simple requisito de la antropología judaica. Este pasaje debe entenderse como una respuesta paulina a la que más tarde se llamaría «escatología de presente o ya realizada» (el texto típico en el Nuevo Testamento es posterior, Jn 5,21-29: el mundo está ya juzgado; la resurrección ha acontecido ya). Ciertos corintios se jactaban de haber conseguido ya la resurrección y la entrada en el reino de Dios en esta vida gracias a la plenitud del Espíritu de Dios que habían recibido. Una idea clave de estos personajes, a la que quizás Pablo ha aludido ya en su propia carta, se halla en 4, 8-9, «Ya estáis hartos. Ya sois ricos. Os habéis hecho reyes sin nosotros. Y ojalá reinaseis ciertamente, para que también nosotros reináramos con vosotros», pues sentirse pleno, ser rico, reinar, hacen referencia a la posesión plena del Espíritu. Según el tono irónico de este último pasaje, Pablo piensa que la opinión de los corintios no es del todo verdadera —no poseen el Espíritu tal como ellos opinan—, aunque sea aceptable su fundamento, a saber, la posesión del Espíritu de Dios, o del Mesías, es lo que permite en su momento, en el futuro, entrar en el Reino y reinar allí con el Mesías.

14-17 Y si el Mesías no ha sido resucitado... pecados: esta frase indica cómo Pablo piensa que la muerte en cruz y la resurrección de Jesús forman un conjunto único e indivisible en el plan divino de la salvación. Dentro del judaísmo de la época, la idea original paulina es que no hay expiación solo por el misterioso sacrificio de la muerte del Mesías, sino que a ello debe añadirse el triunfo de la resurrección. En ese caso, sin la resurrección de Jesús —también de su cuerpo, naturalmente— no hay remisión de los pecados, no se produce el acto de que Dios «declare justo» al impío. En el acto de fe en la acción de Dios en el Resucitado el creyente se apropia de los beneficios de la cruz.

19 solamente para esta vida... en el Mesías: el Pablo escatológico piensa de nuevo en el fin del inmediato mundo presente, en el otro mundo, aunque apenas precisa cómo será la bienaventuranza que habrá en él.

20 Ahora bien, el Mesías ha sido resucitado de entre los muertos como primicia de los que están dormidos. 21 Puesto que, por un hombre existe la muerte, también por un hombre existe la resurrección de los muertos. 22 Como, pues, en Adán mueren todos, así también en el Mesías serán vivificados. 23 Pero cada cual en su rango: el Mesías como primicia; luego los de el Mesías en su venida. 24 Luego el fin, cuando entregue el Reino a Dios Padre, cuando haya destruido todo principado, toda dominación y potestad. 25 Pues debe él reinar hasta que «ponga a todos sus enemigos bajo sus pies». 26 El último enemigo en ser destruido es la muerte. 27 Pues «sometió todas las cosas bajo sus pies». Y cuando diga que todo está sometido, es evidente que todo salvo el que ha sometido a él todas las cosas. 28 Y cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá al que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.

21 un hombre... un hombre: para Pablo no hay aún disquisiciones del tipo de los concilios de Nicea, 325, y Calcedonia, 451 (dos naturalezas, divina y humana, pero una única persona), sino que la comparación Adán-Mesías recalca que los dos son seres humanos. El Mesías pleno, celestial, comienza solo con la resurrección. Esta apoteosis debe entenderse como algo parecido a lo que pensaban los grecorromanos al respecto. La apoteosis de Jesús exige primero que él, un ser humano, sea adoptado por Dios como hijo/mesías, y luego una suerte de cambio de naturaleza representada en la imagen del Mesías sentado a la derecha del Padre.

22-28 serán vivificados... Dios sea todo en todo, Pablo dibuja sucintamente los acontecimientos finales: manifestación del Mesías («parusía»: venida y presencia), resurrección y juicio universales, triunfo absoluto de Dios significado por el aniquilamiento de principados, toda dominación y potestad, es decir, de todos los jefes («arcontes») que han controlado la tierra y el cielo sublunar, tanto humanos como espíritus malvados. Pablo no se plantea ninguna cuestión sobre el grado de permisividad de Dios respecto a estos poderes que están de hecho bajo su control: ¿por qué ha consentido la divinidad que hayan actuado a favor del mal hasta ese momento? No hay respuesta explícita.

