Читать книгу Los libros del Nuevo Testamento - Antonio Piñero - Страница 106

Filipos era durante el siglo I e.c. una ciudad de relativa importancia en el norte de Grecia, en la provincia de Macedonia (Hch 16,11). Estaba situada cerca del mar y de una calzada romana importante, la Vía Egnatia, que unía el sur de Italia con Bizancio (la futura Constantinopla). Tenía, pues, un cierto movimiento económico, apoyado en la fertilidad de su llanura y en su riqueza en minerales, oro y plata.

Según Hch 16,12ss, Pablo había fundado en Filipos una comunidad durante el denominado «Segundo viaje misionero» (50-52 e.c.). La predicación del evangelio tuvo un éxito relativo en la ciudad, donde se convirtieron a la fe algunos judíos y paganos (que la comunidad era mixta se deduce de los nombres griegos mencionados en la carta: 4,2). Pero algo debió de ir mal ante las autoridades, pues Pablo sufrió una fuerte persecución y, tras una estancia breve (Hch 16,12: «algunos días»), tuvo que abandonar la ciudad (1 Tes 2,2). Nunca volvió a Filipos..., al menos esta es la impresión que produce la carta: 1,30; 4,15ss. Y cuando la escribe está en prisión, no sabemos dónde ni por qué.

Sin embargo, las relaciones de Pablo con sus recién convertidos fueron excelentes y ello se tradujo en el envío de ayuda económica a Pablo por parte de los nuevos creyentes. Aunque Pablo tenía a gala sustentarse por sus propios medios y no ser gravoso a nadie (1 Tes 2,9; 1 Cor 4,14), aceptó con gusto estas ayudas y mostró su agradecimiento por carta. Aparte de este motivo, había también otros que lo impulsaron a escribir esta misiva: interesarse por el estado de la comunidad, expresar hacia ella su confianza, anunciarles una próxima visita en cuanto fuera posible y avisarles de algunos peligros que podía correr su fe como nuevos conversos.