25 Cita de Sal 110,1.

26 destruido... la muerte: tiene su correspondencia en la sentencia «Y no habrá ya más muerte» de Rev 21,4. Se ha observado ya que sobre los momentos finales Pablo es parco: no indica el tiempo, ni el lugar, ni qué harán los que reinan con el Mesías, salvo el mero «estar con él» (1 Tes 4,17). La afirmación de este versículo incluye la resurrección de todos los muertos, pero no contradice a 1 Tes 4,17, donde se sostiene que Pablo y los suyos estarán aún con vida en el momento de la parusía. Simplemente la divinidad otorgará a este grupo la misma suerte que a Henoc y Elías: traslado al cielo sin «gustar la muerte».

27-28 El último de estos dos versículos ayuda a descifrar la falta de sujeto explícito en el los vv. 26-27: Dios somete todo al Mesías; lo pone todo bajo sus pies, excepto, naturalmente, él mismo.

27 sometió todas las cosas bajo sus pies: como la cita es del salmo 8, que se refiere al ser humano, hay que entender de nuevo que el Mesías es un hombre, luego ensalzado al ámbito divino. Una vez que el Mesías es dueño y señor de todo (quizás su reino dure lo que «necesite» el Padre para someter todo a los pies del Mesías), él mismo, el Mesías-Hijo, se someterá al Padre. Esta doctrina se denomina subordinacionismo y será posteriormente condenada como herética. De nuevo insiste Pablo en la unicidad de Dios, y en el sometimiento del Hijo a su Padre y Dios. Así pues, todo lo que se diga de la divinidad de Jesús como mesías resucitado tiene que cumplir este requisito único e indispensable: dentro de un cierto «binitarismo» (aquí), solo hay un único Dios.

28 Dios sea todo en todo: fórmula similar a la utilizada en 8,6; 12,6 y Rm 11,36.

29 Pues, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos? Si los muertos no resucitan en absoluto, ¿por qué bautizarse por ellos? 30 Y ¿por qué nosotros nos ponemos en peligro en todo momento? 31 Muero cada día..., ¡lo juro [hermanos] por vuestra gloria, la que tengo en el Mesías Jesús nuestro señor! 32 Si por motivos humanos luché contra las fieras en Éfeso, ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, pues mañana moriremos. 33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres». 34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; pues algunos tienen un desconocimiento de Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.

29 los que se bautizan por los muertos: se deduce con claridad que existía tal costumbre —que consistía en que si un familiar había fallecido, se podía uno bautizar por él para que recibiera la gracia del bautismo—. Algo parecido se hacía en algunas iniciaciones de los cultos de misterio y lo hacen hoy día los mormones. Los corintios creían que esta práctica era provechosa y que Pablo no la critica expresamente. Si no hay resurrección, no merece la pena una vida de sufrimientos por el Mesías.

32 Cita de Is 22,13 LXX. No sabemos a qué se refiere Pablo cuando alude a luchar contra las fieras en Éfeso. Desde luego, parece expresión metafórica y es muy posible que sea una referencia al incidente-motín de los plateros de Éfeso y su juicio subsiguiente, que nos cuenta Hch 19,23-20,1. Pero el autor no habla de prisión, ni menos de condena a muerte: los plateros de Éfeso —que hacían templetes de Ártemis con este metal— habían visto peligrar su negocio por la predicación de Pablo contra los falsos dioses; solo habla de una amenazante asamblea popular, que el secretario de la ciudad logra disolver. Por esta razón se piensa que puede ser otro incidente que desconocemos.

33 «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres»: se trata quizás de una cita del poeta-dramaturgo Menandro, de su obra Tais, perdida en parte. Es posible que la sentencia circulara como proverbio popular. Si así fuera, no tendría por qué suponer en Pablo un conocimiento especial de la literatura griega.

35 Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vienen? 36 ¡Necio! Lo que tú siembras no se vivifica si no muere. 37 Y lo que tú siembras..., no siembras el cuerpo que va a brotar, sino un mero grano, de trigo, por ejemplo, o de alguna otra planta. 38 Y Dios le da un cuerpo como quiere: a cada semilla un cuerpo peculiar.

39 No toda carne es la misma, sino que una es la carne de los hombres, otra la carne de los ganados, otra la carne de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. 41 Uno es el resplandor del sol, otro el resplandor de la luna, otro el resplandor de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor.

42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; 43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; 44 se siembra un cuerpo psíquico, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo psíquico, hay también un cuerpo espiritual. 45 Y así está escrito: «Fue hecho el primer hombre», Adán, «alma viviente»; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo primero, sino lo psíquico; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo hombre viene del cielo. 48 Como el terreno, así son los terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y como hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste.

35 cómo resucitan los muertos: al morir el ser humano, el alma sigue intacta, pero el cuerpo/materia del difunto, que se inhuma en la tierra puede compararse apropiadamente a una semilla de trigo: se siembra un tipo de materia y en la resurrección, por la potencia divina, surge otro tipo de materia. ¿Con qué cuerpo vienen? quiere decir sin duda «retornan a la vida».

39-41 Estos versículos dan toda la impresión —aunque el texto se halle una vez más testimoniado por todos los manuscritos— de ser una glosa al texto, pues rompe a modo de paréntesis largo el hilo del pensamiento entre el v. 38, «Y Dios le da un cuerpo como quiere: a cada semilla un cuerpo peculiar» y el v. 42: «Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción».

41 resplandor: es la traducción del griego dóxa, que significaba «opinión» en griego clásico y que acaba significando en griego bíblico «gloria», sobre todo de Dios.

44 cuerpo psíquico... espiritual: según la antropología de Pablo, el cuerpo psíquico es el dotado de carne y hálito vital, como los animales. El cuerpo espiritual es el que tiene, como añadido, el espíritu concedido por Dios en la creación al moldear al hombre a su imagen y semejanza (Gn 1,26). El cuerpo psíquico/animal es transformado plenamente en cuerpo espiritual por la potencia de Dios en la resurrección. «Cuerpo espiritual» es un sintagma acuñado por Pablo, que es contradictorio en sí para la mentalidad moderna. Para los judíos de la época no lo era: lo espiritual es lo corpóreo en su estado más fino y sutil; Dios es corpóreo, aunque no material. Lo importante para Pablo es la participación del cuerpo en el mundo futuro y de la inmortalidad propia de Dios, explíquese como se explique. En el fondo se trata de una concesión a la mentalidad hebrea, muy corporalista, a costa del platonismo vulgarizado que ve en el cuerpo la cárcel del alma/espíritu.

45 primer hombre: Pablo resalta una vez más con esta comparación que el Mesías es también un ser humano. Además indica que el Mesías, como primicia de los resucitados (v. 23), hace que el ser humano del final de la creación, cuyo cuerpo se transforma en espiritual, sea no igual al del principio, el de la creación, sino superior. La diferencia entre el primer Adán, simple alma viviente, y el segundo Adán, el Mesías, «espíritu vivificante» es sorprendente. Se esperaría el contraste entre «alma viviente» y «espíritu viviente», no «espíritu que vivifica o da vida a otros». Aunque no quede explícita del todo esta perspectiva, Pablo está considerando aquí al Mesías celeste, segundo Adán que vendrá del cielo, con propiedades especiales que, de algún modo, sin aclarar, poseía también cuando era el Mesías terrestre. La comunión con este mesías vivifica al ser humano (10,16): previamente en la tierra al creer en él; plenamente, tras la resurrección. Si no se sostiene que el Mesías es un ser humano deificado, Pablo estaría defendiendo aquí su preexistencia real como entidad corpórea, algo que no es posible en un judío observante (9,19-23; véanse las notas a 1 Tes 1,10, «hijo», y a Flp 2,6-11). Según el judaísmo son preexistentes a la creación siete cosas, entre ellas el nombre/esencia del Mesías (véase aquí). El Mesías como persona corpórea no es preexistente en Pablo como no lo es en el judaísmo posterior del Talmud. Lo que «se encarna» (en Pablo no hay aún una teología bien definida de la encarnación, pero sí algunos de sus presupuestos) en un ser humano es el «nombre» (algo así como su esencia) preexistente del Mesías. Ese ser humano es tan especial que luego puede ser adoptado como hijo por la divinidad.

47 La contraposición entre «los terrenos»/«los celestes», parece dar a entender que a la hora de la verdad, la del juicio final y definitivo, habrá algunos, o muchos, que seguirán siendo terrenos; otros que son celestes, probablemente pocos, ingresarán en el reino celestial; los demás quedan fuera; si son meramente terrenos, serán quizás aniquilados.

50 Y digo esto, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios: ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 ¡Mirad! Os digo un misterio: no moriremos todos, pero todos seremos transformados. 52 En un instante, en un pestañeo de ojos, con la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados. 53 Pues es necesario que esto corruptible se revista de incorruptibilidad; y esto mortal se revista de inmortalidad.

54 Y cuando esto corruptible se revista de incorruptibilidad y esto mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «La muerte ha sido devorada en la victoria. 55 ¿Dónde está, oh, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh, muerte, tu aguijón?».

56 El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la Ley. 57 ¡Pero gracias sean dadas a Dios, al que nos da la victoria por medio de nuestro señor Jesús el Mesías! 58 De modo que, hermanos míos amados, sed firmes, inconmovibles, abundantes en la obra del Señor en todo momento, sabiendo que vuestro trabajo no es vano en el Señor.

50 la carne y la sangre, al ser la parte meramente material del ser humano, lo apegado a este mundo, no son aptas para la inmortalidad. Sabemos que Pablo distingue estos dos vocablos muy claramente del «cuerpo» (concepto no negativo en Pablo, véase aquí), que sí es apto para la inmortalidad si recibe de Dios una transformación. La escena complementaria está descrita en 1 Tes 4,16-17: los fieles, con el cuerpo glorificado/espiritualizado (1 Cor 15,52), serán arrebatados por las nubes para salir al encuentro de Jesús, el Mesías. Han pasado unos cuantos años cuando Pablo escribe esta carta, pero el fervor escatológico y sus ideas al respecto no han disminuido en intensidad. En este pasaje y en conjunto en este capítulo, es Pablo algo más preciso y colorista que en 1 Tes, aunque tampoco desvela cómo considera que será el reino de Dios.

51 misterio: el uso del vocablo misterio no es casual. Probablemente Pablo apunta a un doble referente: por un lado, piensa, dentro del ámbito puramente judío y apocalíptico, en los misterios que Dios revela a sus elegidos sobre el final de los tiempos, cómo serán estos. Ejemplos claros en la cercanía cronológica de Pablo —un poco más jóvenes que él— son las obras de los autores de los apócrifos 2 Baruc y IV Esdras. También ellos piensan que vivirán el final y que Dios les revela de antemano los misterios correspondientes, ya sean las señales del acercamiento del fin o cómo será el final mismo. Por otro lado, en el ámbito corintio, misterio es una probable referencia a los cultos de misterios, cuyos adeptos le parecen a Pablo especialmente aptos para convertirse al Mesías. Sostiene Pablo siempre que la inmortalidad, que se busca a cualquier precio en las pretendidas iniciaciones en los cultos paganos a las divinidades salvadoras, la ofrece en verdad solo el Mesías. Pablo conocía de sobra los cultos de misterio, porque al fin y al cabo era ciudadano de Tarso de Cilicia. Aquí se refiere Pablo al «misterio» manifestado ya en 1 Tes 4,13-17; aquí añade la precisión de que el cuerpo será glorificado/espiritualizado.

55 Citas de Is 25,8 y Os 13,14.

56 la fuerza del Pecado, la Ley: hay estudiosos que creen que este versículo es una glosa. Pero si no lo es (caso dudoso), sería una expresión gráfica de Pablo para describir una de las funciones de la ley mosaica hasta la venida del Mesías, a saber, señalar con más claridad qué es pecado y qué consecuencias tiene el cometerlo (Gal 3,19; Rm 4,15; 5,20; 7,7-24 sobre todo). De ningún modo da a entender Pablo aquí, ni tampoco en esos textos paralelos, que la Ley genere indirectamente el pecado, sino que, del mismo modo que el aguijón esclaviza a las bestias de labor, como los bueyes, sin matarlas, de modo análogo el Pecado esclaviza a los mortales con la muerte física, que puede no ser definitiva. Si alguien obtuviera aquella conclusión quedaría Pablo horripilado. Pero los corintios debían de entenderlo bien sin más aclaración.

16 1 Sobre la colecta, la que es para los santos, como mandé a las iglesias de Galacia haced también así vosotros. 2 Cada primer día después del sábado, cada uno de vosotros en su casa disponga el dinero conforme le parezca bien, para que cuando llegue, no se hagan las colectas. 3 Y cuando esté presente, enviaré a los que hayáis considerado dignos, acompañados de cartas, para que lleven a Jerusalén vuestra gracia. 4 Y si fuere conveniente que vaya también yo, irán conmigo.

1-4 La cuestión de la colecta en ayuda de los pobres de la comunidad judeocristiana de Jerusalén aparece fundamentada en el relato del llamado «concilio apostólico» en Gal 2,10: «Solo que nos acordáramos de los pobres, lo que me apresuré a hacer».

1 La colecta, la que es para los santos: da a entender quizás que se hacía otra colecta, no sabemos ni cuándo ni cómo, entre los miembros ricos para ayuda de las necesidades de los más pobres de la comunidad de Corinto. Sobre los «santos» véase nota a 6,2.

2 Cada primer día después del sábado: el modo paulino de contar los días es judío: el sábado significa no solo es último día de la semana, sino la semana misma (véase Mc 16,2). Enseguida, ese primer día se llamará «día del Señor» en honor a su resurrección. En latín es dies dominica (de dominus, «señor»), español «domingo». Este es el primer testimonio de que los judeocristianos y paganocristianos se reunían (además de frecuentar las sinagogas los sábados) especialmente los domingos. Tertuliano, en el Apologético 39, confirma claramente la costumbre de la colecta en ese día. A pesar de las facciones en la comunidad de Corinto (Yo de Apolo; yo de Pablo, etc.: 1,12), parece que las relaciones de Pablo con Apolo no eran malas. Sin embargo, se percibe un cierto distanciamiento entre los dos. Es un buen punto a favor de Pablo el que recomiende insistentemente a Apolo que vaya a Corinto. ¿Estaba este disgustado también por las divisiones internas de la comunidad? ¿Reconocía en Pablo a una autoridad superior? Esto último parece improbable.

5 E iré donde vosotros cuando haya atravesado Macedonia, pues atravieso por Macedonia. 6 Quizás permanezca entre vosotros e incluso pase ahí el invierno, para que vosotros me proveáis de viático adonde vaya. 7 Pues no deseo ahora veros (solo) de paso, pues espero permanecer algún tiempo entre vosotros, si lo permite el Señor. 8 Y permaneceré en Éfeso hasta Pentecostés, 9 pues se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y los adversarios son muchos.

10 Y si llega Timoteo, mirad que esté sin temor entre vosotros, pues opera como yo la obra del Señor. 11 Así pues, que nadie lo menosprecie. Proporcionadle viático en paz para que vuelva a mí, pues lo espero con los hermanos. 12 En cuanto al hermano Apolo, le pedí insistentemente que vaya donde vosotros con los hermanos; pero no tuvo intención alguna de ir ahora. Irá cuando tenga oportunidad.

5-7 Según 2 Cor 12,14, Pablo no pudo realizar este viaje.

12 Es posible que Pablo esté respondiendo a una pregunta de los corintios (en su misiva a Pablo: véase 7,1) sobre Apolo. Como se ve no se muestra aquí enemistad especial. Por tanto, no es probable la hipótesis de que los adversarios de Pablo sean preferentemente discípulos de Apolo (véase aquí).

13 Velad, estad firmes en la fe, comportaos virilmente, sed fuertes. 14 Haced todo con amor. 15 Os ruego, hermanos: conocéis la familia de Estéfanas que es la primicia de Acaya y que se pusieron a sí mismos al servicio de los santos: 16 sed sumisos a ellos también vosotros y a todo aquel que trabaja y se afana con ellos. 17 Me alegro por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, porque suplieron vuestra carencia. 18 Pues dieron reposo a mi espíritu y al vuestro. Estad reconocidos a tales hombres. 19 Os saludan las iglesias de Asia. Os envían muchos saludos en el Señor Áquila y Priscila junto con la iglesia que se reúne en su casa. 20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con el beso santo.

21 El saludo es de mi mano, Pablo. 22 El que no ame al Señor sea anatema. «Marana tha». 23 La gracia del Señor Jesús sea con vosotros 24 Mi amor a todos en el Mesías Jesús.

13 comportaos virilmente quizá debería traducirse como «sed valientes». Se observa de nuevo cómo la sociedad de Pablo era machista, pero recuérdese Gal 3,27-28: «Todos vosotros sois uno en el Mesías Jesús», aunque la igualdad sea solo cristológica, es decir, «en la vida en el Mesías».

17 Estéfanas, Fortunato y Acaico fueron quizás los portadores de la carta de los corintios (perdida) a la que responde Pablo en esta 1 Cor. Pero no es claro en absoluto que Estéfanas perteneciera al grupo de seguidores de Jesús prepaulinos en Corinto (véase 1,16). porque suplieron vuestra carencia: debe entenderse como «vuestra ausencia».

19 iglesia que se reúne en su casa: «iglesia doméstica», asamblea muy pequeña, típica de los inicios (véase nota a Rm 16,2, aquí).

20 El beso u ósculo santo es típico del comienzo de una celebración litúrgica, pero también saludo fraternal (1 Tes 5,26; 2 Cor 13,12; Rm 16,26). En la época no era exclusivo de los grupos seguidores de Jesús. El versículo indica indirectamente cómo las cartas de Pablo se leían comunitariamente en las reuniones litúrgicas del grupo.

22 ¡El que no ame al Señor sea anatema! Esta fórmula de aniquilación debe tomarse totalmente en serio. Marana tha, en arameo —sin traducir, pues era de uso común y todos lo entendían— significa «Señor nuestro, ven». Puede entenderse en general que venga el Mesías como liberador del eón, o tiempo presente y como juez contra los enemigos; o en particular: para aniquilar a los que no lo amen. Pronunciada en una lengua extraña para los de Corinto, la fórmula produciría un efecto anímico más potente, casi mágico.

Los libros del Nuevo Testamento

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